Si interpretáramos la Constitución podríamos ser más incluyentes


Intervención del Senador Armando Ríos Piter en presentación del Libro “Desigualdades, invisibles y Excluidos, discriminación presupuestaria y grupos vulnerables, 2010 -2013” de Mauricio Merino 

·         El presupuesto yo creo que es la muestra más silvestre de cómo funcionamos como República. 

·         Lo que tenemos en este país no es una ciudadanía empoderada que logra tener distintas dinámicas, tal vez para pelear por los indígenas, a veces para pelear por los discapacitados, o por las mujeres. No, tenemos grupos clientelares que pelean por partidas presupuestales. 

·         Si interpretáramos la Constitución, si tuviéramos una democracia con accesos ciudadanos distintos a la elaboración del presupuesto, me parece que podríamos incidir de manera diferente. 

·         Si queremos que los excluidos, si queremos que los invisibles, si queremos que aquellos que sufren de inequidad tengan participación, pues hagamos un nuevo acuerdo. 

Armando Ríos Piter: Bienvenidos al Senado. Yo creo que como lo contesta Gonzalo es clave ¿cómo poder lograr que el presupuesto significara una posibilidad de que no haya el tipo de exclusiones que presenta el libro? Pues primero que gana que se respetara la Constitución.

Sé que suena a un lugar común, pero la Constitución tiene un catálogo artículo por artículo; solamente cuanto tu revisas el artículo cuarto, te revisa precisamente cuáles son las prioridades, y una prioridad es la alimentación, es una prioridad la vivienda, es una prioridad la salud -solamente estoy hablando del artículo cuarto- inclusive hay cuando llegas a desglosar las inclusiones de Ciencia y Tecnología, que mandatan que tiene que ser el uno por ciento, o que la ley en materia de Desarrollo Rural siempre será creciente, y que haya un ocho por ciento más menos, de la impresión que tienes que tener en educación.

Solamente pongo planteamientos muy específicos que están en la Carta Magna, que es la que representa el pacto poblacional, el pacto de convivencia que tenemos, la bronca es que cuando se elabora el presupuesto, lo único que no importa es la Constitución, y hay que decirlo tal cual.

El presupuesto yo creo, habiendo sido parte en muchas ocasiones de cómo se realiza, pues yo creo que es la muestra más silvestre de cómo funcionamos como República.

Les pongo un ejemplo; regularmente el presupuesto de egresos te lo manda el presidente de la República, con muchos artilugios a partir de la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria.

Te dicen: no, es que no se puede cambiar lo que ya mandó el jefe del Ejecutivo, y ta ta, total a final de cuentas el Congreso termina teniendo capacidad; el tamaño de la capacidad de la bolsa que tiene la Cámara de Diputados, en cambiar más bien unos 100 mil millones de pesos, que es un uno por ciento del Producto Interno Bruto.

Y creo que estos últimos tres años tuvieron chance de hacer menos. Por lo menos los gobiernos del PAN creo que eran un poquito más benévolos; le daban un poquito más de migajas a la Cámara de Diputados para poderlas cambiar.

Y entonces tenías 100 mil millones de pesos –lo digo de todas las veces que me tocó verlo sin ser diputado; siendo secretario de Desarrollo Rural, siendo subsecretario de Reforma Agraria, pues de repente ves tu como 500 diputados –pues no todos son iguales- tienes a los burbujos, ya sean los del PRD, o los panistas, a los priístas- los ves ejerciendo una capacidad de influir y de esos 100 mil millones de pesos, pues de repente si se unificaron los que llevan el tema del campo, pues le dan un rayazo a 50 mil millones de pesos, y lo demás pues ahí los indígenas si se organizaron pueden tener tal vez un 10 por ciento de los recursos –no crean que lo estoy minimizando, esto pasa año con año- así es como se elabora el presupuesto en este país.

Entonces si se respetara la Constitución, pues más menos tendrías algo ordenado que te permitiera decir: oye, no la frieguen hay que respetar. Medianamente se supone que esa es la labor que hace el Ejecutivo, no siempre lo hace, hay que decirlo.

Y no lo hace con toda la contundencia y con toda la claridad ¿Por qué? Porque tenemos un presupuesto de egresos que lleva más menos –y aquí Gonzalo me podrá corregir- pero debe de tener programas –yo siempre me acuerdo del Procampo que la primera vez que lo vi en CONEVAL era desastroso; un programa que no logra reconvertir las variables de pobreza, sino que la concentra- era como que el que siempre tenía la máxima gráfica en los documentos del CONEVAL, y lleva 25 años siendo el jefe de jefes en materia de campo. Creo que ahorita le cambiaron el nombre pero lleva siendo un programa que se lleva más menos 20 mil millones de pesos, que está ahí inercialmente, y que obviamente está ahí no nada más porque seamos un país desorganizado, sino porque hay la segunda variable. No solamente no respetamos la Constitución, sino que no somos una democracia plena, somos una clienterocracia.

Ahorita que estaba viendo un poquito las tres variables que define el documento, cuando habla de inequidad, cuando habla de invisibilidad y cuando habla de exclusión, lo que tenemos en este país, hasta el momento, no es una ciudadanía empoderada que logra tener distintas dinámicas, tal vez para pelear por los indígenas, a veces para pelear por los discapacitados, o por las mujeres. No, sino que tenemos son grupos clientelares que pelean por esas partidas presupuestales.

Entonces en síntesis, si interpretáramos la Constitución, si tuviéramos una democracia con accesos ciudadanos distintos a la elaboración del presupuesto, me parece que podríamos incidir de manera diferente.

Sí hay solución a esto, sin duda, y con esto cierro. Y por eso la condena al actual gobierno, que salió con bombo y platillo a decir: vamos a hacer un presupuesto base cero –esa fue digamos un poco la comanda que se utilizó durante tantas veces el año pasado- pues un presupuesto base cero, si tomas como base la Constitución, y lo que buscas es que la ciudadanía pueda tener un acceso mucho más universal al presupuesto, es precisamente volver a hacer un pacto; un pacto en donde no sean las fuerzas que han venido consolidándose año con año, a partir de las dinámicas clientelares –por eso pongo el tema de los ricotes que se siguen llevando el Procampo- pues que pudieran volver a establecer un nuevo pacto, donde lo que tenga sea una función objetivo de decir: si queremos que los excluidos, si queremos que los invisibles, si queremos que aquellos que sufren de inequidad tengan participación, pues hagamos un nuevo acuerdo.

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