El problema de corrupción quedó evidenciado en la participación política del pasado proceso electoral: Armando Ríos Piter


Discurso pronunciado por el senador Armando Ríos Piter, del Grupo Parlamentario del PRD, durante la presentación del libro “México: Anatomía de la Corrupción” de María Amparo Casar.

 

Armando Ríos Piter. (ARP): Sí, muchas gracias.

 

Primero que nada, me paro. Bienvenida, siempre es un honor estar contigo en reuniones de trabajo, y especialmente en este tema en el que ya te has metido y te has especializado, y tener ya este documento como un esfuerzo que articula una serie de planteamientos, la verdad es que va a ser –como mis compañeros lo han dicho– muy útil.

 

Es oportuno, porque el debate que viene de acuerdo a lo que constitucionalmente estamos obligados a hacer, que es que en el próximo año tengamos un marco de legislación reglamentaria que le dé verdadera “carnita” al Sistema Nacional Anticorrupción que quedó en la Constitución, sin duda alguna aparece en un buen momento.

 

Yo quiero tal vez plantear algunas cosas para la investigación que, sin duda alguna, tendrá que ser conjunta, que queremos hacer si tú lo apruebas, ¿no?, y obviamente con más de los compañeros que están aquí porque este es un tema que apenas está iniciando en términos de cómo aterrizarlo, aterrizarlo metodológicamente, aterrizarlo en el entendimiento de los números, de las encuestas, las percepciones. Yo creo que este documento cubre esa primera etapa.

 

Me quiero quedar con la pregunta que tú dejabas en tu exposición, porque yo creo que ahí es a donde viene la Constitución hacia adelante.

 

Tú preguntabas: “¿Cómo convencemos a todos los mexicanos de que es más costoso vivir dentro de la corrupción que fuera?”. Y yo creo que ahí es adonde está y por eso quiero decir que, siendo este libro un primer avance bueno, creo que se queda muy corto en que podamos lograr ese convencimiento.

 

Yo en varias ocasiones en las discusiones del Sistema Nacional Anticorrupción, usé ahí el ejemplo de Ayotzinapa como un ejemplo de corrupción. En la narrativa y en nuestra identificación colectiva el tema de Ayotzinapa no es un tema de corrupción, sí es un tema de violación de derechos humanos, es un tema, digamos, un problema terrible, pero no es un problema de corrupción en la percepción que socialmente tenemos de la corrupción, y el libro se queda precisamente en esa primera etapa.

 

Analiza cuánto cuesta, cuál es el costo del Producto Interno Bruto, que si son actores privados o si son públicos, pero me parece que Ayotzinapa es un tema que hay que ver en esa dualidad: en la de corrupción e impunidad, porque el servicio público encargado de cuidar a los ciudadanos fue, en representación de los policías, el que secuestró a los jóvenes, se los entregó a sicarios y los asesinaron. Ese es un acto de corrupción.

 

Si no logramos poner eso en esa dimensión, no como un tema judicial, no como un tema económico sino como un tema de derechos humanos el problema de la corrupción, entonces no vamos a encontrar un camino correcto que permita que la discusión legislativa, que el Sistema Nacional Anticorrupción verdaderamente tenga la profundidad que requiere como un momento en que el Estado entienda cuál es la crisis en la que se encuentra y que la convocatoria de gobierno y gobernados que se tiene que hacer cuando se hace la buena ley –así lo decían o así se le ha reconocido– cuando se da ese momento en que la ley tenga que provocar una evolución de cómo convive la ciudadanía y cómo se dan las relaciones, si no logramos poner el tema de la corrupción como un problema de derechos humanos –y tomo la cita de Laura del tema de Singapur, pero la traigo a Italia, que fue un problema de seguridad nacional– la verdad es que vamos a echarnos aquí un chorro de leyes, nos vamos a quedar en la dimensión económica, se va a hablar de la impunidad. Digamos, nos vamos a quedar en una parte todavía muy pequeña del problema que significa la corrupción.

 

Por eso creo que es importante tener ese ejemplo, que es un ejemplo, un estudio de caso práctico desafortunado, terrible, preocupante –como lo fue Ayotzinapa– pero que es el ejemplo de lo que después ocurrió en Chilapa –también en mi tierra– autoridades omisas permitiendo que grupos delincuenciales secuestraran y asesinaran a gente, y que es el problema de fosas clandestinas en Durango, o es el Durango que se escuche que Tamaulipas esto ocurrió con migrantes, o que en Michoacán esto exista.

 

Es decir, si no ponemos en esa dimensión el problema, entonces no vamos a poder tomar las decisiones y las acciones en la ley y en la transformación institucional y de relaciones sociales que existan.

 

Yo quiero dejarlo eso en contexto, porque en 1992 cuando Italia le entró a este tema en esa lógica, sacó a toda la clase política; toda la clase política del parlamento italiano la sacó a patadas. A algunos por ineficientes, a algunos por omisos, a algunos por negligentes, a algunos por corruptos, a algunos por involucrados, ya con la camorra, con la mafia siciliana, etcétera.

 

Bueno, fueron mil 200 casos los que tuvo en términos de violaciones de derechos humanos Italia; aquí tuvimos una contabilidad de 100 mil en un sexenio.

 

Creo que esa reflexión es importante, porque esa me parece que es la que genera una capacidad colectiva de darle una respuesta contundente.

 

¿Cómo convencemos a todos los mexicanos que es más costoso vivir dentro de la corrupción que fuera?

 

Me parece que este primer avance, siendo significativo, tendríamos que pedirle en la capacidad de la inteligencia, y sobre todo de la pasión que en este tema le ha agarrado par en par y el equipo con el que estás trabajando.

 

Y me parece que en ese mismo contexto hay que tener en cuenta el tema de la corrupción política, porque el documento no se mete o lo mete ahí medianamente, inclusive cuando plantea el ángulo político.

 

El problema de la corrupción y de la elección que acaba de pasar es la evidencia de cómo la corrupción es un problema, no de “tapaos los unos a los otros” sino que la propia dimensión de la participación política, sean independientes, sean partidos políticos, es ¿con qué dinero funciona la democracia?

 

Si no ponemos esa pregunta con claridad, especialmente ahora que pasó el 7 de junio, la verdad es que no le vamos a dar respuesta y la corrupción va a seguir ahí. Porque los candidatos cuando hacen campañas y tienen que movilizar a gente y tienen que enfrentar el día y tienen que tener promotores y tienen que tener promotores, y tienen que tener todas las cosas que ocurren en una campaña del presidente municipal, diputado local, diputado federal, senador, Presidente de la República, gobernador, si no lo ponemos bien sobre la mesa entonces vamos a hablar de un etéreo que no va a poner con claridad el eje de lo que es la corrupción.

 

Y ese es el problema no solamente de México, regular el proceso político es el gran problema que tiene cualquier país democrático.

 

Aquí tuvimos un proceso de democracia electoral, un gran esfuerzo de toda una generación que logró consolidar que el voto fuera libre y respetado y llevamos 15 años sin meternos a ese tema. Yo creo que el 2015 abrió la puerta el 7 de junio para la necesidad de eso.

 

¿Por qué lo pongo en contexto? Porque eso no está en el libro, y entonces es difícil hablar de la Casa Blanca. Si el libro no lo considera, entonces no entendemos cómo funciona este ciclo en el que un proveedor o un constructor tiene una relación política con un político –en este caso el más encumbrado, la Presidencia de la República– y precisamente por una serie de relaciones políticas previas de apoyo llega a tener la casa del Presidente de la República en una relación de contubernio.

 

O los “moches”, ¿por qué ocurren los “moches”? Ocurren porque los diputados quieren tener dinero, porque tal vez después quieran hacer otra cosa.

 

Yo creo que este planteamiento es importante dejarlo, porque si no entonces ni la parte de derechos humanos y seguridad nacional, ni la parte de corrupción política la podremos avanzar.

 

Lo quiero dejar aquí sembrado porque en la construcción del sistema que viene, y yo sé que ahí vamos a poder trabajar mucho juntos, yo creo que aquí lo que hay necesidad es de construir una serie de contracultura.

 

O sea, contestándole a Peña Nieto, que dijo que era un tema cultural, hay que construir un movimiento social de contracultura. Y no se puede quedar en el Senado de la República o en que aquí pensemos que vamos a hacer un buen marco jurídico. Yo creo que este es el tema que puede generar una gran movilización social; no una movilización social, no estoy pensando en un tema disruptivo, como luego se preocupa la gente cuando alguien de la izquierda lo plantea; no, yo creo que este es un gran movimiento ciudadano con artistas, con distintos tipos de actores que planteen el tema en la conciencia de que la ley en este momento puede ser el punto de llegada a un nuevo momento de evolución del país.

 

Así como se planteó cuando el voto y el voto libre y secreto fue un gran movimiento social que de distintas fuerzas políticas, de distintos actores, de distintas trincheras en los estados, etcétera, se planteó como un punto de llegada, hoy el tema del combate a la corrupción tiene que serlo porque en realidad no es –y ahí cito a Alejandro– no es el tema de la corrupción, los estudios de humor social la gente no se indigna por la corrupción, la gente se indigna por la impunidad; porque ahí donde identifica que hay un acto de corrupción, ahí donde identifica que hay un funcionario que se robó un yate y está anclado en Acapulco, ahí donde identifica que un gobernador tiene “N” cantidad de terrenos, lo que le indigna a la gente, y es lo que indican por lo menos, repito, los indicadores de humor social, es: “Oye, si lo están viendo y no están haciendo nada”.

 

Me parece que puesto en estos tres ángulos sin duda alguna el trabajo que podemos hacer contigo, María Amparo, obviamente con el IMCO y con varios de los camaradas que están aquí, sí podemos hacer un nuevo momento en que la ley se convierta en un punto de llegada para un nuevo momento de evolución del país.

 

Muchas gracias.

 

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