Nuevo titular de CNDH recibe una institución seriamente dañada: Dolores Padierna


Intervención en tribuna de la senadora Dolores Padierna Luna, del Grupo Parlamentario del PRD, expresar el posicionamiento del partido acerca del dictamen para la elección del nuevo titular de la CNDH.

 

Dolores Padierna Luna, (DPL): Con su venia, presidente.

 

El nuevo o la nueva titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, recibe una institución seriamente dañada en su credibilidad e incapaz de cumplir la encomienda que tiene asignada en nuestra democracia.

 

Los más reputados organismos de derechos humanos en el mundo han cuestionado seriamente el papel desempeñado por la Comisión, sobre todo en los últimos tiempos en que vivimos una verdadera crisis humanitaria.

 

Amnistía Internacional señaló en su informe sobre la tortura de septiembre pasado que la actuación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, ha sido deficiente, y expresó graves dudas sobre su comportamiento institucional. El organismos institucional juzgó que la Comisión Nacional de Derechos Humanos no realiza investigaciones exhaustivas,  ni oportunas sobre todas las quejas que recibe ni cumple cabalmente con la defensa de los derechos de las víctimas, según Amnistía Internacional de las siete mil quejas que la Comisión recibió entre 2010 y 2013, sólo emitió recomendaciones públicas que confirmaron tortura en 44 casos.

 

Amnistía resaltó la enorme disparidad entre el número de quejas y de recomendaciones. Así por ejemplo, en 2013 la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió tres mil 842 denuncias de violaciones a las garantías fundamentales cometidas por instituciones federales de seguridad pública, del Ejército, la Marina, la PGR,  la Policía Federal, y el personal penitenciario federal, relacionada con detenciones arbitrarias, malos tratos, allanamientos ilegales, intimidación, y uso ilegal de la fuerza, pero solo emitió 35 recomendaciones contra las autoridades implicadas en estos abusos.

 

Sobran ejemplos, comportamiento mediocre, omiso y hasta cómplice, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, encabezada por Raúl Plascencia Villanueva. Podemos mencionar a guisa de ejemplo, el informe que rindió, a propósito de la agresión de policías del Estado de Puebla, que el pasado nueve de julio mataron a un menor, a Luis Alberto Tehuatli, la Comisión documentó los excesos y desmintió la versión del gobierno de Rafael Moreno Valle, pero no señaló responsabilidades de funcionarios de la administración estatal, con lo cual abrió la puerta a la impunidad.

 

En el caso de Tlatlaya, como sabemos, el Ombudsman se dijo dispuesto a investigar, pero antes de hacerlo Plascencia anticipó, y lo cito textualmente: Tenemos claridad de que se trató de un enfrentamiento. La prisa del titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, de avalar la primera versión oficial sobre este hecho, fue una prueba más de su supeditación a los poderes Ejecutivo Federal y a los estatales, de su obsecuencia frente a los abusos de autoridad, además de un claro incumplimiento de su mandato constitucional.

 

La Comisión Nacional de Derechos Humanos es una de las instituciones fundamentales que nos dimos las y los mexicanos con la esperanza de apuntalar la transición democrática, su misión es simple, proteger los derechos humanos.

 

La pieza clave de su actuación es su autonomía, que en la gestión del titular saliente fue puesta en entredicho por una actuación que respondía a los intereses de autoridades, e incluso, a los intereses personales de quien la encabezaba.

 

La autonomía de la Comisión como otras instituciones que deberían de garantizar la transparencia y la justicia, ha sido socavada por un modelo autoritario y capturada por las fuerzas a las que no conviene que las violaciones a los derechos humanos sean reconocidas y erradicadas de nuestra vida pública; instituciones sometidas a los intereses de autoridades, a las que deberían de vigilar de nada sirven a la democracia, ni contribuyen a cumplir los objetivos prioritarios de la nación.

 

La Comisión Nacional de Derechos Humanos no puede ser más parte de una arquitectura institucional autoritaria, que bajo el dominio de grupos de interés o de presión solo favorece la reproducción de la antidemocracia y de un modelo autoritario.

 

La Comisión Nacional de Derechos Humanos es el mayor de los organismos públicos, dedicados a la defensa de los derechos humanos, para desgracia del país, muchos de estos organismos simplemente simular que defienden tales derechos, pues están al servicio de los poderes y no de las víctimas.

 

La crisis de Derechos Humanos que vive México es una realidad, y nos obliga a cambiar de fondo la situación descrita. El caso Iguala nos ha demostrado una realidad cotidiana de masacres, desapariciones forzadas, y vejaciones de todo tipo, pero desgraciadamente no es un caso aislado, frente a esa crisis, requerimos una Comisión Nacional de Derechos Humanos que haga un uso adecuado de sus enormes recursos, que cuente con la audacia y con la capacidad para reorientar el curso de la situación de los Derechos Humanos en nuestro país, no podemos seguir teniendo un organismo que solo convierta en recomendaciones menos del uno por ciento de las denuncias que recibe, estaremos atentas, atentos para no tener que decir con Amnistía Internacional que la Comisión Nacional de Derechos Humanos solo trabaja para sí misma.

 

Esperamos poder decir que una Comisión Nacional de Derechos Humanos, renovada, trabajó para las víctimas, una Comisión que vuelva a su origen y se renueve, que ayude a México a avanzar hacia un poder público sometido, pero al Estado de Derecho, un verdadero contrapeso institucional frente a los abusos y excesos de servidores públicos.

 

El relevo que se define hoy no puede hacernos olvidar que es momentos obligados cambios, que permitan dejar atrás el descrédito de las instituciones como la comisión ante la opinión pública. Debemos volver al debate sobre la necesidad de reformarla para que permita que la Comisión Nacional de Derechos Humanos pueda emitir resoluciones definitivas vinculantes y fortalecer aquellos mecanismos que protejan efectivamente a las y los mexicanos más vulnerables.
Es un asunto de justicia, claro, pero también contribuiría a aumentar las capacidades del estado frente a los conflictos sociales, un tema crucial para nuestro desarrollo nacional.

 

Sólo me resta felicitar el trabajo de las Comisiones de Justicia y de Derechos Humanos.

 

Este esperaba ser un proceso muy complejo y a todos los partidos nos costó trabajo la unificación de criterios. Pese a ello pudo procesarse exitosamente, lo cual es digno de señalarse.

 

Revisaremos la actuación del o de la nueva titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y vigilaremos que ayude a superar la crisis humanitaria por la cual atraviesa hoy nuestro país.

 

Es cuanto, muchas gracias.