Sistema Nacional Anticorrupción debe ser liderado por sociedad civil: Ríos Piter


El senador Armando Ríos Piter señaló que en el marco de la presentación del paquete de iniciativas sobre las leyes secundarias de combate a la corrupción, el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) debe tener como guía a los ciudadanos. Esto a través de la silla que tienen en el comité coordinador; ellos deben ser quienes catalicen el funcionamiento de todas instituciones involucradas.

 

Los ciudadanos representados en la séptima silla deben tener la capacidad de investigar y dar seguimiento a los actos de corrupción, ya sean cometidos por funcionarios de cualquier nivel, por partidos políticos, empresarios, o ciudadanos, “nadie puede estar por encima de la ley” sostuvo el legislador.

 

En voz de Ríos Piter, puntualizó que otro tema que debe contemplarse es el de retirar el fuero: “se debe eliminar este privilegio que ostenta el Presidente, legisladores y funcionarios; todos aquellos que estén involucrados en actos de corrupción, deben responder sin distingos ante la ley”.

 

El senador por Guerrero manifestó que se debe crear un SNA que llene las expectativas ciudadanas. Argumentó que su construcción tiene que partir de la realidad mexicana: “la incapacidad probada de las instituciones responsables de impartir justicia y de combatir el desvío de recursos públicos” y dijo que a lo que debe aspirar el Sistema es a romper con el status quo de impunidad que ha imperado en la realidad nacional.

 

Ríos Piter señaló que se  debe evitar que dentro del SNA se repliquen clientelismos y compadrazgos, porque muchas veces la ley se utiliza con criterios políticos y las sanciones simplemente se congelan, recordó casos como el de Grupo Higa o los moches en el Congreso.

 

Finalmente, Ríos Piter señaló que el Congreso de la Unión tiene las horas contadas para acabar con la colusión perversa entre poderes, entre niveles de gobierno, y entre el sector público y el privado. Añadió que se tiene la oportunidad de continuar con la transición democrática del año 2000, ya que el cambio de partido no detuvo la corrupción, la pluralizó a todas las instituciones políticas y la amplificó a todos los ámbitos de la vida pública.