La destrucción de Pemex y CFE / El Financiero


Padierna

México ha entrado a una zona de turbulencia financiera y económica más grave que la de 2008. El naufragio más evidente está ocurriendo en las dos principales empresas públicas mexicanas, que tanto prestigio y recursos dieron al país: Pemex y CFE.

Está más claro que nunca que los impulsores de las reformas estructurales del gobierno mintieron cuando prometieron que la reforma energética fortalecería a Pemex y a la CFE. La fórmula de “empresas productivas del Estado” parece hoy una mala broma.

En menos de dos años, no hay fortalecimiento sino desmantelamiento de Pemex. No hay autonomía sino sometimiento de la empresa petrolera a los dictados de la Secretaría de Hacienda.

A solamente diez días del relevo en la dirección general de Pemex, no fue su nueva cabeza, sino el titular de Hacienda, quien ordenó un abrupto recorte presupuestal de 100 mil millones de pesos para este año. Sumado a los 62 mil millones de 2015, tenemos un recorte de 162 mil millones de pesos, aunados al cobro de impuestos y el saqueo que no se detiene.

Dijeron también que con el esquema privatizador aumentaría la producción de Pemex. Otra mentira. De 2013 a 2015 la producción de crudo cayó 10.4 por ciento, la de gas natural 3.3 por ciento, la de petrolíferos 14.8 por ciento y la de petroquímicos 13.5 por ciento. Para 2016, el recorte presupuestal traerá consigo una mayor disminución de la producción.

Mintieron diciendo que no se vendería “ni un tornillo” de Pemex. Hicieron algo peor: quitaron a la empresa pública los campos que contienen las reservas más valiosas y se los entregaron a empresas privadas, sin importar las inversiones que Pemex había hecho en ellos.

La reforma se aprobó en 2014, con precios internacionales que rondaban los 86 dólares por barril. En 2015, el precio promedio disminuyó a 43.39 dólares por barril y para 2016 se prevé un precio internacional de 25 dólares: tres veces menos que hace dos años.

¿Mintieron? Tal vez no, pero al menos mostraron una ignorancia monumental de las tendencias del mercado.

Reyes de la mentira, dijeron que la reforma fortalecería nuestra soberanía energética. Pero las importaciones de petróleo aumentaron 22.7 por ciento y las de petroquímicos 44.7 por ciento. No satisfechos con ello, han decidido adelantar la apertura del mercado de gasolinas.

La situación de Pemex es escandalosa. En 2015 registró pérdidas por 521 mil 607 millones de pesos, casi el doble de las pérdidas registradas en 2014 (263 mil 819 millones de pesos). Se trata de las pérdidas más cuantiosas en la historia de nuestra principal industria.

El impacto de estas pérdidas sobre las finanzas públicas es muy grave.

En 2015, México dejó de tener superávit en la balanza comercial acumulando un déficit por casi 10 mil millones de dólares. Y para este enero el déficit subió a 46 mil millones. La crisis de Pemex está comprometiendo las finanzas públicas.

Técnicamente, Pemex es una empresa quebrada, pero siguen tratándola como un gran botín. Al 31 de diciembre de 2015, el pasivo total fue de 3 billones 107 mil millones de pesos, de los cuales, el 63 por ciento estaba respaldado por activos. El pasivo a corto plazo ascendió a 433 mil millones de pesos.

A pesar de estas pérdidas, el anterior director de Pemex creó una onerosa estructura de altos mandos con 24 nuevas direcciones, 92 subdirecciones, 392 gerencias y 900 subgerencias. Una “burocracia dorada” que acabó por hundir a la “empresa productiva del Estado” sin que nadie rindiera cuentas.

La reducción presupuestal no solucionará el problema de fondo porque no se trata de aplicar una terapia de shock sino de revertir el modelo de desmantelamiento y sometimiento al que han sometido a Pemex. El enorme pasivo seguirá gravitando sobre la empresa y sobre las finanzas públicas. Más de 2.6 billones de pesos deberán ser pagados, y lo serán con recursos de todos los mexicanos.

Los que salvarían a México lo han hundido.

No sólo han mentido sistemáticamente: también han comprometido los ingresos y el destino de las generaciones futuras.

La autora es senadora de la República.

Twitter:@Dolores_PL