Ciudad de México, 07 de julio de 2021.
Gracias presidente. Señoras y señores legisladores. La pandemia del COVID-19 ha traído una serie de impactos que han afectado a todo el mundo, se han sentido en diversos sectores de la humanidad, uno de ellos que ha sido severamente afectado es el de la educación. Millones de niñas y niños se vieron obligados a abandonar las aulas y a convertir su hogar o espacios habilitados, en escuela.
De conformidad con estimaciones del Banco Mundial, la pandemia causó a México un rezago que equivale a dos años de escolaridad, es decir, antes de la pandemia por COVID-19 las y los jóvenes mexicanos alcanzaban en promedio aprendizaje de tercero de secundaria, hoy su conocimiento llegará solo a primero de secundaria.
El cierre prolongado de las escuelas en México está afectando a más de 25.4 millones de alumnos y alumnas de educación básica y 5.2 millones de estudiantes de educación media superior. De acuerdo con UNICEF México, el cierre de escuelas compromete el bienestar actual y la oportunidad de desarrollo hacia el futuro de la niñez y la adolescencia.
Por ello es primordial pensar en la reapertura escolar de forma gradual y bajo las más estrictas medidas de prevención y mitigación de riesgos; además, se debe buscar, claramente una solución o varias soluciones que permitan remediar el rezago sufrido en temas que son tan urgentes como este, para la sociedad.
La reapertura escolar es una decisión que se debe de tomar a partir de la evidencia epidemiológica y el análisis de beneficios y riesgos en materia de educación y factores socioeconómicos y de contexto social. Por eso es que la reapertura se debe de manejar así, de forma estricta, sustentada en evidencia, privilegiando en todo momento, los mecanismos de monitoreo e identificación de personas contagiadas.
Un estudio publicado en marzo de este año en la revista médica británica “The Lancet”, señala que cuando las reaperturas se llevan a cabo sin un marco robusto de mitigación, aceleran la propagación del COVID-19 de manera generalizada.
Sabemos que el virus tiene una baja probabilidad de causar un cuadro severo a personas menores de edad, la prevalencia de los efectos a largo plazo del COVID-19 sugieren que el 13 por ciento de las que se encuentran en el intervalo de 2 a 10 años y el 15 por ciento de las que están en un intervalo de 12 a 16 años, mostraron síntomas aún cinco semanas después de resultar con un examen positivo.
Por eso, ante la evidencia científica, que ha arrojado ya un planteamiento de regreso a clases, en algunos lugares, y que no ha sido exitoso, es que hoy estamos proponiendo que haya una campaña de vacunación para personas de entre 12 y 18 años. Estamos también proponiendo que se elabore un mecanismo de aplicación de emergencia de las vacunas que cuentan con exámenes clínicos suficientes a nivel internacional, para personas de este rango de edad, como ya ha sido realizado en otros países.
Así debemos recordar, por ejemplo, Pfizer ha realizado estudios en más de 2 mil 259 personas de entre 12 a 15 años y 754 de 16 a 17 años, la cual Estados Unidos ya consideró segura y aprobó su uso para, precisamente, personas mayores de 12 años. Por eso estamos realizando este exhorto, para que se realice esta vacunación a este rango de edad y un exhorto también a la Secretaría de Educación Pública para mantener y fortalecer las medidas para el aprendizaje remoto y en su caso, con las mas estrictas medidas de seguridad el regreso gradual en coordinación con las autoridades competentes.
Es pues el planteamiento en términos generales que también incluye, por supuesto, a los gobiernos locales, a las autoridades educativas locales y al trabajo científico que siga arrojando evidencia, pero no podemos dejar fuera este rango de edad por la propagación de contagio y por la seguridad ya probada internacionalmente en la aplicación de las vacunas para ellas y para ellos. Gracias presidente. Es cuanto.
