Llama Zoé Robledo a recuperar principios constitucionales de libertad, igualdad, propiedad y seguridad


Los representantes populares y el gobierno tenemos muchas cuentas pendientes con la nación mexicana: con los que viven, con los que ya no están y con todos los que dieron su vida para constituir un país bajo los principios de libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad, sostuvo el senador Zoé Robledo.

 

En el marco del seminario “La Constitución, análisis rumbo a su centenario”, el legislador del PRD consideró que para entender a nuestra Carta Magna era necesario retomar tres textos históricos que la precedieron: Los Sentimientos de la Nación, El Acta Solemne de la Declaración de Independencia y, principalmente, la Constitución de Apatzingán.

 

El senador enfatizó que en la Constitución de Apatzingán fueron recogidos los ideales del México independiente y “no sólo es un antecedente del constitucionalismo mexicano; es el documento que inauguró el debate sobre la organización política que tendría nuestro país, y lo hizo desde una visión republicana y liberal”.

 

Por ello, al presentar el libro Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana, Sancionado en Apatzingán, el presidente de la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales consideró preciso retomar en esta época un precepto contenido en el documento de 1814: la felicidad.

 

“La felicidad común, que parece un concepto subjetivo que poco o nada tendría que hacer en un texto fundacional de un Estado, es un concepto esencial en el movimiento constitucionalista de los siglos XVIII y XIX”, agregó.

 

Y es que, señaló Zoé Robledo, los constituyentes independentistas del Congreso de Chilpancingo establecieron que las leyes debían ser iguales para todos y convertirse en la expresión de la voluntad general con el objetivo de lograr la felicidad común.

 

“A final de cuentas, una buena ley debe generar la felicidad popular, debe procurar la armonía, debe ser sencilla, apta para llegar a toda la comunidad, para que quienes son sujetos de esa ley la comprendan, la comenten y la compartan; no debe tratarse de una ley de vitrina, efímera o indolente ante los asuntos de la gente a la cual debe servir”, añadió.

A poco más de 200 años de que se promulgara la Constitución de Apatzingán, el senador cuestionó qué cuentas se le rendirían a quienes la emitieran con la esperanza de que funcionara como la Constitución de un país independiente.

 

En ese sentido, planteó la necesidad de retomar los principios sobre los que se promulgó la Constitución de Apatzingán para asegurar que el Estado mexicano garantice el derecho de sus ciudadanos a buscar la felicidad.