Otra vez, pobre PRD / Revista Siempre


El 2017 y 2018 son en realidad un solo año, un año electoral. Para este noviembre o diciembre, el proceso para elegir los poderes federales estará en marcha, los partidos políticos ya habrán decidido quiénes serán sus candidatas o candidatos, es decir, faltan sólo ocho meses para la sucesión de dos de los poderes de la unión.

Este escenario se desahogará en medio de un clima social crispado con un pueblo harto con todo y, sobre todo, con las elites, el gobierno, los partidos y su clase política.

Y ante esto, ¿qué está ocurriendo en los partidos políticos? Como están las cosas, el escenario de competencia electoral será el que se constituya entre partidos y sus electores, tal parece que a estas alturas del proceso no habrá sorpresas, la aparición de figuras independientes o fuera del ámbito partidario se percibe cada vez más complicada y lejana.

En el PRI su definición es simple, consiste en apostar su destino a un gobierno en franca decadencia. La decisión respecto a su candidatura presidencial se ajustará a la voluntad única del presidente Enrique Peña Nieto y en eso solo se expresa su segura e inminente salida de Los Pinos. No existe un contendiente entre los aspirantes priistas que pueda remontar el rechazo generalizado que existe en contra del gobierno federal.

El PAN, uno de los beneficiarios gratuitos del rechazo al gobierno actual, apuesta a seguir mintiendo sobre su forma de gobernar similar a la del PRI. Quien sea su candidata o candidato dependerá del método que utilicen para su elección: si es por elección interna será Ricardo Anaya, sí son mediciones, lo será Margarita Zavala. A Rafael Moreno Valle su desprestigio lo inhabilita para buscar ese puesto, aunque para buscarlo esté comprometiendo con Peña Nieto la declinación de su candidatura a la mitad de la campaña, si estuviera abajo en las encuestas.

Morena tiene resuelta su candidatura a la Presidencia de la República, esta definición es anterior y superior al propio partido, se llama Andrés Manuel López Obrador y cada vez se consolida más.

Mientras esto ocurre en otros partidos políticos, ¿qué pasa en el PRD? Tal parece que no hay estrategia, no hay táctica y no hay ruta con rumbo a 2018; la prioridad de la dirección del partido y de sus corrientes es el proceso de elección interna de agosto de este año para renovar sus órganos de dirección. ¿Esto qué significa? Que persiste el gran pleito para repartirse lo que queda del partido, para ello camina el abultamiento del padrón de afiliados y la conversión de franquicias locales entregadas a los gobernadores de cualquier filiación en los estados.

Rumbo a 2018, en el PRD, como partido, no hay estrategia, una parte se ha definido para construir una alianza con el PAN, su objetivo de forma clara es ayudar a que López Obrador no llegue al poder, esto les horroriza, amén de aspirar a dividendos de los que ya disfrutaron en el foxismo y calderonismo; otra parte del PRD se está cansando de esperar a que Miguel Ángel Mancera se decida, y más ahora que públicamente hizo un acuerdo con Silvano Aureoles para resolver juntos este asunto.

También resulta necesario reconocer lo que significa dentro del PRD el llamado “cuarto polo” de Dante Delgado, quien por cierto, tiene como opción A la alianza con el PAN, por así requerírselo Enrique Alfaro; como opción B, la alianza con el PRD en una posición de supremacía sobre el Sol Azteca; y como opción C, una candidatura apoyada por algunos segmentos del PRD, que están viendo a Movimiento Ciudadano como el único hospedaje para buscar candidaturas en las cámaras del Congreso.

Imagínense qué escenario se constituiría si Miguel Ángel Mancera decidiera no participar. ¿Quién sería el candidato del PRD?, ¿Silvano Aureoles, Graco Ramírez, o quién?

Lo cierto es que ante la anterior incertidumbre, que es la falta de una ruta y de una estrategia rumbo a 2018, liderazgos y base social perredista emigran a otros derroteros, sobre todo para apoyar a Andrés Manuel López Obrador.

Otra vez, pobre PRD, la lógica de corrientes, su alejamiento de su base militante y de las causas de la gente, así como las circunstancias que se desarrollaron en su interior han mermado el perfil opositor. El PRD nació en oposición al PRI y al control que ejercía sobre toda la vida pública del país. Nació para combatir la corrupción y el autoritarismo del régimen político, así como para buscar la igualdad, la justicia social y el desarrollo de la democracia. Nació para disputar la conducción del país, no para ser pieza en las estrategias de otros.

Pobre PRD, que tal parece que su destino ahora se definirá en instancias externas a su control o por los intereses de sus corrientes.

@MBarbosaMX

Coordinador Parlamentario del PRD en el Senado de la República.