Garanticemos derechos de todos los mexicanos sin importar su lengua y su cultura: Zoé Robledo


Intervención en tribuna del senador Zoé Robledo A., del Grupo Parlamentario del PRD, para presentar iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforma el artículo 58 del Código Civil Federal.

 

Zoé Robledo A., (ZRA): … Marisela Cruz, perdón, y su esposo, ambos indígenas mexicanos de la etnia hñähñú, de allá de Hidalgo, decidieron acudior como cualquier pareja mexicana a registrar a su hija.

 

La quisieron registrar con el nombre de Doni Zänä, este es un nombre que contiene diéresis sobre las dos vocales del apellido; burocráticos como somos los mexicanos, en el Registro Civil se negaron a otorgarle el nombre a Doni, argumentando que no tenían las tipografía solicitada.

 

Como cualquier otro padre de familia, como cualquier otra madre, el nombre que se elige para un hijo no es una cosa menor, es una de esas decisiones emotivas de nuestra historia personal con la que vamos construyendo quiénes somos, cómo nos reflejamos tanto de nuestra herencia, como hacia el futuro con nuestros hijos.

 

El nombre, pues, es algo que importa y sobre todo cuando decidimos el nombre de nuestros hijos, por eso los padres de Doni decidieron que no iban a dejar que la burocracia se interpusiera a su proyecto de vida.

 

Lo entendieron así y empezaron un peregrinaje alegando del derecho a elegir el nombre de su hija.

 

Verán queridos compañeros y compañeras senadoras, que las sutilezas del lenguaje son de verdad maravillosas, igual para nuestro idioma el español, un acento pude cambiarlo todo, un acento puede cambiar por completo el sentido de un verbo, el sentido de una oración, el sentido de un nombre, el sentido de una palabra.

 

No me van a decir que es lo mismo inglés que ingles, así es la importancia de un acento.

 

Por eso, para Doni era importante la diéresis. Miren, déjenme enseñarles para de manera un poco más gráfica lo que me refiero. Éste es el nombre que los padres habían elegido para su hija: Doni Zänä.

 

Doni Zänä significa “Flor de Luna”, esto es lo que significa este nombre, un nombre hermosísimo que escogieron para su hija. ¿Qué ocurre si hacemos esto como sugería respetuosamente el Registro Civil? Doni Zana, así, sin diéresis, significa “Piedra que Muerde”.

 

Así de ilógico es a veces el Estado mexicano. Los padre de Doni Zänä realizaron entonces una larga campaña por diversas dependencias del gobierno de Hidalgo que los llevó lo mismo a la alcaldía de Tepeji, al Registro del Estado Familiar, posteriormente a la Secretaría de Gobernación, después a la Cancillería , hasta que llegaron a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, instituciones todas que les dieron respuestas similares: que era un capricho de ellos, que dejaran de lado esta intención, que buscaran un nombre menos complicado para su hija y que le ahorrarían problemas en la escuela con un nombre poco común.

 

Yo creo que todos aquellos que amamos el lenguaje, entendemos muy bien las diferencias que hacen estás sutilezas que hacen estos caprichos como los denominaron las autoridades que atendieron a los papás de Doni.

 

José o Jose, o María y Maria, no es exactamente lo mismo, yo lo vivo constantemente, mi nombre, Zoé, que no es un nombre común, se escribe Z-o-é, no es lo mismo que Zoe, sin acento en la E.

 

Y ése no es un problema generalmente, pero sí lo era para esta familia.

 

Por qué es tan importante esta historia de Doni, para que la traiga a la tribuna del Senado, porque lo que revela es lo discriminatorios, lo excluyentes que somos con los pueblos indígenas de nuestro país.

 

México es una nación pluricultural, así lo dice la propia Constitución, cuyo sustento yace justamente en los pueblos indígenas, por eso, la misma Constitución garantiza una libre elección de cosmovisión que otorga al individuo toda una categoría valorativa que se ve reflejada tanto en su actuar diario, como en algo tan íntimo como lo es su nombre.

 

Vaya, yo he visto a mexicanos y a mexicanas que cuando van estas cafeterías que piden que escriban su nombre en la taza, se enojan si escriben su nombre mal, pero aquí no habría bronca si querían que escribieran su nombre mal en su acta de nacimiento.

 

Hay que recordar que las lenguas indígenas de nuestro país tienen también diferencias entres sí y todas tienen raíces diferentes al español.

Si vamos a reconocer la validez de estas lenguas y vamos a asumirnos realmente pluriculturales, cosa que no creo que nadie aquí en el Senado deba de dudar, entonces hay que hacerlo de forma cabal.

 

En México hay 68 lenguas indígenas, estás 68 lenguas tienen 364 variantes y alrededor de 8 millones de mexicanos las hablan todos los días. Solamente en mi estado, 26 por ciento de la población en Chiapas es hablante de una de las 16 lenguas que hay allá.

 

La mayoría de esas lenguas, obviamente, tienen también caracteres y grafías que son distintas a las del español.

 

Por eso es que esta iniciativa es muy sencilla, busca remediar algo tan simple como aceptar estas grafías distintas en el Registro Civil para desencadenar algo mucho más importante, el derecho a una cosmovisión.

 

Es una modificación al artículo 58 del Código Civil Federal, el que tiene que ver con el acta de nacimiento y es un párrafo nuevo completo que dice:

 

“En todos los casos en que se requiera, el juez del Registro Civil está obligado a registrar en el acta de nacimiento el nombre solicitado con estricto apego a los caracteres pertenecientes a las lenguas y a los dialectos indígenas”.

 

Creo que nosotros tenemos un compromiso con los pueblos indígenas que va más allá de la Constitución, tenemos un compromiso con volver el pluriculturalismo mexicanos, no solamente en un adorno para presumir la diversidad cultural del país sino como una realidad legal y una realidad institucional que realmente garantice la igualdad de derechos de las diferentes lenguas y culturas que coexisten en el territorio nacional.

 

Permítanme terminar citando a la filósofa alemana Hanna Arendt que alguna vez dijo:

 

“El derecho a tener derechos o el derecho de cada individuo a pertenecer a la Humanidad tendría que ser garantizado por la propia Humanidad”.

 

Por eso empecemos ya garantizando este derecho para todos los mexicanos sin importar su lengua y su cultura, y reconociendo que hay millones de Donis en el país que también requieren de ser atendidas.

 

Es cuanto, señor presidente, muchas gracias.

 

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