UN GOBIERNO DE CONTRASTES


El Presidente López Obrador alcanzó los primeros 100 días de gobierno marcado por los contrastes. Los cinco meses entre su triunfo electoral y el inicio de su mandato hacen que su presencia política se sienta aún mayor de lo que realmente es. No cabe duda de que su popularidad sigue al alza a pesar de decisiones polémicas que dañan incluso a sus votantes y seguidores. Pero lo primero que salta a la vista en esta primera centena de días es el enorme contraste entre ser, durante muchos años, el principal político opositor y, ahora, dirigir los destinos del país.

El presupuesto 2019 presentado por el gobierno en diciembre fue considerado por especialistas y cúpulas empresariales como responsable en términos macroeconómicos,pero su ejecución restringe un conjunto de programas sociales, como el de las estancias infantiles y los albergues refugio para mujeres violentadas, que tendrán un impacto local negativo que no se justifica sólo por la austeridad y supuestas prácticas de corrupción, mucho menos cuando se sataniza a las organizaciones civiles que en muchos casos se han convertido en pilares para la cohesión social.

Para muchos, el principal error económico a largo plazo del nuevo gobierno ha sido la decisión de suspender la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco, que llevaba un avance del 32%, y que inició con la muy cuestionada consulta popular realizada en octubre 2018, incluso antes de rendir protesta constitucional, y se concretó con la cancelación formal y definitiva de la obra a inicios de enero de 2019.

La alternativa que propone el Presidente Obrador de crear un sistema aeroportuario con la reconfiguración del aeropuerto de Santa Lucía administrado por militares, la ampliación del de Toluca e incluso un cuarto aeropuerto en Tizayuca, Hidalgo, además del actual de la CDMX, todo ello aún no tiene un proyecto ejecutivo real y ha sido considerado inviable por organismos expertos internacionales y las principales aerolíneas comerciales.

Muchas personas apoyaron a AMLO en campaña con la idea de que plantearía claramente una ruta para el retiro paulatino pero definitivo de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública. Ocurrió lo contrario. La idea original de López Obrador fue tener un mando militar en la Guardia Nacional y pactar con la Fuerzas Armadas una cobertura legal y constitucional para seguir en las calles combatiendo la inseguridad. Esto decepcionó a muchos de sus seguidores, pero al final, con modificaciones hechas en el Congreso, consiguió la aprobación para crear la nueva policía nacional y, al mismo tiempo, tendrá durante todo su sexenio el apoyo del Ejército y la Marina.

El único evento que ha roto la planificada agenda del Presidente López Obrador en estos primeros 100 días fue la explosión del ducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, el 18 de enero pasado. Acudió al lugar de lo hechos la misma noche de la tragedia y coordinó, junto al gobernador de la entidad, las acciones para la atención de las personas heridas, el rescate e identificación de los cadáveres y esclarecer las causas de la explosión que cobraron la vida de 135 personas hasta el momento.

Esta explosión fue precedida por la decisión de combatir el robo de hidrocarburos que no consideró suficientemente el desabasto de gasolinas ocasionado por el cierre intermitente de los ductos para su transporte, situación que también involucró al Ejército para la contratación de choferes de pipas transportistas y el resguardo de las refinerías de Pemex en la región del centro y el bajío del país.

Los primeros 100 días han mostrado a un gobierno que hace alianza más con las Fuerzas Armadas que con la sociedad y no tiene un plan definido de ejercicio administrativo, corrigiendo sobre la marcha y justificando con la corrupción la eliminación de lo hecho por gobiernos anteriores, haya o no funcionado. Conviene tener presente que la popularidad no exime a un gobierno de cometer errores  aún en medio de aplausos.

Juan Zepeda Hernández, Senador de la República