Permanencia o cambio del presidencialismo.


Las elecciones federales de 2018 serán un punto de quiebre para la democracia en México; en buena medida, a través del resultado de las urnas, la sociedad mexicana optará por la continuidad del régimen presidencialista o iniciar un viraje hacia la construcción de un nuevo régimen de carácter parlamentario. La continuidad o el cambio no sólo se expresa en la permanencia del partido gobernante en el poder, también se expresa en impulsar o no un cambio de régimen para dar gobernanza al país, a través de un acuerdo expresado en el Gobierno y en el Congreso de la Unión.

El México del siglo XXI no trascenderá si el presidencialismo impulsado desde el siglo XIX se mantiene como modelo de gobierno. Hay muestras claras y evidentes de su agotamiento y de que ha contribuido al resquebrajamiento institucional, al debilitamiento del estado de derecho, fomentando la corrupción e impunidad y, también, alentado la desigualdad social y acumulación de privilegios de unos cuantos a costa de millones.

El único referente político que está planteando y comprometiéndose a impulsar un gobierno de coalición a partir del 1 de diciembre es la coalición electoral Por México al Frente, integrada por el PRD, PAN y Movimiento Ciudadano. La plataforma electoral registrada ante el INE por esta coalición identifica que: “El actual régimen, anclado a un pasado autoritario, excluye a la ciudadanía  y a sus agendas de la toma de decisiones y de las acciones de gobierno, provocando repetidas crisis multidimensionales: sociales, políticas, de legitimidad, económicas, de seguridad, pero sobre todo una gran crisis moral. La transición democrática de México continúa trunca y el país enfrenta riesgos de regresión autoritaria”.

A diferencia de lo planteado por otras fuerzas políticas que pretenden mantener la verticalidad del presidencialismo, e incluso exacerbarlo dotando de mayor concentración de poder al Ejecutivo, la coalición Por México al Frente asume que, para dotar de estabilidad y gobernanza al país, se requiere de un acuerdo de mediano y largo alcance de varias fuerzas políticas, probablemente además de las que hoy conforman esta coalición, que tome forma mediante la conformación de un gobierno de coalición y una alianza legislativa en ambas cámaras del Congreso; esto sería el inicio para dejar atrás décadas de un presidencialismo que hasta los mismos grandes teóricos, como Giovanni Sartori, caracterizaron en su momento como sui géneris, único y potencialmente dañino para la democracia, como ya lo hemos experimentado.

La sociedad mexicana está castigando el statu quo, es parte de la ola mundial anti sistema, pero la singularidad está en cómo queremos que se realice el cambio de las actuales circunstancias del país. Unos piensan que hay que confiar en una sola persona para emprender el cambio, con él y desde arriba en el poder se realizarán las transformaciones positivas; otros piensan que este esfuerzo de cambio debe provenir de la colectividad, del esfuerzo conjunto de fuerzas políticas y sociales que representan, en conjunto, una porción mayoritaria de la sociedad que permitiría un respaldo amplio y continuo a los cambios por emprender.

En otros países se han expresado votos antisistema, antipartidos e incluso han llevado al poder a personajes de muy dudosa capacidad y estabilidad emocional, padecemos a uno de ellos en nuestro vecino del norte. En México tenemos la oportunidad de cambiar a través de las urnas e ir más allá de una alternancia en el poder y transitar a un cambio de régimen para el México del siglo XXI.

Senador del PRD

http://www.cronica.com.mx/notas/2018/1070920.html