Un cáncer que se puede combatir / Tabasco Hoy


El pueblo de México tiene magníficos ciudadanos ejemplo de bondad, generosidad, honor y ética que a diario afrontan sus vidas con la frente en alto, sabedores de que son dignos de mirar a los ojos a toda la sociedad, a pesar de múltiples adversidades, sobre todo económicas, que cotidianamente enfrentan por vivir en un país como el nuestro. Por ello, sé que la corrupción no está en la genética de los mexicanos, es decir, se puede y debe combatir para que no contamine e invada a la nación entera.
Y es que la corrupción es un cáncer que mueve cada año entre mil 500 y dos mil millones de dólares en sobornos en todo el planeta, según el Fondo Monetario Internacional. Para darse una idea más clara, digamos que con el dinero de la corrupción, se le podrían dar 2.5 millones de dólares, o sea, más de 47 millones de pesos al año, a cada una de las 795 millones de personas que padecen hambre en el mundo.
Para México, el costo que representa el cáncer de la corrupción es de aproximadamente 890 mil millones de pesos anuales de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, es decir, cada mexicano pagamos 165 pesos diarios por este mal, como una especie de impuesto ilegal.
Ante esta realidad, desde el Senado de la República impulsamos diversas leyes anticorrupción y de transparencia que, aún siendo insuficientes, representan un paso en la dirección correcta para abatir la impunidad, los sobornos, combatir a los malos servidores públicos y que se impongan sanciones y se instrumenten acciones anticorrupción con un nuevo enfoque preventivo.
Hasta no ver que los niveles de este cáncer que tanto daño está causando al país, disminuyan y se inhiban, la deuda con la sociedad y la nación en esta materia seguirá vigente. Debemos continuar impulsando los cambios legales, educativos y sociales que complementen y permitan alcanzar sin resistencias el objetivo principal: prevenir, combatir y sancionar la corrupción.