¿Ya chole con las quejas? / Excelsior


En días pasados el gobierno de la República, con el pretexto de conmemorar su tercer año de ejercicio, lanzó un video en redes sociales donde se hace alusión a las críticas comunes de los mexicanos a las reformas de Peña Nieto.

En dicho video, la respuesta a los señalamientos ciudadanos es: “Ya chole con las quejas”. En cuestión de horas, el mencionado spot fue retirado de las redes frente al grito de protesta que desató y que se volvió viral.

Pero la realidad que el gobierno se niega a aceptar, y que trata de esconder detrás de un “Ya chole con las quejas”, es puesta en evidencia una vez más.

El pasado 15 de octubre se presentó el reporte ¿Cómo va la vida en México en 2015?, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el cual arroja datos que dejan a México muy mal parado.

De entrada, nuestro país tiene calificaciones negativas en 19 de 23 indicadores, categorizados en 11 dimensiones que miden el bienestar.

México es el país más desigual dentro de la OCDE. En términos de ingreso familiar neto, tenemos el más bajo entre los países miembros con un ingreso anual de 12 mil 779 dólares, lo que representa sólo 47% del ingreso promedio de los países que conforman la organización.

Si hablamos de educación, México se ubica como el país con el nivel más bajo en competencias cognitivas en lectura. Además, 15.5% de los mexicanos de 15 a 19 años no trabaja ni estudia. Esta cifra representa más del doble del promedio de la OCDE (7.1%) e implica un alto porcentaje de jóvenes que son vulnerables de convertirse en “materia prima” para el crimen organizado.

En cuanto a seguridad, México registra el peor nivel, con 23 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. Nuestro país tiene el porcentaje más alto de personas (13%) que reconocen haber sido asaltadas en los 12 meses previos al estudio, mientras que el promedio de la OCDE se ubica apenas en cuatro por ciento.

Pero más allá del tradicional recuento de cifras, que de una u otra forma ya hemos escuchado, resaltan los datos relacionados con los habitantes más pequeños de México. Ahí los números son verdaderamente alarmantes.

En comparación con los niños de otros países de la OCDE, los menores mexicanos enfrentan condiciones materiales de vida que los ponen en clara desventaja, con una tasa de pobreza de ingresos de 25.8%, mientras que el promedio de la organización es 9.4 por ciento.

Un dato escalofriante: el homicidio infantil, esto es, la tasa de muerte por lesión intencional por cada 100 mil niños con edad promedio de tres años, tiene su mayor nivel en México con 5.4 muertes, mientras que en países como Grecia, España o Italia es de 0.3 y el promedio de la OCDE es de 1.1.

Niños que viven con carencias materiales, niveles de desigualdad y violencia que hacen inviable su futuro. ¿Qué clase de vida les espera?

A la luz de estas cifras, queda clara la urgencia de acciones inmediatas, y comprometernos con una visión de país a 20 años. ¿De qué otra forma les vamos a garantizar un porvenir a nuestros niños y niñas?

Es en este horizonte de tiempo, y que debemos subrayar cuantas veces sea necesario, es que la lucha de hoy es contra la corrupción, la impunidad y la desigualdad. Terminar con estos cánceres es lo único que ayudará a construir un país para todos los niños de México, y evitar que siga siendo sólo de unos cuantos.

Abundan batallas que debemos librar. Visiones retrógradas impulsan en el Senado una propuesta de Ley de Obras que, de acuerdo con organizaciones de la sociedad civil, fomenta la corrupción en lugar de inhibirla; la discusión para aumentar el salario mínimo se ha rezagado por intereses mezquinos; se mantienen sospechas de que el PRI y el PAN buscan imponer cuotas partidistas en los nombramientos de la Suprema Corte.

Sin embargo, el documento de la OCDE deja claro que los niños y las niñas de México requieren compromisos y acciones profundas, y con altura de miras. No hay espacio para el “Ya me cansé” del anterior procurador, ni el “Ya chole con las quejas” que tanta indignación generó la semana pasada.

Tenemos que organizarnos, todos, los empresarios, los activistas, los políticos, los artistas, y, en general, quienes estemos interesados en responder a la pregunta: ¿qué país le vamos a heredar a la actual generación de infantes mexicanos? No podemos perder más tiempo. Ya basta de mediocridad en la construcción del México que ellos merecen.