Secretaría de Hacienda no puede ser indiferente a reducción de impuesto en bebidas azucaradas: Mario Delgado


Intervención del senador Mario Delgado Carrillo, del Grupo Parlamentario del PRD, durante la reunión de las comisiones unidas de Hacienda y Crédito Público y de Estudios Legislativos, Segunda, con funcionarios de la SHCP.

 

Mario Delgado Carrillo, (MDC): Muchas gracias, presidente.

 

Bienvenidos los funcionarios de la Secretaría de Hacienda.

 

Quisiera hacer una pregunta muy puntual:

 

Si tienen un estimado de a cuánto podrían ascender los remanentes del Banco de México en este año, evidentemente no ha terminado el ejercicio fiscal; pero sí estamos en una situación muy distinta a la vivida el año pasado, entonces, ¿si tienen alguna proyección por parte de Banco de México de los remanentes?

 

Y una observación. La propuesta de ley que ustedes están haciendo permitiría que estos remanentes pudieran ser utilizados en el mismo ejercicio fiscal que se generan; entonces se podría generar ahí una bolsa donde el Congreso no estaría determinando su destino.

 

Me parece que daría un exceso ahí de discrecionalidad, aunque en un porcentaje, como lo están proponiendo, iría al propio refinanciamiento del déficit presupuestario.

 

Pero dada la modificación también que se hace del déficit tradicional con el déficit ampliado ahora, podría servir como una bolsa adicional.

 

Explico por qué.

 

Cuando se modifica la ley en la definición del déficit se hace con el objetivo de que las inversiones en PEMEX y CFE no compitieran con otros recursos fiscales en la generación del déficit y se pudiera destinar montos importantes a la inversión.

 

Tenemos dos estadísticas: el déficit tradicional más el déficit ampliado.

 

Pero al incorporar la definición de activos de proyectos de alto impacto, ya no hay ninguna diferencia entre el déficit tradicional y el déficit ampliado, dado que en el ampliado están incorporando además de PEMEX y CFE proyectos de alto impacto.

 

¿Cuál es la diferencia entre el déficit que generan los proyectos de alto impacto con el déficit tradicional?

 

Porque seguramente los proyectos de alto impacto estarán desarrollados por la administración pública centralizada; la Secretaría de Comunicaciones y Transportes u otros encargados de otras secretarías de ejercer esos recursos.

 

¿Cuál es la diferencia entre clasificarlos como de alto impacto y el déficit tradicional?

 

Me parece que ahí hay una contradicción.

 

Y abonando a ello, se da la posibilidad de que los remanentes del Banco de México en el mismo ejercicio fiscal pudieran destinarse a financiar el déficit.

 

Me parece que se pierde un poco el control ahí de cómo lo están planteando del déficit público, y es una forma de simularlo.

 

También otra pregunta puntual.

 

¿Cuánto es el costo de los incentivos al ahorro y a la inversión que hasta el momento están establecidos ya como modificaciones a las distintas leyes fiscales, si lo tienen ustedes estimado?

 

¿Cuánto se va a dejar de recaudar?

 

La semana pasada el Secretario comentaba que no tiene necesariamente un impacto fiscal importante en la Ley de Ingresos.

 

Quisiera que nos pudieran precisar rubro por rubro la estimación.

 

También si existe alguna relación entre la modificación que se está planteando al Impuesto Sobre la Renta en activos con la propuesta que están haciendo de fibras.

 

Si es necesaria esta modificación de Impuesto Sobre la Renta en activos para que pudieran funcionar las fibras, dado que aunque tal vez el instrumento más exitoso no tiene el alcance ni la profundidad que se pudiera desear para que fuera una alternativa a la reactivación económica a partir de la inversión privada.

 

Y quisiera hacer algún comentario respecto el impuesto al refresco.

 

Me parece que la Secretaría de Hacienda no puede ser indiferente al cambio que está proponiendo la Cámara de Diputados.

 

Es decir, no puede tener el criterio de decir: “Pues es que como realmente a mí me va a dar la misma recaudación, pues no nos importa cómo quede el impuesto”, porque ahí se asume una actitud hipócrita por parte de la Secretaría de Hacienda, porque el criterio para establecer este impuesto es utilizar el instrumento fiscal para tratar de atacar uno de los gravísimos problemas que tiene este país: la epidemia de la obesidad.

 

Ese fue el argumento para establecer este impuesto al refresco, la Secretaría ha tenido una muy buena recaudación por esa vía, pero fundamentalmente lo que se perseguía por parte del impuesto no era recaudar, sino incidir en materia de salud pública.

 

La forma en cómo se diseñó el impuesto, pues apelaba a que no teníamos conocimiento cierto de la elasticidad de la demanda de los refrescos y se apostaba que un aumento en el precio provocara una reducción por parte de los consumidores de los refrescos.

 

La evidencia nos muestra que sí hay una reducción por este efecto-precio: hay de hecho un efecto-sustitución deseable por agua, lo cual quiere decir que está cambiando de manera lenta la conducta del consumidor, según el Instituto Nacional de Salud Pública, una reducción de 12 por ciento en el consumo a los refrescos, los cual es claramente deseable y era algo que perseguía el impuesto al refresco.

 

Pero también si se rediseña el impuesto también puede provocar cambios en la conducta del productor, es decir, hay que cambiarlo para que haya incentivos, para que al productor le sea atractivo tener una producción de bebidas con menos azúcar o un menor contenido calórico, de tal manera que multipliquemos los efectos en salud pública.

 

Por lo tanto me parece que es correcto establecerlo de manera gradual, pero sobre un mayor nivel de impuesto, no sobre niveles que marginalmente son pequeños y que difícilmente van a ser un incentivo para provocar cambios en la industria.

 

Y la industria, me parece, debe empezar a entender el enorme daño en salud pública que está provocando, es un producto dañino para la salud y la industria debe empezarse a hacer cargo de los graves efectos que provocan en la salud de los mexicanos.

 

Los refrescos son ahora el equivalente a lo que fue el cigarro en el siglo pasado, por el impacto en salud pública y por los esfuerzos de la industria en ocultar los daños que provoca.

 

Tenemos por lo menos que la obesidad cuesta alrededor de 80 mil millones de pesos y para el 2017 llegará a 150 mil millones de pesos. Somos el principal consumidor de refrescos en el mundo y tenemos que darle un ejemplo al mundo de cómo estos productos que provocan un daño a la salud deben tener una sanción.

 

Entonces, me parece que la actitud de Hacienda de decir: como no hay cambios en recaudación, pues a mí no me interesa, creo que no debería ser así, porque de ese impuesto ustedes reciben ese dinero con la justificación de que se buscaba un cambio en la salud pública, un efecto positivo en la salud pública de los mexicanos y no se puede ser indiferente a ello.

 

Entonces, vamos a proponer que lejos de reducir el impuesto hay que aumentarlo, es decir, irnos al doble, que es lo que establece o lo que propone la Organización Mundial de la  Salud y ya sobre ese impuesto, sobre dos pesos por litro, entonces sí rediseñar el  impuesto para que haya gradualidad, dependiendo de la concentración de azúcar y edulcorantes, para acentuar el  efecto que está provocando en los consumidores, que es deseable, y además provocar ya un cambio por parte de la industria yd e esta manera combinando esos efectos más el destino que debe ser etiquetado de los ingresos que se están generando para programas de salud, entonces sí podamos decir que como país estamos haciendo un esfuerzo del tamaño que requiere este epidemia de la obesidad en nuestro país.

 

Es todo gracias.

 

 

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