La causa y lo causado: La transformación de los partidos / Milenio


Es tiempo de la transformación de los partidos. No deben posponerse los cambios, este es el momento. Las transformaciones son necesarias para enfrentar los hechos que acontecerán entre elección y elección, en las cuales los partidos participarán en varios procesos locales, definirán su relación con la ciudadanía y, principalmente, construirán su futuro.

Es decir, son momentos en que las fuerzas políticas deben elaborar y poner en marcha las estrategias y acciones que llevarán a la práctica; así como escoger los rostros y personalidades que presentarán a la ciudadanía rumbo a la sucesión de 2018.

Después de la impronta de los resultados de la elección del pasado 7 de junio, del fenómeno de la fragmentación del voto y de la irrupción de los candidatos independientes, las tres principales fuerzas políticas nacionales están inmersas en procesos de cambios, así como en la renovación de sus dirigencias. Con estos cambios ¿qué mensajes están enviando los partidos a la sociedad?

El rostro de la “transformación” en el PRI se llama Manlio Fabio Beltrones Rivera. Aquí los posibles cambios adquirieron la forma de las antiguas prácticas políticas. ¿Qué nuevo PRI puede ofrece una personalidad como Beltrones? Ya lo dirán el electorado y la opinión pública. Al ser prácticamente designado, por voluntad presidencial, como el nuevo presidente nacional del CEN del PRI, Manlio Fabio Beltrones será el rostro más visible de esa organización y, desde ya, uno de los aspirantes a competir por la candidatura presidencial de su partido en tres años.

En el PAN, Ricardo Anaya se perfila como el rostro joven de la continuidad. El supuesto relevo generacional se expresa en un candidato fuerte apoyado por el bloque mayoritario que ha controlado esa fuerza política en los años recientes. La apuesta del PAN es el cambio de rostro que pueda generarle legitimidad y nuevos adeptos.

El PRD requiere transformarse y renovarse. El orden aquí sí es importante: primero, transformar el partido, y segundo, renovar su dirigencia porque cualquier dirigencia, con jóvenes o con cuadros con experiencia, no podrá cumplir sus objetivos si llega al mismo partido, con los mismos vicios, la misma burocracia y las mismas prácticas.

Sería un riesgo para el partido si Carlos Navarrete deja la dirección nacional sin antes conducir una verdadera transformación del PRD, porque propiciaría un mayor desorden.

Navarrete puede encabezar esa transformación para que después se integre una dirección que conduciría al PRD rumbo a 2018.

La unidad de la izquierda que se requiere para disputar la Presidencia en la próxima elección no podrá lograrse con un partido como el que actualmente tenemos.

Cuando hablo de transformación, me refiero a un PRD al cual pudieran regresar personalidades que se han ido y sumar a sus filas a personas importantes y representativas de la intelectualidad, la cultura, las artes y la movilización social. Mientras el modelo de partido sea uno en el cual las corrientes internas controlen su destino, podrán ponerse jóvenes o personas con experiencia, pero simplemente no existirá ningún cambio en la realidad.

La transformación deberá hacerse en una propuesta programática, línea política y en un nuevo modelo partidario en el que se eliminen los controles que las corrientes tienen sobre el destino del PRD.

Twitter: @MBarbosaMX