El deporte en México / Revista Siempre


Río 2016

 

Mi reconocimiento a los deportistas mexicanos que participan en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Por méritos propios, en la disciplina de su especialidad, se ganaron el derecho a participar en el encuentro deportivo más importante del mundo. Considero que han dado su mejor esfuerzo, representando a nuestra nación de acuerdo con los principios del olimpismo internacional, como la excelencia al dar lo mejor de sí mismos en cada competencia; la amistad al considerar el deporte como una herramienta de entendimiento entre las personas y los pueblos, y el respeto que implica el juego limpio.

La importancia de los juegos olímpicos radica en que, por dos semanas, constituyen un escenario inspirador para la humanidad que permite superar diferencias políticas, económicas, raciales, religiosas y de género. En Río de Janeiro resultó particularmente emotivo ver desfilar, con la bandera olímpica, a la delegación de 10 deportistas refugiados de Sudán del Sur, el Congo, Siria y Etiopía, así como constatar y respetar las diferencias en las ropas deportivas usadas por las atletas de los países islámicos, como ocurrió en el voleibol de playa.

Si bien los juegos olímpicos conservan su esencia, el deporte amateur como tal ha desaparecido en este nivel de competencia. Los medallistas olímpicos son producto de una importante inversión pública o de recursos privados de asociaciones y empresas patrocinadoras. Los deportistas de alto rendimiento necesitan recursos en materia de alimentación y alojamiento, medicina del deporte, artículos y ropa de última generación y adelantos tecnológicos aplicados al deporte de acuerdo con cada especialidad. Esto sin tomar en cuenta lo que pueden ser pagos o estímulos a deportistas, así como viáticos para asistir a justas deportivas.

En México, ni el Estado ni la iniciativa privada apoyan de manera adecuada el deporte. Para el gobierno el deporte ocupa un lugar marginal en las prioridades nacionales. Un ejemplo: el presupuesto para 2016, año olímpico, le otorgó al deporte el monto más bajo en lo que va del gobierno de Enrique Peña Nieto. Respecto al deporte de alto rendimiento su presupuesto fue, en números redondos de 2,800 millones de pesos en 2016; de 3600 millones, en 2015; de 4200 millones en 2014, y en 2013, de 7 180 millones.

La titularidad de la Comisión Nacional del Deporte (Conade) forma parte de un reparto de cuotas y acomodos de la clase política, sólo así se explica que la máxima instancia deportiva del país esté ocupada por Alfredo Castillo, un personaje con nula experiencia en materia deportiva y que su especialidad, hasta antes de ser nombrado en la Conade, fuera el de comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán. Que alguien explique cómo la persona responsable de negociar con las autodefensas, coordinar las acciones contra Los Caballeros Templarios y adjudicar obras de infraestructura a constructores, es el responsable de la política deportiva del país.

En México, la iniciativa privada ha sido mezquina en cuanto al apoyo al deporte se refiere. No aportan o lo hacen de manera insuficiente. En un país con una enorme desigualdad social, en donde algunos de sus empresarios más notables aparecen entre los hombres con mayores fortunas personales del mundo, no existe la visión o el compromiso con el deporte, más allá de los que resulta comercialmente rentable, que en México se reduce al fútbol. Por ejemplo, en la página de la Fundación Carlos Slim, en lo referente al deporte en 2015, aparece que dicha fundación apoyó a 119,668 jugadores en el programa De la Calle a la Cancha Telmex, y a 3,383,174 jugadores en la Copa Telmex de Futbol.

¿Por qué la iniciativa privada no apoya el deporte? Porque la reforma a la Ley del Impuesto sobre la Renta se modificó de manera tal que los empresarios no pueden deducir las aportaciones a las distintas federaciones deportivas. No existe una responsabilidad social de los empresarios respecto al deporte. Cuando apoyan alguna disciplina, lo hacen cuando los deportistas ya han logrado algún triunfo significativo y no a la inversa; es decir, apoyarlos para avanzar en la obtención de triunfos.

En países como Estados Unidos, las universidades, la iniciativa privada y las distintas asociaciones se dedican a identificar, promover y apoyar a los deportistas de alto rendimiento. En Europa y varios países latinoamericanos, existe participación del gobierno y de la iniciativa privada en los esfuerzos deportivos. En naciones como Cuba, el Estado define la política deportiva y el apoyo a sus atletas. En México, en la mayoría de los casos, el apoyo a los deportistas de alto rendimiento corre a cargo de sus familias o de él mismo.

A Río de Janeiro México envió representantes en atletismo, bádminton, boxeo, canotaje, ciclismo, clavados, equitación, esgrima, futbol, gimnasia artística, golf, judo, lucha, nado sincronizado, natación, pentatlón, pesas, remo, taekwondo, tenis, tenis de mesa, tiro con arco, triatlón, vela y voleibol. No sabemos cuántos de estos deportistas lograrán una medalla, lo que sí resulta indispensable es un cambio en nuestra política deportiva, no sólo para obtener mayores recursos, sino para fortalecer nuestra cultura deportiva.

@MBarbosaMX

Coordinador Pparlamentario del PRD en el

Senado de la República