Un nuevo orden / Excélsior


  • El pasado lunes 12 de diciembre estuve en California, en la ciudad de Los Ángeles, en un día en el que se celebra a quien representa, quizá, el último bastión de nacionalidad que nos queda: la Guadalupana.

Después de conocer y escuchar a diversos grupos de paisanos de aquel lado de la frontera, me queda claro que hay mucho miedo ante el inicio de la era Trump. Y frente a ese miedo hay dos posibilidades.

Por un lado, están quienes, como migrantes indocumentados, piensan en esconderse, “tal vez nos tengamos que volver invisibles nuevamente… como vivíamos antes”, me decían.

Pero del otro lado, allá en California, hay mucha gente echada pa’delante. Ellos dicen cosas como: “Si fuéramos un país, nosotros seríamos el sexto país más rico del mundo… además, tenemos tejido social y una red de actores políticos locales que son promigrantes…”. Conocen bien su agenda, saben que es muy potente y la quieren poner de frente a la nueva administración republicana en Washington.

Esto no es un asunto aislado, si escuchamos a los alcaldes de ciudades emblemáticas como Chicago, Austin o Nueva York, sus discursos hacen eco de la determinación que palpé en California. Hay una red de actores en Estados Unidos que está emergiendo y nosotros, como mexicanos, no sólo debemos formar parte de esa red, sino hacer todo el esfuerzo que sea necesario para lograr articularla lo antes posible.

Pero los migrantes de allá también me dijeron que “los únicos que no se organizan son los mexicanos del otro lado, y menos los políticos, porque los políticos vienen del PRI, del PRD, del PAN, de todos los partidos, se toman una foto con nosotros, poca madre, para el programa ‘tres por uno’… y después cero seguimiento, cero seguimiento…”.

Yo añadiría que, no sólo “no nos organizamos los políticos”, sino que frente a condiciones de emergencia en ambos lados de la frontera, producimos resultados enanos, completamente insuficientes. La ausencia de una respuesta articulada, potente y precisa frente a las amenazas de Trump, en todos los niveles de gobierno y representación popular, es la más escandalosa y reciente muestra de ello.

Y no parece que el rumbo de este añejo orden se vaya a alterar pronto.

Apenas el martes pasado se aprobó en el Senado una iniciativa de ley que legaliza la mariguana, pero sólo para uso científico y médico. Se dejaron fuera temas clave, como la descriminalización de la posesión y el consumo para uso recreativo. Ésta es una más de esas respuestas pírricas, inadecuadas, frente a una guerra contra el narco que, junto con los crímenes que derivan de ella, acumula muertos todos los días en nuestro país y sigue llenando nuestros corazones de coraje, angustia y tristeza.

Por esto y mucho más, hay que echarle pa’delante también de este lado del río Bravo.

En el tema migrante ya armamos una iniciativa que se llama Operación Monarca, y que busca formar un frente binacional para defender a migrantes mexicanos en Estados Unidos. El próximo 6 de enero, esta vez junto con un grupo de senadores de estados expulsores, estaremos de vuelta en Los Ángeles para acordar acciones concretas con autoridades californianas y organizaciones migrantes, con una agenda de corto, mediano y largo alcances.

Además, en cuanto a la política de drogas y frente a la tibieza en el tema de la mariguana, no sólo voté en contra de ese dictamen, sino que también presenté una iniciativa de legalización de la siembra y uso médico de la amapola. Tenemos que ir con todo y hasta el fondo en esto, es la única manera de transformar las actuales prohibiciones “promuerte” en regulaciones “provida”.

En el caso de los migrantes, el mensaje contundente, probado con acciones, debe ser “no están solos”. En el caso de las drogas, la señal debe ser de respeto a la vida, de dignidad y de visión de futuro.

¿Estos esfuerzos son suficientes? Absolutamente no. Los cito para mostrar una posibilidad en la que creo, ahora más que nunca: en ambos lados de la frontera se está gestando un nuevo orden, que busca la armonía, la justicia y la riqueza colectiva.

La energía positiva también está en movimiento, la resistencia se está armando. Ciudadanos, intelectuales, empresarios, artistas, deportistas, gente de ciencia y también algunos políticos. A ellas y ellos los estamos contactando ya. La construcción del nuevo orden está en marcha y no tiene fronteras.