A un año / Reforma


El PRD sigue sin entender que su crisis deriva de la imposición del pragmatismo sobre sus ideales de oposición.

El pasado 12 de enero se cumplió un año de mi declinación a buscar la candidatura de mi partido, el PRD, al gobierno de Guerrero. En aquel momento no faltaron miembros de la clase política que no entendieron por qué dejaba una competencia en la cual tenía una importante ventaja, de acuerdo a los estudios de opinión.

Mi decisión rompía con el esquema imperante, donde lo único que interesa es el posicionamiento de las encuestas, las alianzas que suman clientela, y especialmente, los pactos entre actores políticos, sin importar su calidad ética frente a la ciudadanía.

En aquel momento denuncié las formas de “acordar” las candidaturas al interior del PRD, así como la red de complicidades que conformaban en panorama político nacional y estatal. Busqué exhibir un modelo agotado, donde de nada de sirve llegar a ocupar un cargo si no existen condiciones para transformar y responder a la gente.

Mi decisión se dio en un entorno nacional marcado por la desaparición de 43 jóvenes normalistas en Iguala y la publicación de la Casa Blanca como propiedad presidencial. De la indignación ciudadana habría surgido el grito: “¡Fuera Peña!”.

El amplísimo despliegue de movilizaciones ciudadanas en decenas de lugares, aunado a una imponente crítica internacional, no fueron suficientes para que la clase política tomara conciencia y actuara en consecuencia.

En el caso de Guerrero, se apostó a enfriar el tema y darle carpetazo, sólo para que meses más tarde el grupo de expertos de la CIDH derrumbara de un plumazo la “Verdad Histórica” del gobierno.

Su informe dejó evidencia clara de que el problema en la entidad es estructural; que tiene que ver con el negocio de la droga; que es la corrupción la que hace que las fuerzas del orden, en todos los niveles, actúen a favor de los criminales; y de ahí, son las redes de interés las que garantizan la impunidad, al igual que en sendas partes del país.

A un año, ¿qué ha cambiado en nuestro país? Prácticamente nada.

Tras el fallido Decálogo presidencial, a los 43 jóvenes de Ayotzinapa los sucedieron 30 desaparecidos en Chilapa; 17 en Apaxtla; cientos de asesinatos en Chilpancingo, Acapulco y otros municipios, 22 personas secuestradas en un solo golpe en Arcelia.

De acuerdo a conteos del periódico Reforma, de 2007 a noviembre de 2015, se habían realizado 27 operativos federales en Guerrero contra la actividad criminal; apenas la semana pasada se anunció el veintiochoavo. Las frases acostumbras: voluntad, coordinación, seguimiento…

Relanzamientos, nuevos rostros, mismas dinámicas.

Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática no ha entendido, en todo este tiempo, que la crisis que vive tiene que ver con la forma en que funciona su organización interna,

No sólo en Guerrero, los pactos con los intereses del poder se sobreponen a los pactos con las militancias y los ciudadanos. Así, los ideales de oposición de izquierda siempre acaban en segundo término.

El último episodio, la reyerta pública de la semana anterior entre tribus; así como la “renuncia a renunciar” del dirigente nacional, evidenció que impera el pragmatismo que ha desdibujado profundamente en proyecto alternativo que antes representó el PRD. Resultados como el de Colima, donde tras las elecciones del domingo pasado perdimos el registro local, no son gratuitos.

A un año, todas y cada una de las razones para decir no a la gubernatura siguen ahí tristemente. Sin embargo, son también el motivo que redobla mi convicción por actuar de manera diferente.

Por exigir una nueva política de drogas; por construir instrumentos verdaderamente ciudadanos para eliminar la corrupción imperante; y principalmente, por armar un amplio equipo con quienes ya piensan de forma distinta, que se articule para cambiar la vida cotidiana, las formas de hacer política y, sobre todo, las formas de ser sociedad.

Estoy convencido que es tiempo de construir una nueva historia de quienes somos, estoy convencido que es hora de despertar.

El autor es Senado del PRD por Guerrero.