Las horas contadas / Excelsior


Si consideramos la opinión que tienen los ciudadanos mexicanos sobre nuestro sistema político, tendremos que aceptar que es una especie de enfermo terminal de impunidad y corrupción.

En el año 2000 perdimos una oportunidad para recuperar la salud del paciente. Se dilapidó un movimiento ciudadano enérgico, que quedó tan sólo en una democracia electoral. Cometimos el error de pensar que la alternancia política era suficiente para controlar a un sistema de poder que no tiene contrapesos reales.

Hoy sabemos que el cambio de partido en el poder no acotó la corrupción, sino que la pluralizó a todos los partidos y la amplificó a todos los ámbitos de la vida pública. Vivimos un modelo de Estado corrupto e impune. Y todo el mundo, literalmente, lo sabe.

¿Cuál es la única salida que le queda a nuestro moribundo?: una dosis contundente de poder ciudadano.

Por eso, un grupo de senadoras y senadores consideramos que el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción, SNA, debe ser liderado por la sociedad civil. En mi opinión, los ciudadanos, a través de la silla que tienen en el comité coordinador del SNA, deben ser quienes catalicen el funcionamiento de todas instituciones involucradas.

Los ciudadanos representados en esa séptima silla deben tener la capacidad de recibir, investigar y dar seguimiento a los actos de corrupción, sean estos cometidos por el funcionario más modesto o por el Presidente de la República, por los partidos políticos, los empresarios, los líderes sociales o los ciudadanos comunes. La premisa es: nadie puede estar por encima de la ley.

Así es como arrancamos, esta misma semana, la cuenta regresiva para culminar, ahora sí, la transición democrática iniciada en 1988. Pasar del voto y las elecciones, a una real y efectiva rendición de cuentas.

No estamos dispuestos a crear un SNA que no llene las expectativas ciudadanas. Por eso queremos construir un sistema de combate a la corrupción que parta de la realidad mexicana: la incapacidad probada de las instituciones responsables de impartir justicia y de combatir el desvío de recursos públicos.

Para evitar que dentro del SNA se repliquen las prácticas de cochupos, clientelismos y compadrazgos, donde la ley se utiliza con criterios políticos y las sanciones a los poderosos simplemente se congelan (como el paradigmático caso de las casas HIGA, o los moches en el Congreso) queremos dotar a los ciudadanos de todos los instrumentos para denunciar y actuar contra todo aquel que cometa actos de corrupción contra las finanzas públicas.

Además de esto, tiene que existir autonomía absoluta en las instancias encargadas de investigar delitos donde la corrupción esté presente. Así como lo han logrado en otras naciones como Brasil, no debe existir dependencia alguna del Ejecutivo.

El ciudadano debe ser capaz de supervisar cómo están siendo manejadas las diversas obras y los programas sociales de su localidad, con total transparencia. Y el sistema debe ser capaz de rendirle cuentas. Hoy la tecnología lo permite.

Es el momento de reconocer el interés jurídico del ciudadano en el combate a la corrupción. Simplemente porque el dinero que maneja el Estado le pertenece a los mexicanos, y donde haya algún desvío debe existir un castigo, sin que ello dependa de voluntades políticas. Por eso insistiremos también en #FueraElFuero para la eliminación de este privilegio, del Presidente, legisladores y funcionarios involucrados en procesos de investigación por corrupción. El Congreso de la Unión tiene las horas contadas para acabar con la colusión perversa entre poderes, entre niveles de gobierno, y entre el sector público y el privado.

Ésta es la batalla legislativa que daremos en los próximos días, con todo nuestro empeño, empleando las mejores prácticas de parlamento abierto, de cara a los contribuyentes y frente a los medios internacionales.

La política más poderosa que existe es la que se hace de la mano con los ciudadanos, es tiempo de actuar en consecuencia. En esta nueva época, los activos más valiosos serán el reconocimiento al mérito, la honestidad y la responsabilidad absoluta que cada quien asuma por sus actos y omisiones.

Tengamos la valentía de cambiar. Y garanticemos a los ciudadanos el lugar que les corresponde para participar en las decisiones que nos atañen a todos.

Como dijo Victor Hugo: “nada es más potente que una idea cuyo momento ha llegado”.

Twitter: @RiosPiterJaguar