La sorprendente Rosario / Revista Siempre


Su obra, una invitación a pensar

 

¿Qué es un baldillito?

—Es la palabra chiquita para decir baldío,

el trabajo que los indios tienen la

obligación de hacer y que los

patrones no están obligados a pagar.

Balún Canán

 

 

Rosario Castellanos (1925-1974) se ocupa de los indios como parte de una temática diversa, de la misma manera que escribe sobre las mujeres y de los escritores tutelares en México. Es muy riesgoso, por eso mismo, afirmar que haga una literatura indigenista o feminista en el sentido tradicional del término. En lo que se refiere a los indios, ella misma se encargó de marcar su raya respecto a la historia y la antropología. En cuanto a las mujeres, se ocupó del feminismo de manera abstracta, sin pertenecer a ninguna organización de mujeres ni algo parecido.

Ella hizo literatura: nada más, y esa literatura es altamente competitiva a escala universal. Su prosa, por ejemplo en Oficio de tinieblas, se puede medir con Rulfo, con Agustín Yáñez, Martín Luis Guzmán, Mariano Azuela o Carlos Fuentes. Se puede comparar con quien le pongan en frente, de México y de otras latitudes iberoamericanas.

Rosario Castellanos fue y es una mujer polígrafa. Se ocupó de temas como la literatura universal, con un soberbio conocimiento de autores como Borges, Jean Paul Sartre y muchos más, que publica en sus textos como Juicios sumarios, Mujer que sabe latín o El mar y sus pescaditos. Conoció la literatura profunda del país y se adentró en la poesía con una disciplina singular. Ella es, después de Sor Juana, la poeta mayor de México.

En La trayectoria del polvo hace una poesía personal con rasgos de universalidad profunda y amplia. Sus poemas invitan a la lectura y al disfrute de la misma. Si alguien lee la poesía de Rosario, seguramente se autoinvitará a otras lecturas: “quedará picado(a)”.

Una parte considerable de su obra se refiere a Chiapas y, ciertamente, a los indios de nuestro estado. Tal vez sea pertinente recordar a doña Rosario con algunas referencias a su temática indígena, ahora que los acontecimientos de Chiapas otra vez nos suben a las complicadas relaciones de la sociedad con los grupos étnicos. El asunto de San Juan Chamula nos regresa a la reflexión sobre lo que creíamos ya superado. El pasado pesa mucho y esa loza permanecerá sobre nosotros si no pensamos el problema.

De vuelta a Rosario Castellanos, ella se ocupa de los indios en sus novelas como Oficio de tinieblas, en donde hay amotinamiento de tzotziles en contra de los tratamientos atroces provenientes de los ladinos. Uno de los rebeldes fue crucificado y sus compañeros lo vieron e hicieron ver como una recreación de la muerte de Cristo. El acontecimiento fue real, pero su historia es muy nebulosa y Rosario lo convierte en un objeto literario. De todas maneras, en la obra se percibe todo un enmadejado de crueldades y venganzas que parecen ser el material, la partícula que une de manera lamentable los escenarios y a los protagonistas.

En sus demás ensayos y cuentos, los indios forman parte de un escenario humano complicado y se cuida bien de hacer apologías innecesarias. Para ella, los indios de México son tan buenos o tan malos como los mestizos y los ladinos que los oprimen. La opresión es histórica y no proviene de un solo espacio. Antes de que llegaran los españoles, ya los indios de Chiapas sufrían el dominio de los pueblos de otras latitudes, particularmente del Valle de México. Chiapas es un espacio propicio para las dominaciones desde la capital mesoamericana, desde la península ibérica y desde el centro del país gobernado por los liberales, por la Revolución Mexicana y por los gobiernos de las alternancias.

En los tiempos actuales, el dominio explotación de una raza por otra no es tan frontal. Es un esquema barroco que requiere de complicidades que, de una u otra manera, se han convertido en instituciones. Ya no es necesaria la violencia, excepto en situaciones como la de San Juan Chamula. Ahora se da un colonialismo silencioso que no requiere necesariamente de la fuerza o de los cuerpos represivos de amedrentamiento preventivo. Los indios ya fueron vencidos, como los bolometic, y de aquellos verdaderos hombres que encarnaban al jaguar y al tigre, al rey de las montañas, solamente quedan los retazos.

Para recordar los 44 años sin Rosario Castellanos es necesario hacer muchas lecturas y fortalecer con ellas la prudencia respecto a las relaciones con los pueblos indios. Como algún cronista de los vencidos lo afirmó: era “…nuestra herencia una red de agujeros” y esa red nos acompaña y es hora de dejarla atrás. Sobre todo, cuando esa red, que era de pita triste pasó a ser de plástico lamentable.

Rosario Castellanos debe ser un referente literario y debe ser un timbre de orgullo para los chiapanecos. También una invitación a pensar.

@zoerobledo

Senador de la República por Chiapas