Necesario, aplicar los nuevos conceptos de envejecimiento activo y próspero en programas educativos: Raúl Morón


Intervención en tribuna del senador del Grupo Parlamentario del PRD, Raúl Morón Orozco, a favor del dictamen sobre la reforma al artículo 17, fracción III, de la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores.

 

Raúl Morón Orozco, (RMO): Con su permiso, presidente.

 

Compañeras, compañeros, senadoras, senadores.

 

En los últimos años hemos sido testigos de un crecimiento notable de la preocupación por la situación concreta de las personas mayores. Lo más notable es que se ha pasado de un planteamiento basado en necesidades y déficit, que consideraba a las personas mayores sujetos pasivos, a otro fundamentado en derechos y capacidades, rescatando la igualdad de trato y oportunidades en todos los aspectos de la vida.

 

A pesar de que la ciencia médica y la gerontología actualmente están difundiendo una imagen más positiva de las capacidades físicas y cognoscitivas del adulto mayor, mucha gente sigue pensando que esta etapa significa solamente decaimiento biológico, patológico y la pérdida de las capacidades intelectuales.

 

Incluso, ciertas ramas de las ciencias sociales consideran al adulto mayor como una persona dependiente, incapaz de mantenerse a sí misma. Tales conceptos negativos siguen dominando en la opinión pública y muchas veces influyen en el mismo diseño de las políticas públicas.

 

Sin embargo, también se ha reconocido que la educación puede jugar un papel vital a favor de los adultos mayores, al permitirles un alto grado de independencia y mantenerse al tanto de las transformaciones de la sociedad; es decir, vivir una vida más plena. Por lo que podemos afirmar que la educación de las personas adultas puede contribuir mucho apoyando un envejecimiento activo y próspero.

 

Así las cosas, la educación tradicional, sin lugar a dudas, está en deuda con las personas mayores, de ahí que en los últimos años los investigadores han buscado nuevas formas de enseñanza-aprendizaje acordes a las necesidades y condiciones de este sector, las que se inscriben como educación para la actividad, educación a lo largo de toda la vida.

Por tal motivo, al diseñarse e implementarse los programas educativos, es necesario que se apliquen los nuevos conceptos de envejecimiento activo y próspero, así como la imagen positiva acerca de las personas de edad y sus contribuciones a la sociedad.

 

Por lo anterior, vengo a esta tribuna a manifestarme a favor del dictamen que se presenta para su votación, ya que  es importante la inducción de una cultura de respeto a los derechos humanos fundamentales de las personas adultas mayores, situación que se propone como adición en el presente dictamen.

 

Sin embargo, no sólo debe  generarse una cultura de respeto a sus derechos, sino promoverse que en los planes y programas educativos se incorporen contenidos relativos al proceso de envejecimiento, al respeto de los derechos del adulto mayor, al respeto y la valoración de las personas adultas mayores, a fin de contribuir a la eliminación de los prejuicios, maltrato, exclusión y discriminación contra la vejez.

 

Asimismo, se debe promover la aplicación de métodos, técnicas y recursos didácticos acordes a las condiciones de aprendizaje del adulto mayor, con sustento en los elementos aportados por la pedagogía gerontológica, incluyendo un modelo pedagógico para la educación especial de los adultos mayores, así como promover programas de educación en las que el adulto mayor sea el maestro.

 

Pero este dictamen también debe generar en nosotros una reflexión sobre los pendientes en el proceso de valorar, actualizar y ampliar los derechos de los adultos mayores.

 

Por ejemplo: es urgente promover la educación y formación de la persona mayor en el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación para minimizar la brecha digital generacional y geográfica e incrementar la integración social y comunitaria; además de promover la investigación en los aspectos biológico, mental, emocional y social, y las formas de mantener la capacidad funcional y evitar retrasar la aparición de las enfermedades crónico degenerativas y las incapacidades en el adulto mayor, así como exigir el cumplimiento de las recomendaciones científicas, tecnológicas y de innovación necesarias en el sector salud, para la instalación de unidades especiales en los hospitales públicos para su atención integral.

 

No sólo debemos preocuparnos por generar una cultura de respeto, los derechos humanos de los adultos mayores deben generar disposiciones legales que establezcan dichos derechos, a fin de que las autoridades competentes implementen acciones para hacerlos efectivos, como es el caso de la Secretaría de Educación.

Creemos en la posibilidad de que la educación de los adultos mayores despierte nuevas posibilidades y capacidades de encaminarlos hacia metas de autorrealización y de desarrollo personal y social.

 

No estaríamos haciendo justicia si olvidamos que los mayores tienen un campo fértil de construcción, de cultura y nuevos proyectos equivalentes o superiores a cualquier otra edad, siempre y cuando se les faciliten los cauces de expresión.

 

Falta armonizar en nuestra ley,  armonizar el contenido del derecho a la educación y a la cultura que establece la Declaración de los Derechos Humanos, del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Pacto de San José, asimismo las recomendaciones hechas por la Organización de Naciones Unidas.

 

La educación para la persona adulta mayor tiene que convertirse en un compromiso por parte del Estado y de todas las instituciones implicadas en el reconocimiento de sus derechos.

 

Por su atención, muchas gracias.

 

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