El socialismo en el Siglo XXI / Revista Siempre


Por ÁNGEL BENJAMÍN ROBLES MONTOYA*

En enero de 1991 el presidente George Herbert Walker Bush, en referencia a su ofensiva bélica de la Primera Guerra del Golfo Pérsico, le dijo a los congresistas estadounidenses:

“Lo que está en juego es algo más que un pequeño país, es una gran idea: un Nuevo Orden Mundial… Avanzamos hacia el nuevo siglo más seguros que nunca de que tenemos la voluntad aquí y en el extranjero de hacer lo que tenga que ser hecho – el duro trabajo de la libertad”.

Así se inauguró el Nuevo Orden Transatlántico vigente donde los escenarios de guerras permanentes, la creencia que la fuente de la riqueza es el comercio y la presencia de neodictaduras legislativas que pasan como democráticas se constituyeron en la incubadora – para las naciones occidentales – de reformas estructurales, tributarias, fiscales, de privatización de la seguridad social, de liberalización irracional del comercio, de eliminación de empresas estatales, de pagar deudas ilegítimas  antes que aumentar los salarios, entre otras políticas.

Todas dieron por resultado adicional, en los últimos 25 años, una nueva estructura social caracterizada por la concentración más alta del ingreso, un persistente aumento de la pobreza, más desempleo y un colapso de los mercados internos de las economías sumadas a un sistema financiero mundial que está a punto de desintegración.

Los fundamentalistas del libre mercado creyeron que el socialismo estaba definitivamente enterrado desde la caída de la URSS, pero hechos recientes de estos primeros 16 años del siglo XXI hacen evidente la renovación de ideas desde una izquierda que en ciertos gobiernos de América Latina están logrando avances sustanciales en el bienestar de sus poblaciones, muy al margen de las recomendaciones de austeridad del FMI y del Banco Mundial.

Es muy audaz afirmar cómo será el socialismo en el siglo XXI, más aún cuando las condiciones económicas, sociales y políticas son muy distintas a cualquier periodo que la humanidad ha vivido.

Sin ánimo de entrar a alguna discusión teórica desde la perspectiva marxista de la lucha de clases, el hecho es que las nuevas expresiones socialistas de este siglo se ordenan, conjugan y complementan a favor de la defensa y desarrollo del bien común.

En esa dirección lo han mencionado líderes y gobernantes prominentes de la izquierda latinoamericana. Así lo establecen sus declaraciones y propuestas de políticas públicas en países como Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Argentina y también en España, con la organización Podemos.

Hugo Chávez propuso un nuevo tipo de “socialismo del siglo XXI” donde se acepta la propiedad privada en alianza con el sector público, social y colectivo. Inclusive promovió que se nutriera de las corrientes más auténticas del cristianismo, todo ello en el marco de una democracia participativa y protagónica conjugando igualdad con libertad.

Por su parte, Evo Morales, de Bolivia, caracterizó su modelo de gobierno como incluyente de una revolución cultural anticolonial, con una democracia plurinacional indígena, comunal y representativa para darle voz y voto a los más marginados.

El presidente Rafael Correa, de Ecuador, ha implementado una diversidad de políticas a favor del poder adquisitivo y los servicios públicos con gran éxito. Así, estos presidentes y otros como Lula, Dilma, Néstor y Cristina Kirchner, se han declarado anti imperialistas, a favor del progresismo.

El socialismo en el siglo XXI, a pesar de haber tenido reveses por ataques internacionales, es claro que las condiciones socio económicas impuestas por el globalismo transatlántico sólo acelerarán la construcción de un nuevo socialismo para la patria grande latinoamericana. México requiere a la brevedad de una amalgama de la izquierda en esa misma dirección si no queremos antes sucumbir a un modelo que sólo fabrica pobres.

*SENADOR DE LA REPÚBLICA POR EL ESTADO DE OAXACA

TWITTER: @BenjaminRoblesM