La liberalización de las gasolinas / La Crónica de Hoy


La Ley de Hidrocarburos es parte de la llamada reforma energética, fue expedida el 11 de agosto de 2014. El PRD votó en contra, pero fue aprobada con los votos de los legisladores del PRI, PVEM, PAN y Nueva Alianza. En su artículo décimo cuarto transitorio, numeral primero, se señala:

En relación con los mercados de gasolina y diesel se observará lo siguiente:

I. En materia de precios:

a) A partir de la entrada en vigor de la presente Ley y en lo que reste del año 2014, la determinación de los precios al público se realizará conforme a las disposiciones vigentes.

b) A partir del 1o. de enero de 2015 y, como máximo, hasta el 31 de diciembre de 2017, la regulación sobre precios máximos al público de gasolinas y diesel será establecida por el Ejecutivo Federal mediante acuerdo. (…)

c) A partir del 1o. de enero de 2018, los precios se determinarán bajo condiciones de mercado”.

Cuando se habla de “liberalización de las gasolinas”, el referente legislativo es este artículo transitorio en su inciso C, lo que propuso el Ejecutivo federal el 8 de septiembre pasado al presentar al Congreso de la Unión el presupuesto para 2017, fue adelantar un año lo que dice ese artículo.

Por lo tanto, es claro que lo que padecemos este enero en materia de precios de las gasolinas es consecuencia directa de la Reforma Energética y sus impulsores, propagandistas y defensores; ahora dicen que no, que se debe a los elevados impuestos contenidos en el precio de venta al público y a otras cosas que, resulta, no son su responsabilidad. Sí son responsables y el pueblo mexicano se los está demandando.

El cambio legislativo de la liberalización de las gasolinas se materializó a la hora de aprobar la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2017 y contemplar la entrada en vigor de un esquema diferenciado de precios a partir de una regionalización y un calendario de apertura gradual, quedando establecido en el artículo transitorio siguiente:

“Décimo segundo. Durante 2017 y 2018, los precios al público de las gasolinas y el diesel se determinarán de conformidad con lo siguiente:

“I. La Comisión Reguladora de Energía, tomando en cuenta la opinión que emita la Comisión Federal de Competencia Económica, emitirá los acuerdos o el cronograma de flexibilización para que durante los años 2017 y 2018 los precios al público se determinen bajo condiciones de mercado”.

En septiembre y octubre, ningún funcionario público federal explicó que el aumento en las gasolinas podría llegar a más del 20 por ciento, eso ocurrió hasta finales de noviembre, después de aprobado el presupuesto, y en diciembre cuando se emitieron los acuerdos que hace referencia el artículo transitorio antes citado.

No es verdad que el actual aumento es consecuencia del precio internacional de las gasolinas. Se debe al macabro plan de entregar el negocio de los energéticos a manos privadas que incluye, desde hace décadas, no construir nuevas refinerías y producir “a medio gas” en las seis que quedan en el país. Además, mientras el consumo de gasolinas se mantiene constante, la producción interna disminuyó 37 por ciento y la importación cayó 17 por ciento, de tal manera que la oferta es insuficiente para satisfacer la demanda y por lo tanto se tienen, también, problemas de desabasto.

Ahora que se han elevado los precios del crudo y la elaboración de gasolinas, se necesita un precio alto para que el negocio de la importación, distribución y venta de gasolina sea rentable para el sector privado. Eso es, también, una ley de mercado, pero de uno que se quiere crear forzando los plazos y la realidad misma de almacenamiento y distribución existente que aún no está listo, en todo caso, para afrontar las libres “condiciones de mercado”.

Lo adelanté al finalizar el año. Bastaba un mal manejo en la conducción económica del país para provocar una crisis. Bueno, aquí está. El Presidente sólo atina a decirle al pueblo de México que “pudo ser peor” y que deben aguantar, pero la tolerancia tiene límites y la de los transportistas, empresarios, gasolineros y consumidores parece estar siendo rebasada. No obstante, es necesario insistir: Señor Presidente, dé marcha atrás a la liberalización de las gasolinas.

Senador de la República (PRD)

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