Ley3de3, ¿segunda vuelta? / Excélsior


  • Hace unas semanas platiqué con un grupo de personas preocupadas por la situación que atraviesa nuestro país, pero que creen fervientemente en un México distinto. Son hombres y mujeres que rehúsan a cruzarse de brazos y a ser simples testigos de una realidad que los lastima.

Se han planteado organizar una serie de encuentros. El objetivo es reducir la enorme brecha que persiste entre políticos y ciudadanos. La semana pasada tuvimos el primer evento, organizado por un joven empresario, para abordar el tema del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA).

Después de que 59 senadores del PRI y el PVEM votaran en contra del artículo 29 que buscaba garantizar la máxima publicidad y obligatoriedad de las tres declaraciones —patrimonial, de intereses y fiscal— de los servidores públicos, este joven hizo un llamado a “manifestar su molestia” y defender con mayor energía y convicción la voluntad de más de 634 mil mexicanos que apoyaron esta iniciativa ciudadana.

¡En las grandes batallas de la historia se permite todo, menos darse por vencido! Por eso, propuso impulsar una especie de “segunda vuelta” para recolectar, esta vez, un millón de firmas para mandar un mensaje contundente: “En una democracia quienes tienen la última palabra son los ciudadanos, no los gobernantes”.

Traigo esto a colación, pues el día de mañana habrán de discutirse y votarse, en periodo extraordinario, las modificaciones propuestas tras el veto que hiciera EPN a la Ley de Responsabilidades, mejor conocida como #Ley3de3.

El PRD en el Senado votará en abstención. Reconocemos que como quedó, la redacción del Art. 32, genera el riesgo de distorsionar la implementación del SNA, por lo cual coincidimos en que debe modificarse; al mismo tiempo, mantenemos nuestra protesta porque el Presidente no vetó tampoco el Art. 29 de la citada ley.

En el primer artículo se buscaba establecer que los empresarios que reciben y ejercen recursos públicos presentaran sus tres declaraciones. Pero así como quedó redactado, provocaría que incluso becarios o millones de beneficiarios de programas sociales también tuvieran que presentar estas declaraciones, lo que distraería equivocadamente los objetivos de la ley.

El segundo artículo, el 29, y que el Presidente no vetó, la redacción que quedará es la que omite la obligación de hacer públicas las declaraciones de los servidores públicos. Esto contraría la redacción que originalmente impulsaron las organizaciones de la sociedad civil. Al omitir su opinión al respecto, el Presidente prefirió respaldar lo que votó su partido; desaprovechó la oportunidad de darle a la gente una señal contundente de que sus esfuerzos por organizarse y presentar propuestas son claramente escuchados y atendidos.

Se cierra así una etapa de la elaboración de leyes anticorrupción y se abre otra, la de consolidar el sistema; su fuerza no puede depender de las burocracias, sino de la gente. Además, quedan pendientes alrededor de diez leyes: obras públicas y servicios relacionados, extinción de dominio, contabilidad gubernamental, entre otras.

Aun cuando la iniciativa ciudadana quedó prácticamente en los mismos términos que fue presentada, la ausencia de máxima publicidad en declaraciones deja un pésimo sabor de boca. La pregunta es: ¿cómo mantener e incluso incrementar el interés y participación de la ciudadanía en la implementación y elaboración, en lugar de caer en el desánimo y la apatía?

El citado encuentro que sostuvimos la semana pasada nos dejó claro que, en este tema, principalmente los jóvenes quieren mantener la iniciativa. Es necesario traducir las leyes a un lenguaje práctico y accesible. Se requiere que todos conozcamos ampliamente el nuevo marco legal y exigir su cumplimiento. La tecnología debe utilizarse no sólo para difundir, sino como herramienta para ejercer mayor presión sobre la política, viralizar el activismo y encontrar ejemplos concretos que aterricen victorias para seguir avanzando.

Contrario a la política mesiánica tradicional, en la que unos cuantos promueven que ellos arreglarán los problemas del país, hoy la articulación social es la única alternativa para la transformación verdadera. El cambio contra la corrupción es la base y apenas comienza.