Tres goles ciudadanos / Excélsior


La semana pasada se realizó un periodo extraordinario de sesiones en el Senado de la República. Trabajamos en leyes que apuntan a problemas tan graves como inseguridad, injusticia, corrupción y narcotráfico.

Pero este momento legislativo no fue un evento aleatorio, de generación espontánea. Fue producto de un impulso decidido, cuyo epicentro está en la organización civil. Por eso, considero que las y los ciudadanos del país han anotado tres grandes goles.

El primer gol. En el año 2013, cuatro ciudadanos solicitaron a la Cofepris que les permitiera consumir mariguana con fines recreativos. Después de dos reveses, uno en Cofepris y otro en un juicio de amparo, el asunto llegó hasta la Suprema Corte, donde finalmente obtuvo una sentencia favorable del ministro Arturo Zaldívar. Después del fallo, el debate se trasladó al Poder Legislativo y culminó la semana pasada con un primer dictamen, aunque todavía muy limitado, sobre la regulación del consumo de mariguana para uso medicinal. La discusión continuará en el próximo periodo ordinario.

El segundo gol. Desde finales de 2014, los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa han caminado, incansables, la ruta que va desde Iguala hasta la CIDH y el GIEI. En su andar han arrojado evidencias de colusión entre las autoridades y el crimen organizado. Esta lucha, al lado de la guerra fallida contra el narcotráfico, es el rostro de la gran demanda social para reformar las policías y mejorar la procuración y administración de justicia. En consecuencia, durante el periodo extraordinario, aprobamos un modelo de Mando Mixto, que mejora la coordinación entre los niveles municipal, estatal y federal de la policía, a través de un Consejo Nacional de Seguridad Pública, su Secretariado Ejecutivo y un Consejo Consultivo Ciudadano. Además, aprobamos las leyes penales que eran necesarias para que, al amanecer del 18 de junio, pudiera arrancar en todo México el nuevo sistema penal acusatorio.

El tercer gol. Desde la revelación de la Casa Blanca de Peña Nieto, la corrupción ha estado explícita como nunca antes, en prácticamente todos los niveles de la vida pública. Frente a esto, en 2015 inició un movimiento civil, modesto al principio, en torno a la hoy famosa Ley3de3. En unos meses, esta acción detonó una avalancha de más de 630 mil firmas de mujeres y hombres que llevaron su enojo hacia la consolidación de una iniciativa ciudadana, la cual fue aprobada en el Congreso la semana pasada, junto con otras seis leyes. Así nace el Sistema Nacional Anticorrupción, que será presidido por ciudadanos, contará con un fiscal especial y tendrá en su centro un Comité donde, por primera vez, se coordinarán todas las instancias anticorrupción.

Cuatro ciudadanos defendiendo su libertad de elegir, los padres de 43 estudiantes desaparecidos y miles de ciudadanos hartos de la corrupción se han convertido en un dínamo de activismo cívico, que ha sido capaz de vencer adversidades y empujar al país en la dirección correcta.

Queda mucho trabajo por delante. Por lo pronto, desde la trinchera legislativa, propongo avanzar en lo siguiente.

Hay que discutir una nueva política de drogas que regularice el consumo recreativo, producción, traslado y comercio de mariguana. Así como el cultivo de amapola con fines medicinales.

En materia de seguridad, debemos profundizar el modelo aprobado para que no quede centralizado en el Presidente de la República, quien puede remover libremente al secretario del Consejo. Además, se debe garantizar la certificación autónoma de los policías.

Por último, apoyo un relanzamiento del tema anticorrupción en cuanto a los controversiales artículos 29 y 32 de la Ley3de3. Hay que insistir en la máxima publicidad y obligatoriedad de las declaraciones patrimonial, fiscal y de intereses de servidores públicos. También es importante atender las preocupaciones legítimas manifestadas por empresarios en días pasados; los instrumentos que se aprueben deben sancionar la corrupción y no ser un límite al emprendimiento honesto. Adicionalmente, necesitamos crear “incubadoras de organizaciones sociales” para que promuevan entre los ciudadanos el conocimiento y uso de las leyes anticorrupción aprobadas.

El futuro de México late cada vez más al ritmo ciudadano. A partir de ahora, sobrevivirán en política quienes aprendan a escuchar y a moverse a este nuevo son.