Patrones socioculturales discriminatorios en todas las esferas del poder público son el gran cáncer que obstaculiza los derechos de las mujeres: Angélica de la Peña


Discurso pronunciado por la senadora Angélica de la Peña Gómez, del Grupo Parlamentario del PRD, para posicionar a nombre de la fracción en la entrega del reconocimiento Elvia Carrillo Puerto a Rosario Marín.

 

Angélica de la Peña Gómez, (APG): Con su venia, señor presidente.

 

Señoras senadoras, señores senadores; señoras, señores que nos acompañan.

 

Bienvenida a México y al Senado de la República, Rosario Marín.

 

En México, de un total de 112 millones de personas, 57 millones son, somos mexicanas, de las cuales:

 

Todos los días, siete son asesinadas en contextos de violencia extrema.

 

63 de cada 100 mujeres de 15 años y más, han experimentado al menos un acto de violencia.

 

7 mil 60 mujeres se encuentran desaparecidas.

 

1 de cada 2 adolescentes entre 12 y 19 años que inicia su vida sexual se embaraza.

 

Las mujeres dedican a los quehaceres domésticos entre 10 y 20 horas semanales más que los hombres.

 

En el sureste de nuestro país se encuentran los estados con mayor índice de ausencia de mujeres y de niñas en la matrícula escolar.

 

Las quejas que más recibe CONAPRED son a nivel laboral y son por despido injustificado de embarazo.

 

El valor del trabajo no remunerado en las labores domésticas y de cuidados es el equivalente al 18 por ciento del Producto Interno Bruto.

 

Después de analizar estos datos es pertinente tomarnos un momento para reflexionar: ¿Acaso las niñas y las mujeres, todas, gozan por igual de políticas que potencien sus posibilidades como personas?;            ¿acaso es éticamente correcto desoír las recomendaciones que hacen al Estado mexicano para que esta situación y otras cambien?; ¿acaso se está pensando de manera seria que quienes nos señalan insuficiencias actúan de mala fe o les mueve algún interés extraño para denostar al Estado mexicano o por el contrario se toma referencia de un marco internacional, al que por cierto nos hemos vinculado y al que por cierto, también tenemos que regirnos?

 

Hoy conmemoramos el Día Internacional de la Mujer en el Senado de la República. Nuestro discurso no puede ser el mismo que el año pasado o el antepasado porque no estamos frente al mismo estadio de dificultades y de retos.

 

Sin embargo, el análisis de la situación jurídica, política y social de las mujeres y de las niñas es sistémicamente el mismo: las mujeres de todas las edades y condiciones sufren discriminación y desigualdad por ser eso, por ser mujeres y tal situación, por desgracia, violenta sus derechos humanos.

 

La falta de resolución a sus problemas y carencias fomenta en el imaginario social una cultura de discriminación que no puede resolverse porque deriva de desventajas que “hay que aceptarlas porque es la vida que les toco vivir”;  y por lo tanto, esta situación de desventaja será complicada eliminarla, entonces ergo seguirá prevaleciendo la impunidad.

 

En los hechos “se acepta” que las cosas no cambien porque se justifica el nulo compromiso real para cambiar este estado de cosas, estamos en los hechos frente a una especie –y lo digo preocupada- una especie de boomerang, así ha acontecido el gran privilegio de que el Congreso de la Unión legisle, promulgue una la Ley General para el acceso de mujeres una vida libre de violencia,  sus mecanismos, sus modalidades, particularmente la que tiene que ver con la modalidad de violencia feminicida está ahí como letra muerta.

 

Los feminicidios siguen sin justicia, sin verdad, y la modalidad de violencia feminicida simplemente nunca es invocada.

 

Así acontece también, por cierto, con la paridad: las mujeres enfrentan todo tipo de obstáculos, incluidas las amenazas, para impedir que ejerzan el poder de manera genuina, y quienes han luchado por estos espacios sufren violencia política, marginalidad política, quedan excluidas.

 

Puedo mencionar con los dedos de mi mano, aquí mismo, varios casos.

 

Un gran cáncer que obstaculiza los derechos de las mujeres es la influencia de patrones socioculturales discriminatorios que se encuentran en todas las esferas del ejercicio del poder  público y en todas las acciones y políticas del mismo – por cierto, como lo señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Necesitamos estar en los espacios de poder, pero el poder en otro sentido, no ocupar ese poder masculinizado, ése que nos ha discriminado. Requerimos deconstruir, señoras y señores, el poder público para que, además de ser ocupado paritariamente, también cambien  los patrones estereotipados y discriminatorios de hacer, de ejercer, de implementar, la política pública.

 

Queremos paridad pero no basta con tener mujeres en los espacios de política pública, queremos mujeres pero también queremos hombres que deconstruyan y vindiquen la política y vean la discriminación en toda su gama de colores y se apresten a erradicarla desde las estructuras del poder, que hay que decirlo claramente, son eminentemente patriarcales.

 

Este 8 de marzo debemos hablar de manera diferente, debemos señalar qué estamos haciendo para resolver y prevenir hechos delictivos como la violencia de género, la tortura sexual, la desaparición de niñas y mujeres, la trata contra niñas y mujeres, la explotación del trabajo de las mujeres, la inseguridad de calles, colonias y poblados que afecta principalmente a las niñas y a las mujeres.

 

Termino, señor presidente.

 

Debemos trabajar para que realmente erradiquemos la feminización de la pobreza y lograr trabajo digno y decente para todas las mujeres; debemos lograr que México sea un lugar seguro para quienes entran a él.

 

¡Por la vida y la libertad de las mujeres!

 

Y permítanme decirlo claramente: ¡Vivan las Mujeres!

 

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