Llama Zoé Robledo a rescatar acervo literario de autores mexicanos


Intervención en tribuna del senador Zoé Robledo A., del Grupo Parlamentario del PRD, para referirse al dictamen por el que se reconoce la trayectoria y obra literaria del escritor Gustavo Sainz con motivo de su reciente fallecimiento.

 

Zoé Robledo A., (ZRA): Gracias.

 

Muchas gracias, diputado presidente.

 

Bueno, ya el diputado Rangel ha reseñado parte de la obra de Gustavo Sainz aquí. Yo no, y le agradezco porque fue una muy buen exposición, aunque yo no estoy de acuerdo cuando él dice que está, fue mal llamada la generación literaria de “la onda” como lo fue.

 

Efectivamente Margo Glantz, cuando les llama a esos jóvenes escritores como “la onda”, no lo hace de manera, como un elogio, lo hace hasta de manera un poco despectiva.

 

Sin embargo, siendo un proceso éste literario contracultural, “la onda” termina convirtiéndose en un nombre  que se asume con muchísimo orgullo, con muchísima irreverencia ente todos estos escritores, sin duda encabezados por José Agustín, pero a la cual formaba parte desde luego también Gustavo Sainz.

 

Y déjenme decirles por qué tomé la palabra en este dictamen que me parece muy relevante porque revela un proceso cultural-político que no estamos viendo y que muchas veces no se le pone la atención suficiente, éste tiene que ver con las bibliotecas de los escritores mexicanos.

 

Ustedes deben de recordar que Gustavo Sainz desempeñó gran parte de su vida y literal y académica en Estados Unidos, en particular en Arizona, en las universidades de Nuevo México.

 

Las razones por las cuales se autoexilió son varias, incluso hay un rumor muy sonado que él se autoexilió porque cuando fue director de la revista del INBA, La Semana de Bellas Artes, se llamaba al revista que él fundó, publicó un cuento que no le agradó a la entonces primera dama, la esposa de José López Portillo, Carmen Romano; y que fue la razón por la cual tuvo que salir autoexiliado, en un episodio que incluso encontró al después embajador Bremer, que era entonces el director del INBA y que fue solidario con esa posición de censura a un escritor como Gustavo Sainz.

 

Ahora, esa razón los llevó a tener una vida muy prolífica en los Estados Unidos; siguió escribiendo, siguió dictando clases, conferencias y demás. El asunto es que su acervo literario siguió creciendo en aquel país.

 

Y hoy, hoy que desafortunadamente falleció Gustavo Sainz, el Estado mexicano podría tomar parte, darle valor a eso que ya se ha referido aquí, es el valor que tiene la biblioteca de un escritor como Gustavo Sainz.

 

Yo estoy convencido de que hemos perdido enormes oportunidades de conservar en México acervos literarios, bibliográficos de grandes autores. El acervo de Octavio Paz, ustedes lo sabe, está en la Universidad de Austin, porque Austin fue un mejor postor y porque Austin ofrecía condiciones de conservación y de consulta bastante buenas.

 

El año pasado, cuando falleció Gabriel García Márquez y que su acervo estaba en esta ciudad, el Estado mexicano hubiera tenido la oportunidad de buscar tenerlo aquí para su consulta futura, e incluso, para generar alrededor de la biblioteca de García Márquez un espacio cultural, turístico, que hubiera sido de gran atractivo para todos sus múltiples lectores.

 

Gustavo Sainz en el 2001 hizo un planteamiento, que se hiciera un centro cultural con sus 65 mil libros, con sus películas, con sus obras de arte y que este centro cultural estuviera en Saltillo.

 

Sin embargo, nunca se concretó. Que él estaba dispuesto a donarlo a la red de bibliotecas públicas del país. Pero bueno, la burocracia, la indiferencia que este tipo de temas se presenta permanentemente y que la atención que me están poniendo mis compañeros también es reflejo de ello, es la mejor muestra de cómo hemos perdido estos enormes acervos literarios.

 

Gustavo Sainz salió del país por diferentes causas, su biblioteca podría regresar al país para que se le valore a ese escritor, para que lo conozcan las próximas generaciones y para que vayamos construyendo una colección de acervos culturales, de acervos bibliográficos de escritores mexicanos.

 

Y no tengan que ser las universidades norteamericanas y de cualquier otra parte del mundo las que sí les asignen valor, las que sí se den cuenta de lo que ahí existe, su potencia, y que sean ásas las que se lleven.

 

Hace poco, cuando murió Fernando Benítez, la Universidad de Austin hizo una enorme oferta para llevarse toda su biblioteca, una biblioteca extraordinaria, particularmente en todo lo que tiene que ver con la cultura y los pueblos indígenas porque, además, tenía un acervo que incluía la biblioteca de 20 piezas prehispánicas.

 

Afortunadamente, hubo una persona en México de la iniciativa privada, en particular en Monterrey, que a partir de la fundación Doctor Ildefonso Vázquez adquirió la biblioteca y hoy cualquier mexicano puede ir a Monterrey y ahí está la biblioteca de Fernando Benítez.

 

No fue el Estado, no fueron las autoridades de nuestro país, culturales, las que se dieron cuenta de que se iba a ir todo ese conocimiento adquirido durante años por Benítez a la Universidad de Austin, fue un empresario y una fundación de Nuevo León.

 

Con Gustavo Sainz estamos exactamente en la misma situación, alguien más se dará cuenta y nosotros quizá pasemos, nos pase por en frente la oportunidad de mantener ese cúmulo de conocimientos, 75 mil ejemplares en nuestro país.

 

Celebro la presentación de este punto de acuerdo, sin duda mi voto a favor y ojalá sea un motivo para darnos cuenta que los escritores, como bien lo decía Jorge Luis Borges, son grandes más por lo que leen y por sus bibliotecas que por lo que escriben.

 

Se han dado cuenta otros y nosotros pues seguimos sin darnos cuenta.

 

Muchas gracias.

 

 

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