Intervención en tribuna de la Senadora Dolores Padierna; Ley de Ingresos 2015, voto particular


VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN EN TRIBUNA DE LA VICECOORDINADORA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD EN EL SENADO, DOLORES PADIERNA LUNA; LEY DE INGRESOS 2015, VOTO PARTICULAR

 

Sen. Dolores Padierna Luna: Senadoras, senadores, la Ley de Ingresos 2015 es el resultado de dos promesas que pretenden ocultar, en vano, el bajo crecimiento de la economía.

 

Me refiero por un lado, a la bonanza petrolera supuesta que llegaría con la aprobación de la Reforma Energética y por el otro,  la supuesta mayor solidez de las finanzas públicas que traería la Reforma Hacendaria reducida a una mera política fiscal recaudatoria y de paso, aumenta de manera preocupante  el endeudamiento del país.

 

Las maravillas que ofrece este gobierno sólo existen en un futuro hipotético cuando termine el sexenio, ya que la economía no crece, no se generan empleos suficientes y los que se crean son de muy baja calidad y los salarios son tan pobres que no alcanzan a incentivar la actividad económica.

 

En el primer año del gobierno de Enrique Peña Nieto, la economía creció 1.1% y si se considera el crecimiento de la población, decrece en -0.2% del PIB.

 

Para este año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha tenido que reducir su pronóstico de crecimiento de 3.9% a 2.7% y está claro, que tampoco este simbólico crecimiento se alcanzará.

 

Este modelo económico que a los magos de la receta neoliberal les parece el único camino posible para el país, beneficia solamente al 1% de las familias, para el resto trae solo disminución de ingresos, cuando no pobreza o miseria.

 

En los Criterios Generales de Política Económica de 2014, se nos dijo que para 2015 se esperaría un crecimiento “inercial” de 3.8% si no se concretaban las “reformas estructurales”; en cambio, si se aprobaban el país crecería a 4.7%.

 

A pesar que lograron imponer sus reformas, ahora, nos dicen que el crecimiento será de apenas 3.7%, menor al crecimiento que llamaron “inercial”

 

El contenido del Paquete Económico 2015 demuestra la debilidad estructural de las finanzas públicas y que las cacareadas reformas no van a producir los beneficios que pintaba su propaganda, sino todo lo contrario.

Una vez más, el gobierno federal  recurre a su coartada favorita:  “los factores externos”. Otra vez, el crecimiento estaría sujeto al comportamiento de la economía de Estados Unidos, a que la economía mundial abandone su debilitamiento, y a que finalice la tensión geopolítica en el Medio Oriente. De nuevo, se culpa al exterior para negar lo innegable: el fracaso del modelo económico.

La Política de Ingresos para 2015 se quiere presentar como resultado de un ingrediente “inercial”, aunque en realidad lo que nos muestra son los primeros efectos de la reforma energética: en este paquete estamos frente a la caída de los ingresos petroleros.

La disminución de la producción petrolera y una caída en los precios internacionales nos colocan en un escenario de verdadera incertidumbre.

Los ingresos petroleros totales que son las aportaciones más ingresos propios muestran una caída de –5.5% en términos reales respecto a 2014, que en dinero representa una pérdida de 91 mil millones de pesos. Justifican la baja en la producción con el argumento de que ahora hay una “nueva forma de medición”, que ya no incluye agua como si fuera petróleo para simular una mayor producción.

Esto, entre otras cosas, significa que durante ocho años consecutivos, los seis años de Felipe Calderón y los dos primeros Peña Nieto, la sociedad y el Congreso fuimos engañados respecto de la cantidad de petróleo producida efectivamente y de los ingresos derivados de su venta.

 

No dicen la razón verdadera de la reducción: con la reforma energética, la participación de Pemex se redujo a sólo el 49% del total de reservas y al 21% del total de recursos prospectivos. Ese porcentaje se irá reduciendo año con año conforme avance la migración de asignaciones a contratos y en la medida que Pemex se vaya asociando con privados, hasta que se privatice  todo lo que no privatizó la Secretaría de Energía.

Es cuando menos irresponsable decir que los ingresos petroleros irán aumentando cuando cada vez se entregarán más yacimientos a petroleras privadas.

El precio de la mezcla mexicana de exportación de petróleo crudo cerró ayer en 76.35 dólares por barril. Ha continuado la tendencia decreciente  que se ha venido observando desde junio; a la fecha ha descendido 26 dólares. En lo que va de octubre, el precio promedio se ubicó en 79.9 dólares, muy por debajo de los 86 dólares considerados en los Criterios Generales de Política Económica.

La baja de los precios del petróleo y la reducción de la producción han ocasionado que el valor de las exportaciones de enero a agosto cayera -8.8%, cifra que se incrementará de septiembre a diciembre dado que continúa la caída tanto de la plataforma de producción como de los precios.

En el supuesto de que el boom energético lleve a Estados Unidos a niveles de producción suficientes para situar los precios del petróleo en 70 u 80 dólares por barril, los contratos aprobados en la reforma energética que están basados en la recuperación de costos serían cubiertos al contratista por el Estado. Así, todo el recurso obtenido sería solo para pagar a los privados sin que haya ingresos públicos de estos proyectos.

Peor aun si se trata de proyectos no exitosos porque todos los costos se pagarían con los flujos de las asignaciones de Pemex.

Nos prometieron que se incrementaría la producción petrolera. Pero la euforia reformista se topa de nuevo con la cruda realidad.

En la Ley de Ingresos 2015 se prevé una plataforma de producción de 2.4 millones de barriles diarios, a un precio de 79 dólares por barril. La Cámara de Diputados depreció la moneda de 13 dólares por dólar a 13.40 para que, contablemente, ajusten las cifras y haya un incremento en los ingresos petroleros respecto a lo estimado por el Ejecutivo.  Sin embargo, el petróleo tasado en pesos disminuye su valor y con el nuevo precio se anula ese incremento.

La falta de claridad en la Política Energética y los inciertos resultados de la reforma petrolera aconsejarían ser cautelosos con las cifras. Es evidente que los ingresos petroleros, en lugar de crecer se irán reduciendo año con año por múltiples factores derivados de la reforma energética. Con todo y la “madre de todas las reformas que movería a México” y según sus cálculos llegaríamos al final de este sexenio con una producción, en el mejor de los casos, de 2.8 millones de barriles diarios, menos de los que se produjeron en 2007, aun sin reforma energética.

Los datos de ingresos petroleros ya no son comparables.

Todavía este año, las ventas totales de hidrocarburos forman parte de los ingresos públicos. Para 2015 ya sólo serán consideradas los correspondientes a las asignaciones de Pemex y una parte muy menor de contratos en años subsiguientes .

Otra causa en la reducción de los ingresos petroleros es que varios conceptos no entrarán al Fondo Mexicano del Petróleo y deberían considerarse Ingresos Petroleros; tal es el caso del Derecho por la Exploración y Extracción de Hidrocarburos que va directamente a la Tesorería y el Dividendo Estatal que a partir de 2016 cobrará directamente la Secretaría de Hacienda. Si estos ingresos no van al Fondo Petrolero, no podrán ser fiscalizados y tendrán  un  uso discrecional.

Según las nuevas disposiciones, los Ingresos Petroleros del Gobierno Federal para 2015 deberían ser de 860 mil millones de pesos, equivalentes al 4.7% del PIB. Sin embargo, la Ley de Ingresos 2015 incluye una cantidad menor de 745 mil 821 millones de pesos por Transferencias y un Impuesto sobre la Renta petrolero de 14 mil 400 millones de pesos que, sumados a las transferencias, dan un total de 760 mil 221 millones que representan 4.1% del PIB, cifra menor a la establecida en la Ley del Fondo Mexicano del Petróleo y en la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria. También, incluye como ingresos propios de Pemex la cantidad de 434 mil 792 millones de pesos equivalentes a 2.4% del PIB y no están sumando varios conceptos que deberían de incluirse en este rubro.

Respecto de los ingresos tributarios; la reforma aprobada en 2013 pretendía, se nos dijo, garantizar una red de protección social. Los deficientes proyectos de seguro de desempleo y la pensión universal ni siquiera  se aprobaron por múltiples deficiencias e iniquidades.

El otro objetivo, dijeron, era promover el crecimiento y la estabilidad económica. En los hechos, la reforma fiscal derivó en un factor recesivo que impidió el crecimiento económico.

El crecimiento en 2014, además de mediocre, fue el resultado del crecimiento de las exportaciones, derivadas a su vez de la recuperación de la economía estadounidense.

Si por estabilidad económica se entiende mantener controlada la inflación, ese propósito sí se alcanzó, pero por la política del Banco de México que estableció una meta inflacionaria no mayor a un rebase del 4%.

La reforma hacendaria propició un aumento a la inflación que obligó al Banco de México a aplicar medidas restrictivas como reducir las tasas de interés para mantener más o menos controlada la inflación.

Se propuso también establecer una regla de balance estructural para las finanzas públicas y convertir la responsabilidad fiscal en una política de Estado. Para ello se propuso reducir el Déficit Público Total, incluyendo la inversión de Pemex. Sin embargo, en la Ley de Ingresos 2015 no se cumple esta regla de reducción del déficit ya que se plantea un Déficit Presupuestario de 3.5% del PIB y no se explican las razones excepcionales para ello.

 

Esto significa que en 2015 la deuda se incrementará en 672 mil 595 millones de pesos, que significan 3.4% más a lo autorizado para 2014. La ley deber ser respetada y el déficit público total no debe de rebasar 3% del PIB.

Aumentar la capacidad financiera del Estado para atender las necesidades crecientes de la población, fue otro de los objetivos de la reforma hacendaria. Lo que viene, no obstante, es una reducción.

En la Ley de Ingresos de la Federación 2015, la recaudación del IVA se incrementa 12.5% pero no se indica cómo llegan a esas cifras. Violan la ley que obliga a entregar la memoria de cálculo y no la presentan para evitar que se conozcan las cifras reales.

La reforma de Enrique Peña Nieto no ha resuelto los graves problemas estructurales de las finanzas públicas. Sigue la enorme dependencia de los ingresos petroleros y sigue creciendo el endeudamiento. Los primeros están a la baja en forma constante y permanente; la deuda ronda ya el 40% del PIB y pone en riesgo la viabilidad de las finanzas públicas.

Por lo demás, el gasto público sigue siendo ineficiente, carece de transparencia y buena parte se destina a renglones superfluos. Una verdadera reforma fiscal sigue siendo un gran pendiente nacional.

Tendría que partir de una premisa: no puede estar fincada en la promesa de paraísos futuros que se montan sobre realidades trágicas.