La continuidad del PAN y PRI en el saqueo a Pemex / Novedades


La corrupción es “de los sexenios panistas”. Esa es la idea que el gobierno actual ha tratado de vender respecto de varios sonados escándalos (aunque se cuidan de tocar a los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón Hinojosa).

No se trata de defender aquí, por supuesto a los gobiernos de Acción Nacional. Pero cada día es más evidente que hay una línea de continuidad que va del PAN al PRI, y viceversa, sin ningún problema.

El caso que ya se conoce como el “segundo fraude a Banamex” es ilustrativo al respecto, aunque todo parece indicar que altos ejecutivos de esa institución bancaria, filial de Citigroup, no son ajenos a los quebrantos contra la misma institución para la cual trabajan y contra Petróleos Mexicanos.

¿Corrupción panista? Desde el día en que Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia, Evya, la empresa de los hermanos Camargo Salinas –personajes ligados al panismo– recibió 13 contratos que en conjunto suman más de 5 mil millones de pesos.

Apenas el pasado 14 de enero, según reporte del diario Reforma (16 de abril), Representaciones y Distribuciones Evya firmó un convenio para “obras de instalación, rehabilitación, desmantelamiento de infraestructuras e interconexiones de equipos en las instalaciones de PEP” (un contrato con vigencia hasta 2016).

Esto significa que, a pesar de la salida del PAN del poder ejecutivo federal, la empresa mantuvo aceitadas sus relaciones con Pemex.
Entre 2003 y 2013, Evya obtuvo 84 contratos con PEP, pero solamente uno, firmado en noviembre de 2011 (para protección anticorrosiva a instalaciones de producción y plataformas en el Golfo de México), superó los mil millones de pesos.

El contrato número 428233864 es el mayor que haya sido adjudicado a esa empresa (2 mil 343 millones de pesos).

Los diarios Wall Street Journal y New York Times han publicado notas que se refieren al tema de Oceanografía y, a la vez, a casos de lavado de dinero. Aunque no hacen una vinculación directa, han subrayado dos frentes que exhiben una reiterada negligencia de Citigroup, al punto de que sugieren que podría tratarse no sólo de “falta de controles” y de un asunto limitado a algunos empleados –como los que “ya no trabajan” para Hewlett-Packard–, sino de una probable operación fraudulenta que involucra a otros niveles de la institución bancaria.
Es una vergüenza para México que los casos de corrupción sólo se conozcan –está por verse si se investigan de verdad– cuando se anuncian en Estados Unidos, gracias a indagaciones de autoridades de aquel país.
Los cinco grandes bancos que operan en México deben tener una supervisión rigurosa, puesto que concentran el 75% de los ahorros del público. Se les debe obligar a imponer controles internos que eviten las prácticas que los casos recientes han puesto en evidencia.

Si hicieran el trabajo que les impone la ley, las autoridades mexicanas deberían estar siguiendo la pista del dinero. ¿A dónde fue a parar? ¿O es justo eso lo que se quiere ocultar?
Oceanografía y Evya constituyen pruebas irrefutables de que el contratismo depredador que el PRI y el PAN impusieron a Pemex no es otra cosa más que una fuente de corrupción política y empresarial.

Los propietarios de Evya, por ejemplo, se iniciaron en Pemex como proveedores. En el sexenio de Felipe Calderón, se transformaron en contratistas y se les asignaron todo tipo de contratos: de construcción de plataformas marinas y helipuertos, a la edificación de oficinas y viviendas para los trabajadores de Pemex, pasando, paradójicamente, por todos los artículos necesarios para un par de conmemoraciones de la expropiación petrolera.

Se trata, además, de una empresa que ha incurrido en violaciones laborales, que ha sido denunciada por prácticas esclavistas y por adeudar salarios y prestaciones.

Los fraudes de Oceanografía y Envya –la opacidad, la ineptitud de las autoridades mexicanas para evitar la corrupción– ¿van a generar confianza entre los inversionistas que el gobierno quiere traer a nuestro sector energético?

Sí, seguramente generarán la certeza de que en México pueden corromper, evadir la ley y las regulaciones, sin que nada pase si no pasa por Estados Unidos.