La fuga del Chapo Guzmán de un penal de máxima seguridad representa uno de los más grandes y graves fracasos de la administración actual. Se nos han brindado explicaciones relatos minuto a minuto, videos y hasta recorridos por el lugar de los hechos. Pero transcurridos los días, es evidente que este hecho fue producto del poder del crimen organizado, de la corrupción de las instituciones del Estado y de la complicidad de estos grupos con las autoridades.
Este acontecimiento hace todavía más urgente una profunda revisión del desempeño del gabinete, particularmente de las áreas que han sido prioritarias.
Es momento de hacer un corte de caja. Materias como educación, empleo, desarrollo económico y social, política energética y seguridad pública deben ser evaluadas con base en los resultados que han obtenido cada una de las secretarías vinculadas a estos temas.
Hace una semana comentaba que la decisión del jefe de Gobierno de pedir la renuncia de su gabinete para hacer una evaluación de su desempeño, no sólo era acertada sino necesaria, y que debía replicarse tanto a nivel federal como en los estados.
Tras la fuga del Chapo, muchos pidieron que rodaran cabezas. Sin embargo, no se trata sólo de la remoción de funcionarios, sino de la autocrítica y la consecuente reconformación del esquema de Gobierno. Estamos prácticamente a la mitad de la gestión y no se puede seguir como si todo estuviera funcionando, como si nada pasara.
