México está llamado a ser una nación de justicia social: Raúl Morón


Raúl Morón

Intervención en tribuna del senador del PRD, Raúl Morón Orozco, para expresar el posicionamiento del Grupo Parlamentario en la comparecencia del la titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, en el marco de la Glosa de Política Social.

 

Senador Raúl Morón Orozco, (RMO). Con su permiso, senador presidente.

 

Bienvenida al Senado de la República, maestra Rosario Robles Berlanga, Secretaria de Desarrollo Social, la saludo con aprecio y respeto.

 

Señoras senadoras, señores senadores, ciudadanas y ciudadanos que nos escuchan.

 

En el tema de la cuestión social, pareciera que existen en México dos realidades distintas, que contrastan enormemente.

 

Una que se intenta proyectar en televisión, la de los buenos deseos, la de la efusividad por las reformas que resolverán todo, que nos llevarán al primer mundo.

 

Otra que contrasta con el desbordado optimismo oficial; la de las viviendas precarias, donde habitan familias hacinadas; la de las niñas, niños y adolescentes obligados a abandonar la escuela por causa de la pobreza, la del mundo del trabajo colmado de injusticias.

 

La dolorosa realidad de miles de personas que pasan horas sentadas en un hospital, esperando atención, por camas o medicamentos, de la gente que ha perdido la esperanza de recibir el trato que merece.

 

Nuestro México refleja con mucha crudeza los efectos de la desigualdad, que constituye el mayor desafío para el desarrollo y una gran amenaza para la democracia y la gobernabilidad.

 

Una desigualdad extrema, que tiene rostro indígena, rostro de mujer, de personas con discapacidad, de personas adultas mayores.

 

Es la trampa más grande, que tiene a nuestras jóvenes y nuestros jóvenes en la vulnerabilidad y la exclusión, que los condena al desempleo, al trabajo informal y a emigrar al extranjero.

 

El gobierno federal dilapida de manera irracional el bono demográfico de este país. Siete de cada 10 jóvenes que emigran tienen entre 16 y 25 años.

 

Esta situación es más dolorosa en entidades como Guanajuato, Jalisco, Puebla y por supuesto en mi estado, Michoacán.

 

Somos uno de los países más desiguales del mundo. Tenemos un vergonzoso liderazgo entre los países de la OCDE con el peor nivel de distribución del ingreso.

 

Más de 53 millones de personas  enfrentan el flagelo de la pobreza, 11 millones y medio en situación de miseria.

 

Es lamentable que con grandes adelantos tecnológicos, con el enorme potencial que tenemos, las brechas de  desigualdad se profundicen por malas decisiones de los gobiernos, incluido el gobierno actual.

 

De manera injusta, en este país se dirigen las grandes cargas fiscales a la clase media, a las pequeñas y medianas empresas; se abre la puerta a la creación de monopolios, se sacrifica lo público en aras de intereses privados; se despoja de  tierras a campesinos e indígenas.

 

Ésa es la historia de las últimas décadas, la misma fórmula, que encontró su momento cúspide en el presente sexenio.

 

No es moral ni políticamente aceptable, que se invite a la gente a pagar impuestos e incursionar en la formalidad en medio de sistemas públicos colapsados y que, aun así, se ofrezca lo que no se puede cumplir.

 

No es explicable que se promueva una cultura financiera y del ahorro en un país donde la mayoría vive por debajo de los estándares aceptables de vida.

 

La vía más efectiva de lograr la satisfacción de necesidades básicas es mejorar las condiciones laborales y que haya salarios dignos.

 

Pero hace mucho que la política social dejó de ser integradora y de tener vocación universalista. Por ello, se desvinculó de los derechos y de las conquistas históricas del pueblo de México.

 

Es evidente que a este gobierno no le interesa revertir la pauperización de los salarios y la pérdida del poder adquisitivo.

 

El cumplimiento de objetivos macroeconómicos se sigue dando a costa del sacrificio de los trabajadores y de los grandes objetivos sociales.

 

Se ha dicho que con las reformas estructurales habrá mayor crecimiento y se producirá más riqueza que luego podrá ser distribuida, pero la evidencia internacional y nuestra experiencia demuestran lo contrario.

 

De este modelo, sólo conocemos el estancamiento económico y la tendencia empobrecedora de las mayorías.

 

Es importante que la Secretaría de Desarrollo Social reconozca que programas como Oportunidades apenas y logran contener, pero no evitan la transmisión generacional de la pobreza.

 

Es también importante aclarar que aunque se diera una auténtica reorientación productiva, ningún programa focalizado será efectivo mientras haya políticas que generen pobreza a gran escala.

 

Las causas del fracaso en el combate a la pobreza, en el sistema educativo, en el de salud, debemos buscarlas en el modelo socioeconómico y no en las herencias autoritarias, no en los trabajadores o en los beneficiarios de las políticas.

 

¿Quién puede creer que algún mexicano o mexicana no esté dispuesto a progresar?, ¿quién puede aceptar que un mexicano o mexicana sea nada más si condición la que no quiera avanzar a niveles de desarrollo mejores de los que está viviendo?

 

Es el Estado mexicano el responsable de generar condiciones para que éstas puedan darse de la mejor manera y el pueblo pueda vivir mejor.

 

Es importante señalar también, señora Secretaria, que las políticas sociales en México aún no se despojan de visiones clientelares y visiones asistencialistas.

 

De cara al próximo proceso electoral, exigimos al Ejecutivo federal, a todos los gobiernos estatales y municipales, un respeto irrestricto por la democracia, por las libertades ciudadanas, por la dignidad de las personas.

 

Para el PRD, es indispensable rescatar como objetivos esenciales del Estado la redistribución más justa de la riqueza, la dignificación de las condiciones de trabajo, el combate a fondo de la desigualdad, la garantía y el ejercicio de los derechos universales.

 

La Agenda Social, debe estar en el centro de las grandes decisiones nacionales.

 

Estamos convencidos que si no se rescata lo social como la cuestión más estructural y estratégica, no habrá desarrollo, ni paz, ni futuro digno para todas y para todos.

 

Por ello, nuestra decisión firme de avanzar en una agenda alternativa, con espíritu democrático, con apertura al diálogo, con visión de Estado.

 

Hemos hecho público nuestro compromiso de proponer en lo inmediato el aumento al salario mínimo, porque se trata de un asunto de justicia elemental para millones de mexicanos.

 

Reconocemos al Jefe de Gobierno del Distrito Federal su empuje, con quien coincidimos para poner sobre la mesa una propuesta responsable.

 

Ningún programa público puede ser tan efectivo como el aumento del salario, que por cierto, se ha hecho en casi todo el mundo, menos en México.

 

Vamos a luchar por hacer realidad los derechos de la gente, los derechos de niñas, niños y adolescentes, por que se traduzcan en obligaciones concretas y en mayor presupuesto.

 

Vamos a luchar por que se reconozcan y materialicen los derechos de las y los jóvenes, el sector con mayor potencial para edificar un país distinto, con mayor justicia social.

 

Proponemos aprobar ya la reforma constitucional que establezca el derecho universal a una pensión para las personas adultas mayores.

 

Proponemos una estrategia que tenga como meta el acceso universal a la educación en el nivel medio superior y superior.

 

Un Seguro de Desempleo garantizado por el Estado, no con cargo a los trabajadores ni en detrimento de su derecho a la vivienda.

 

Queremos una verdadera Reforma Fiscal que sea redistributiva, con criterios de equidad, que apuntale una distribución más justa del ingreso del país.

 

Lula Da Silva, un gran líder social y político, logró sacar a 40 millones de personas de la pobreza en Brasil. ¿Por qué en México nos tenemos que conformar con ser un país de carencias y beneficios mínimos?

 

El destino de México no son las desigualdades extremas, ni la pobreza, ni la violencia, no es ser una tierra de sueños cancelados.

 

México está llamado a ser una nación de justicia social, de derechos, de opciones de progreso para las y los jóvenes, de oportunidades de vida próspera para todas y para todos.

 

México está llamado a tener una población con mayores niveles educativos, con mayores niveles de salud, con trabajos dignos y bien remunerados. Tenemos que empezar por proponernos grandes metas, alejadas de los dogmas, de los prejuicios que ha impuesto el modelo neoliberal.

 

Estamos seguros que México será un país libre de miseria y de pobreza. Un país de ciudadanos libres, con derechos plenos. Ese país es el que vamos a construir con todas las ciudadanas y los ciudadanos.

 

Ése es el objetivo que debe tener la política social en este país, ése es el reto que tiene la política social, señora secretaria, y el Gobierno federal.

 

Muchas gracias por su atención.