Parece que algo anda mal en la política / El economista


Parece que algo anda mal en la política LA TENDENCIA política global es apoyar proyectos de odio y autodestructivos, por ejemplo, el Brexit; la candidatura de Trump, un narcisista, desequilibrado mental; o la votación de Colombia en contra del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC.
Es un fenómeno global. Los partidos populistasnacionalistas ya no son fuerzas perimetrales, son gobiernos o tienen fuerza decisoria en muchos países. Todos tienen en común un carácter autoritario, propuestas irracionales, imposibles pero atractivas, que generan tensiones y están marcando la vida pública en todo el mundo.
¿Esto significa un caso de insensatez colectiva? NO, es la reacción aun sentimiento de enojoyfuria contra el establishment, una compleja y cerrada red de intereses, poder político y económico, ahogada en sus miedos y la corrupción. Una élite insensible , codiciosa, cómoda e incapaz de comprender la problemáticay de proponer una alternativa viable.
La sociedad global se moviliza, busca en qué creer por una razón sencilla: la inequidad, exclusión y concentración de la riqueza.
En este escenario, líderes audaces, totalitarios, carismáticos y parte de esta misma élite han aprovechado la oportunidad de hacer un asalto al poder, a quienes llamaremos populitarios (populistas autoritarios) que no es una ideología, no tiene un contenido programático, sólo es una manera de hacer política hueca y contestataria.
El dilema de fondo está entre la red de los intereses, el inmovilismo, la exclusión y las propuestas de odio, vacías y mesiánicas. Ambas opciones son peligrosas y no representan una alternativa o proyecto. Hay que elegir entre más de lo mismo y lo absurdo. En todo caso, es necesario distinguir entre los líderes populitarios y sus seguidores que son en su mayoría ciudadanos de buena fe, víctimas de un sistema financiero, político y social abusivo y cínico que los excluye, que en una economía obscenay corrupta buscan una respuesta que los partidos y el statuquono ofrecen. La condena moral, lademonización o estupidización de los seguidores de los populitarios no sirven de nada, resultan contrapro ducentes y refuerzan el enojo y las posiciones antisistema. Hacerlos responsables de una condición que no crearon no es útil ni correcto.
El mundo está pagando el costo de un amasiato entre la democracia y la mercadotecnia. Después de años de campañas que han generado expectativas proponiendo soluciones fáciles a problemas complejos, como si fueran soluciones mágicas, como si fueran balas de plata, éstas siempre acaban ganando por la falta de propuestas y porque las respuestas realistas, racionales y responsables son complejas, poco atractivas, hasta impopulares.
Un elemento que ha impulsado el crecimiento de los populitarios en el mundo es el vacío generado por la izquierda que había funcionado como un contrapeso efectivo al poder; sin embargo, ha perdido identidad y fuerza, abriendo paso a expre siones más simplistas.
Parece que algo anda mal en la política, pero ¿cuál es la alternativa? La política y la democracia son las mejores herramientas que la humanidad ha encontrado para resolver problemas públicos y co muñes de manera pacífica y armónica.
Es necesario reformular las causas de los populitarios de un modo progresista, en contratesis a la simple idea del odio y la descalificación hacia el adversario como la suma de fuerzas que le dan consistencia al proyecto neoliberal y excluyente.
Debilitar la política es fortalecer el totalitarismo, es hacer más difícil la viabilidad de un proyecto democrático. Sólo en la arena de las instituciones podrían generarse soluciones y la posibilidad de progreso.
«Senador de la República. @luishfernandez