Singularity Summit y los retos para México / Revista Siempre


Transición con ganadores y perdedores

Los días pasados se celebró en la ciudad de San Francisco, California, la primera edición delSingularity Summit, que congregó a más de 900 empresarios, inversionistas y académicos líderes en tecnologías de vanguardia de todo el mundo.

En este evento se presentaron las principales tendencias que marcarán el rumbo mundial. A lo largo de la historia la tecnología ha definido el auge y caída de imperios y naciones. La pólvora, la imprenta, el motor de combustión interna, la energía nuclear, la computadora y el internet son algunos ejemplos. A cada uno de estos hechos se le denomina un “momento Gutenberg”. Hoy tenemos cinco “momentos” en paralelo que se potencian entre ellos.

Estos cambios tienen un impacto, una velocidad y una escala como no se habían visto en la historia de la humanidad. El factor determinante en este balance es la tecnología. Entre estas tendencias está el cambio de la energía fósil a renovable, los vehículos autotripulados y eléctricos, máquinas capaces de aprender de máquinas y computación cuántica, entre otros, que crearán un nuevo balance en lo político, económico, social y militar, radicalmente diferente al presente.

Esta transición tendrá ganadores y perdedores. Cada cambio tecnológico determina el papel de una nación en el contexto mundial.

Para México este cambio tecnológico representa un gran riesgo, ya que, mientras esto sucede, nuestro país se encuentra ahogado en resolver sus problemas del pasado y no en construir una propuesta de futuro. Hace unos días fue presentado el Índice Mundial de Innovación 2016 que destaca a Suiza, Suecia, Reino Unido, Estados Unidos, Finlandia y Singapur como las economías más innovadoras. En contraste, México ocupa la posición 61.

La falta de visión de los gobiernos para hacer de México una potencia en esta materia es evidente. Hace pocos años se advirtió un cambio de tendencia en las energías renovables. En el caso del petróleo se pronosticó una baja en su precio, para lo cual era necesario generar fuentes alternas de desarrollo económico y disminuir la gran dependencia que durante décadas el país ha tenido de los ingresos generados por este hidrocarburo, sin embargo se pensó que no sucedería, que era un tema de ciencia ficción. Hoy es una realidad.

A principios de 2016, la Agencia Internacional de Energía consideró que existen condiciones para que el precio del petróleo baje todavía más. Estamos frente a la ausencia de una política industrial para las nuevas tecnologías.

El desarrollo del país estará determinado por su capacidad de adaptarse y potenciarse, lo preocupante es que tenemos elementos como energía solar, eólica o la mareomotriz, la evolución de la industria automotriz y nuevos productos.

México cuenta con los activos suficientes para transitar a una economía del conocimiento: infraestructura científica tecnológica, capital humano capacitado, investigación científica realizada por universidades e institutos con alto prestigio y reconocimiento, patentes innovadoras, etcétera, sin embargo estamos desperdiciando la oportunidad en debates que no llevan a ningún lado.

No estamos hablando de un proceso de cambio de largo plazo, sino de tendencias dominantes en los próximos años. Cambiarán los sectores de la industria. De acuerdo con Forbes, al día de hoy Uber, con presencia en más de 270 ciudades, es una de las empresas privadas de tecnología más valiosas en el mundo y la mejor valorada de todos los tiempos, con un valor cercano a 50 mil mdd, que la coloca por encima de General Motors. Es decir, una sola empresa está cambiando el modelo de movilidad de las ciudades. En el futuro no compraremos vehículos, sino viajes.

El cambio que vivimos es de mucha mayor proporción; antes de que acabe el próximo sexenio, será una realidad en el mundo, por lo que es importante tomar no sólo medidas paliativas, sino definir una estrategia nacional en este contexto. Es oportuno considerar que el progreso no será para todos. Sólo las regiones de nuestro país que se adapten rápido podrán generar riqueza, las que no lo hagan estarán condenadas a un proceso de exclusión cada vez más grande y profundo, con economías devastadas. Las fuerzas y tensiones de este nuevo modelo de producción desatarán con certeza nuevos conflictos de proporciones equivalentes al tamaño del cambio.

Frente a esta realidad, es necesario replantear el debate nacional, recobrar la ambición y definir un proyecto que le dé viabilidad de crecimiento económico a nuestro país en los próximos años. No podemos volver a cometer el error de centrarnos en lo absurdo e inmediato, tenemos la obligación de caminar con la altura de miras para orientar el debate y el rumbo nacional, evitar una catástrofe económica y social que, de no tomar medidas serias, parece inevitable.

México necesita transitar hacia actividades productivas intensivas en conocimiento, de tal suerte que la innovación, el desarrollo científico tecnológico y el capital humano sean conducidos por una política pública capaz de integrar a los diversos actores involucrados (gobierno, academia, empresarios y sociedad civil) para que sean las nuevas bases del crecimiento económico.

Si no iniciamos un cambio ahora, las condiciones de exclusión y falta de crecimiento actuales serán más profundas y peligrosas. El dilema está en si tendremos la claridad de dirigir al país hacia un mejor futuro.

@LuisHFernandez

Senador de la República