Si algo le falta al gobierno es entusiasmo para defender las libertades y valentía para tener un verdadero Estado democrático de derecho


Intervención en tribuna del senador Manuel Camacho Solís, del Grupo Parlamentario del PRD, para presentar posicionamiento sobre el dictamen que contiene proyecto de decreto por el que se expide la Ley General de Partidos Políticos.

 

Manuel Camacho Solís (MCS). Con su permiso, buenas noches.

 

Senadoras, senadores.

 

Recuerden la máxima de Maquiavelo: “Cuando no quieres cambiar la realidad política, cambia los nombres de las instituciones, cuando quieras cambiar no cambies los nombres para disminuir las resistencias y lograr tu propósito”.

 

La reforma que hoy vamos a aprobar a la Ley de Partidos, la nueva Ley de Partidos, se da dentro de dos restricciones fundamentales: una, lo que establece la propia Constitución, los márgenes que ésta permite; y otra, los márgenes que permite la actual correlación de fuerzas políticas del país.

 

Dentro de estos límites los senadores que hicieron la tarea lo hicieron con decoro y lo hicieron con dedicación y no tengo más que felicitar a los presidentes de las comisiones por lo que hicieron, aquí lo han defendido con inteligencia, con elocuencia.

 

Sin embargo, me parece que no se puede dejar de mencionar dos o tres asunto de fondo, ya no sobre la reforma política, no vamos a hablar de que se necesita un nuevo régimen político, exclusivamente de los partidos y yo encuentro que lo que vamos a aprobar, que votaremos a favor, de todas maneras hay tres omisiones fundamentales.

 

La primera es lo que aquí se señalaba en relación a lo de latinobarómetro, no es un asunto menor, no es una cuestión demagógica. Qué pasa con un país como México donde la democracia, sus instituciones y los partidos políticos están en el penúltimo lugar de América Latina.

 

Lo más importante de la política es la legitimidad, es el fundamento más importante de la autoridad y ese es el lugar en el que están nuestras instituciones.

 

Entonces la pregunta es: ¿si lo que estamos hoy reformando, va a resolver ese asunto de fondo?

 

Pero más aún, ¿si no teníamos posibilidades de haber hecho más de fondo para aumentar la legitimidad de los partidos políticos y de nuestras instituciones democráticas?.

 

Y me parece que tenemos tres grandes omisiones.

 

La primera, por qué no dimos el paso desde la constitución y después en las leyes a las elecciones de los candidatos por los ciudadanos.

 

Por qué no dimos el paso a las elecciones primarias, a las elecciones universales, plurales y generales como ya existen en Chile, en Argentina, en Ecuador, en Costa Rica, en Uruguay, en los Estados Unidos.

 

Por qué le tememos a los ciudadanos, porqué no les abrimos la puerta de los partidos a los ciudadanos con una decisión de esa profundidad, no lo hicimos.

 

Cómo vamos a legitimar la elección presidencial sin pasos firmes de esa profundidad.

 

La segunda omisión me parece también importante, el tema de candidaturas comunes y las limitaciones que todavía pueden prevalecer en el asunto de las coaliciones.

 

El gran problema de nuestra reforma política, el gran problema de nuestras instituciones es que no se siente la sociedad confiada en la reforma.

 

No hay entusiasmos por esa reforma.

 

Hay hombre inteligentes como Gil que la viene a defender porque la conoce y cree en ella; hay senadores con la calidad de Alejandro Encinas que nos la presenta con una enorme precisión y objetividad.

 

Pero en los medios, en la calle, dónde están los apoyos a esta reforma.

 

¿Por qué no están? Porque la gente no percibe que haya una redistribución del Poder, la gente no percibe que haya una determinación para enfrentar la impunidad y corrupción, eso no lo percibe la sociedad.

 

Y pudimos haber dado el paso para facilitar que pueda haber cambio en la correlación de fuerzas políticas del país porque eso es lo que tiene atorada esta sociedad, pero cerramos la posibilidad a candidaturas comunes y vamos a volver a reproducir el sistema de tres partidos centralizados que tiene colapsada la toma de decisiones en el país desde hace varias décadas.

 

Aquí las leyes que estamos aprobando es, uno la Ley de Michels, la Ley de Hierro de las Oligarquías que dominan los partidos; y otra, la Ley de (inaudible) que es que en un sistema de tres partidos siempre habrá un reparto del 80 por ciento en los dos primeros y el tercero quedará como una fuerza marginal.

 

No estamos abriendo el sistema político.

 

Entonces yo voy a votar a favor, el grupo parlamentario va a votar a favor, pero me temo que no vamos a despertar el entusiasmo que despertaron otras reformas políticas.

 

Y si algo le falta a nuestra sociedad, si algo le falta a nuestro gobierno, es entusiasmo para defender las libertades, entusiasmo para defender la democracia y valentía para que podamos tener un verdadero Estado democrático de derecho.

 

Muchas gracias.

 

 

 

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