¿Qué ganamos con prohibir? / Excelsior


De acuerdo con los resultados de la investigación, realizada por los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, uno de los posibles móviles del ataque y desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa es que el quinto camión en el que se transportaban, podría haber contenido droga o, incluso, dinero en efectivo.

Varios medios hablaron entonces de una narco-ruta entre Iguala y Chicago: autobuses de pasajeros que llevan droga a EU y regresan cargados de dinero.

Nuestro vecino del norte es uno de los principales consumidores de drogas en el mundo y, al mismo tiempo, es el mayor traficante de armas hacia nuestro país. Prácticamente una décima parte de su población consume mariguana regularmente, según el informe Mundial sobre las Drogas 2012, de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito. Por otro lado, 70% de las armas incautadas en México proviene de allá, y del total de confiscaciones 85% es de armas ilegales, de acuerdo con una investigación publicada por la Oficina de Washington para América Latina en el 2012.

Como parte de esta ecuación, México produce y transporta drogas al otro lado de la frontera; en paralelo, también aporta muertos y violaciones a los derechos humanos. Todo esto, en el marco de la lucha contra el narcotráfico y de los “negocios derivados” del crimen organizado, como la extorsión y el secuestro.

Entre 2006 y 2013, se han acumulado más de 60 mil muertes violentas como resultado de la llamada guerra contra las drogas. Se calcula que los cárteles mexicanos producen 16 mil toneladas de mariguana al año, de las cuales 80% se exporta al norte. De acuerdo con algunas estimaciones, esta industria tiene un valor de mercado, a nivel nacional, de dos mil millones de dólares anuales. Una cantidad de dinero que no hace sino alimentar la dinámica de violencia y corrupción que ha puesto en jaque al Estado mexicano.

En este escenario, Estados Unidos padece cierta bipolaridad: critica la crisis de inseguridad y derechos humanos que prevalece en México, provocada en gran medida por la prohibición que ellos mismos han impulsado; pero, al mismo tiempo, legaliza el consumo en diversas partes de su territorio.

En 23 estados ya se aprobó el uso de la mariguana para fines medicinales, mientras que en Alaska, Colorado, Oregon y Washington, así como en el Distrito de Columbia, ya se aprobó su cultivo y consumo recreativo. Actualmente existen al menos otros 11 estados que están considerando la posibilidad de sumarse a este grupo. En nuestro país, los últimos nueve años han dejado claro que se requiere otro tipo de respuestas que permitan romper el círculo vicioso prohibición-mercado negro-corrupción-violencia. El cambio en las políticas de uso y consumo legal de la mariguana en EU abre la oportunidad de cambiar de paradigma.

Por ello celebro que el próximo miércoles 28 de octubre, este tema se discuta en la SCJN, con el proyecto del ministro Arturo Zaldívar, a partir del amparo presentado por la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART), en la cual, Zaldívar manifiesta su posición a favor del derecho a cultivar, transportar y consumir marihuana, basado en la responsabilidad y la libre decisión de las personas.

Esto abre la oportunidad de dar un amplio debate en la materia, por lo que propongo que también se aborde, en el corto plazo, el mercado de la amapola.

El estado de Guerrero, mi estado, produce la mitad de la goma de opio en México. Si este mercado estuviera regulado, en lugar de prohibido, se podría satisfacer una demanda nacional por opiáceos y medicinas que hoy no está atendida; ofrecer una visión diferente de desarrollo para las regiones más pobres; y hacer énfasis en las causas y no en los efectos de la violencia, como lo son la precariedad del Estado y sus capacidades. El país que requerimos es uno de libertades más que de prohibiciones. Con una sociedad informada y capaz de decidir responsablemente, con un Estado capaz de garantizar el cumplimiento de la ley, con opciones de desarrollo por encima de la bipolaridad demagógica en la que hoy nos encontramos.

El debate que debe prevalecer va más allá de lo trillado del aspecto lúdico de la mariguana. Se trata de retos fundamentales que tenemos como país.

Twitter: @RiosPiterJaguar