Intervención en tribuna de la Senadora Dolores Padierna sobre el tema de Ayotzinapa


VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN EN TRIBUNA DE LA VICECOORDINADORA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD EN EL SENADO, DOLORES PADIERNA LUNA SOBRE EL TEMA DE AYOTZINAPA

 

Sen. Dolores Padierna Luna: Hasta ahora, para desgracia y vergüenza de México, las autoridades no han podido dar con el paradero de los jóvenes normalistas.

Iguala se pudo evitar; la muerte de 6 jóvenes y la desaparición de 43 se pudo evitar, pero el gobierno federal y estatal no atendieron las señales de alarma que sus propias cifras les daban.

Las cifras de homicidios en Guerrero y particularmente en Iguala, eran del conocimiento de las autoridades federales y, aun así, ese municipio no fue incluido en el programa de prevención del delito y la semana pasada anunciaron que no lo van a incluir.

México está de nuevo en los titulares del mundo, pero no como quisiera el gobierno federal por las reformas neoliberales que tanto presume, sino porque muchas zonas del país siguen bajo el terror impuesto por el crimen organizado.

Si de algo ha servido la búsqueda de los estudiantes es para confirmar que la crisis del crimen organizado en México, donde se sabe fueron asesinados decenas de miles de personas en la guerra a las drogas de años recientes, podría ser peor que lo que han admitido las propias autoridades”, eso lo dije entrecomillado y lo leo en el New York Times.

Tarde, pero el gobierno ha volcado personal y recursos para buscar a los normalistas; sin embargo, es lamentable que frente a la tragedia Peña Nieto siga ofreciendo montajes mediáticos, ahora con fotografías para un pacto dos sobre seguridad.

La enorme fosa común que es Iguala no es, para desgracia de México, una excepción.

Más de la mitad del territorio nacional es una gigantesca fosa común, mientras que la noticia de que no eran los normalistas alentó a sus familiares, para el resto de México fue una parada más en la rueda de la fortuna del horror, reforzando la creencia de que hay fosas clandestinas en todo el país donde se han esfumado un número incalculable de mexicanos.

Y es cierto, en muchos otros estados del país se han realizado hallazgos similares que sólo son el rostro más bárbaro de un fenómeno mayor: la descomposición política y social, el dominio del crimen organizado por sobre las instituciones del Estado, el triunfo del crimen sobre la legalidad.

La impunidad fue el preámbulo de la barbarie en Iguala.

Estamos frente al fracaso de un modelo que ha sometido al país al poder de los criminales y también frente al terrible costo de la decisión de Peña Nieto de continuar la “guerra contra el narcotráfico” de Felipe Calderón, en los términos del panista, con la sola diferencia de modular o desaparecer la exposición pública de las atrocidades.

La barbarie en Iguala involucra a gobiernos surgidos del PRD y tenemos la enorme responsabilidad de haber llevado al poder a candidatos que nada tienen que ver con nuestro proyecto de igualdad, de respeto a los derechos humanos y las libertades.

La barbarie es la expresión más cruda de una situación que pone en duda la gobernabilidad.

El profundo y fundado descontento social le ha quitado toda credibilidad a este régimen.

Afuera, México es visto como el peor ejemplo de corrupción, violencia, falta de respeto a los derechos humanos y desigualdad social.

De cara a la tragedia nacional no caben mantos protectores ni impunidad. No hay lugar para la negligencia ni la incompetencia. No puede haber silencio ni indiferencia.

Nadie, comenzando por el gobierno federal, puede evadir su responsabilidad ante esta crisis, pero estamos frente a un asunto que no se resuelve solo con la detención de un alcalde o la caída de un gobernador.

La detención del alcalde debe servir para encontrar a los 43 normalistas; él sabe dónde están, hacer justicia a nuestros líderes sociales, a nuestros compañeros Hernández Cardona, a Rafael Banderas y Ángel Román se les haría justicia también a los estudiantes muertos el 26 de septiembre y a los futbolistas agredidos.

También ayuda a que diga quiénes son las personas, las decenas de personas enterradas en las narcofosas en Iguala, que causa estupor de quiénes son esos cuerpos; ayuda también a descubrir y esclarecer los hechos y las redes de complicidad de ese alcalde y sus protectores y las autoridades ya sea por omisión o por comisión este asunto tiene que servir para que rindan cuentas.

Termino diciendo el Ejecutivo estuvo en Apatzingán, una ciudad que, pese a su comisionado y al enorme despliegue militar y policiaco sigue padeciendo secuestros, extorsiones, crímenes de toda índole.

Peña Nieto estuvo ahí para los festejos del Bicentenario de la primera Constitución de América, haría bien en recordar, que debemos recordarlo todos, el artículo 24 de ese documento, que a la letra dice: “la felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos, consiste en el goce de la igualdad, la seguridad, la propiedad y la libertad. La íntegra conservación de estos derechos es el objeto de la institución de los gobiernos y el único fin de las asociaciones políticas”.

Tener presente el texto promulgado por José María Morelos y Pavón, hacerlo realidad, es la obligación de todos en esta hora negra y trágica para México.

Es cuánto.