Existe el riesgo de que la gente creyendo que va a incrementar su salario y su bienestar, vea que su bolsillo no mejora: Ríos Piter


Intervención en tribuna del senador Armando Ríos Piter, del Grupo Parlamentario del PRD, para fijar posicionamiento a nombre del grupo sobre el dictamen con proyecto de decreto por el que se reforman diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de desindexación del salario mínimo.

 

Armando Ríos Piter, (ARP): A nombre del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, me siento contento y orgulloso de que el día de hoy estemos a punto de votar un asunto de vital importancia para la economía presente, y sobre todo espero, para la economía futura del país.

 

Y me siento orgulloso porque este debate, que desafortunadamente estuvo estancado, porque intereses metieron mano y congelaron en cierto sentido, lo que hoy ya es una oportunidad de que todos los grupos parlamentarios votemos un cambio a la Constitución; me siento orgulloso decía, porque esta fue una propuesta que originalmente surgió de un gobierno de mi partido, del Partido de la Revolución Democrática, con la visión de izquierda que tiene el gobierno de la Ciudad de México.

 

Hace un año, Miguel Ángel Mancera, el 28 de agosto de 2014 presentó una propuesta que se titulaba: Política de recuperación de los salarios mínimos en México y en el Distrito Federal.

 

Ello motivó que se presentaran iniciativas que primero se votaron en la Cámara de Diputados, y que hoy son el sustento de la minuta que estamos por votar.

 

Y me parece que es importante y trascendente, saber que ésta es una de las primeras discusiones -diría yo- en las cuales estamos entrándole a las causas, y no estamos patinando como siempre nos ocurre, en los efectos.

 

¿Cuáles son los efectos de una economía que no crece, una economía que en más de 20 años tiene dos por ciento de crecimiento en promedio? Pues son que tengamos una economía con pobres, donde el porcentaje de pobres desde hace 30 años pues prácticamente no cambia por más políticas de atención a la pobreza que tenemos. Un país donde hace tan sólo algunos meses el CONEVAL, nos dio la noticia,  no solamente de que tenemos el mismo porcentaje que hace 30 años, sino que se incrementa en más pobres, especialmente en la parte urbana. Dos millones de nuevos pobres en lo que va de este gobierno, en estos dos últimos años.

 

Pero eso compañeros y compañeras es un efecto de decisiones de política económica: desigualdad en un país en donde de cada 100 mexicanos, tan sólo 10 concentran el 64 por ciento del ingreso; es decir, que solamente 10 personas de cada 100, se quedan con mucho más de lo que puede generar el otro 90 por ciento, pues es obviamente increíble.

 

Es increíble, revisaba ahorita el libro de Thomas Piketty, y él precisamente dice: En aquéllos países la historia, y las revisiones de los números en la historia, señalan que en aquellos países donde el 50 por ciento es concentrado solamente en el 10 por ciento, estallan revoluciones. Y lo hace en un análisis desde la Revolución Francesa.

 

Bueno, ese es el país en el que vivimos, un país en el que 10 personas de cada 100, concentran el 64 por ciento del ingreso, y ese problema que es el de la desigualdad, es un efecto.

 

Y por último el de la informalidad, donde tenemos un país donde 2 de cada 3 trabajadores, dos de cada tres integrantes de la población económicamente activa, están en la informalidad, y esto significa precariedad, malos ingresos, malos alimentos en las mesas de sus familias, pero también significa escasa o nula productividad para la economía. Malos ingresos que significan también una mala impartición de la seguridad social.

 

Ese es el país, compañeros y compañeras, del que llevamos hablando más de 20 años, desde que el PRI nos heredó la devaluación y que tuvo que enfrentar con Miguel de la Madrid, y luego las políticas de estabilización con Carlos Salinas de Gortari, pasando por los gobiernos del Partido Acción Nacional.

 

Ese es el país que tenemos, un país de pobreza, de desigualdad, y un país de informalidad.

 

¿Y por qué me siento orgulloso del debate del día de hoy? Porque es entrarle precisamente a empezar a resolver causas de esos problemas, porque esto no se originó de manera espontánea, esto no surgió de la nada. Esto compañeros y compañeras, que un kilo de tortillas sea lo único que se puede comprar hoy con el salario mínimo, en lugar de cuatro -como ocurría en los ochentas- es una decisión de la clase política. Fue el resultado de una decisión de los políticos que quisieron enfrentar los malos manejos económicos de los sexenios de Luis Echeverría, y de José López Portillo, con la intención de evitar la inflación, pero anclando el salario.

 

Eso compañeras y compañeros, tenemos que traerlo a la memoria, porque si no entendemos de dónde venimos, la decisión que estamos a punto de tomar el día de hoy no tendrá una visión de futuro y no podrá encontrar el enorme compromiso y el enorme acuerdo nacional que esto reclama.

 

Porque si la pobreza y la desigualdad de la informalidad son causas, fue precisamente porque necesitábamos tener un salario mínimo que evitara que la espiral de inflación continuara.

 

El problema fue que se quedó estancado y alrededor de 127 leyes de carácter nacional se fueron configurando para seguir manteniendo en la Comisión nacional de Salarios Mínimos, pues una suerte de lugar donde llegaran los fantasmas del sindicalismo para tener la opresión de la ortodoxia de la economía nacional.

 

Y entonces las negociaciones salariales, compañeros y compañeras, lo que encontraron fue un deterioro de ese salario mínimo de las condiciones de vida y del bienestar de la gente.

 

¿Por qué si desindexamos el salario mínimo como pretendemos hacerlo el día de hoy, podemos pensar que podemos enfrentar la pobreza, la desigualdad y la informalidad?

 

Porque el salario mínimo está el día de hoy, recrea la pobreza. Hemos escuchado que somos una fábrica de pobres, y en efecto lo somos, ¿por qué? Porque 43 por ciento de la población vive en pobreza salarial; es decir, trabaja día con día, día con día trabaja y no le alcanza siquiera con el ingreso diario para poder tener la canasta mínima de bienestar.

 

Por más que trabaje, y son 7 millones de mexicanos y mexicanas que viven en esa condición. No nos extrañe entonces, y no se enojen cuando el Coneval dice que 1.750 millones de nuevos pobres están las zonas urbanas, parte de ello lo aporta este salario mínimo.

 

Segundo, la desigualdad, pues obviamente cuando uno revisa las cifras de crecimiento de la productividad y uno checa las cifras en una serie de 20 años, la OCDE, no cualquier organización, la OCDE, que ha sido proactiva a las políticas neoclásicas o neoliberales, lo que dice es que la productividad en el país ha crecido 30 por ciento, mientras que el salario mínimo se ha quedado estancado.

 

Tan sólo para el 2007, haya que pensarlo, del 2007 a la fecha, más de 7 años, los salarios reales se han quedado 9 por ciento por abajo del crecimiento de la productividad.

 

¿Quién se está quedando ese incremento en la productividad? Pues los dueños del capital, ese debate no cambia, ¿quién se lo está quedando? Los dueños del capital.

 

Y tercero, por qué la informalidad, a quién le va a interesar meterse al proceso de formalidad si el salario mínimo no rinde y no es suficiente.

 

Entonces hay causas, hay efecto, estamos entrando con esta discusión a un proceso de fondo que es tratar de resolver las causas. Quitar la indexación; es decir, la dependencia de las multas, de las tarifas, de todo lo que le hemos puesto como ancla al salario mínimo, es un paso fundamental para arrancar el gran debate que reclama México.

 

Es ahí donde hay que hace runa reflexión profunda, si queremos que esto solamente sea un motivo de campaña, como fue para algunos partidos políticos que se envolvieron en este planteamiento, qué bueno que lo hicieron porque hoy van a votar a favor de esto, qué bueno.

 

¿Pero lo que queremos es solamente desindexar o verdaderamente lo que queremos es un nuevo pacto? Un nuevo acuerdo de la República para encontrarnos con el crecimiento y con la senda de desarrollo que quiere México.

 

Yo estoy convencido que mi generación es posible y es capaz de entregarle a los que siguen un país que sea la quinta potencia del mundo, yo estoy convencido de que ese país es posible porque ése es México, porque es un país que tiene población, que tiene trabajo, que tiene capacidad emprendedora y que también tiene empresarios.

 

Pero compañeros, si seguimos pensando en el interés solamente de una de las partes, en lugar de entender que este tiene que ser un compromiso de todos, no vamos a llegar a ningún lado.

 

Hoy vamos a cambiar la Constitución; y esto hoy corre el riesgo de convertirse en frustración de la gente que creyendo que va a incrementar su salario y su bienestar, vea que su bolsillo no mejora.

 

Yo los invito compañeros a que el voto del día de hoy sea un voto de historia, de historia no hacia atrás, sino de historia hacia adelante.

 

Que hoy construyamos, quienes estamos a punto de votar este cambio en la Constitución, un  gran inicio de acuerdo, un acuerdo que nos lleve a que los trabajadores junto con los empresarios, que es esa parte productiva que nos puede llevar al gran desarrollo que tenemos en compromiso con la historia, a ser el gran país que México está comprometido a ser.

 

Es cuanto señor presidente.

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