¿Cómo salir del conflicto? / Revista Siempre


CNTE

La declaración del secretario de Gobernación en el sentido de que “se agota el tiempo” alerta, sorprende y resulta de gran riesgo, no sólo para la construcción de una salida negociada, sino para la gobernabilidad general del país. La premisa parece derivar de un diagnóstico equivocado, ya que analiza acciones y coyunturas, sin evaluar la estructura de la realidad política nacional.

El problema no es un hecho aislado, ni siquiera está cerca de ser un tema educativo. Está inmerso en una dinámica compleja, en la que se mezcla Ayotzinapa, la sucesión presidencial (en el interior y exterior del gobierno), la corrupción, la participación de grupos radicales, lo que converge en una ecuación para la ingobernabilidad, por lo tanto, es necesario hacer una aproximación laica (sin fe, ni intereses particulares) y construir una solución.

Existen muchas formas de explicar cómo llegamos a este punto. Sin embargo, la realidad es una: había un proceso que se desarrollaba en cauces políticos y un hecho de violencia, ajeno a la dinámica educativa que potenció reacciones políticas y de movilización que nos llevaron al momento actual.

La tensión está en dos polos: por un lado, el del statu quo en el que un candidato del PRI o PAN no podría romper la dinámica actual, y, por el otro, la posibilidad de un cambio a través de una opción de izquierda, pero para muchos actores parece representar mayores riesgos para el país.

Las fuerzas políticas se están alineando sobre estos dos ejes y ésta es la decisión que la CNTE está tomando y otros movimientos radicales que pueden ser muy peligrosos, como el caso de “ecologistas extremos” (los que asesinaron a un empleado de la UNAM), anarquistas, guerrilleros y otros movimientos de naturaleza revolucionaria.

Para entender el fenómeno es necesario recordar que en la izquierda hay dos vías: la evolución institucional, más parecida a las democracias sociales europeas, pero que en nuestro país perdió prestigio y potencia por su participación en el Pacto por México; y, por el otro lado, la vía revolucionaria que parte de la idea de que el cambio sólo puede darse a través de la ruptura institucional, tesis que se fortalece por la debilidad y falta de credibilidad del Estado mexicano.

El problema se suma a condiciones de volatilidad, como la violencia y el débil Estado de derecho, corrupción, impunidad, falta de credibilidad y desprestigio de instituciones y clase política, enardecimiento social, poco crecimiento económico, entre otros, por lo que existe un riesgo importante de que sea un tipping point.

Tenemos antecedentes como la Primavera Árabe, más recientemente el brexit, o Trump, donde la falta de credibilidad de los gobiernos ha generado la toma de decisiones emocionales y absurdas. Si no se atiende de manera inteligente el tema, éste puede ser el caso.

El problema no es la reforma educativa, es la vulnerabilidad del Estado mexicano y sus limitaciones para mantener un conflicto en la arena de la política institucional, por la falta de credibilidad y capacidad de sus agentes operadores.

El gobierno enfrentará un dilema de fondo: atender los síntomas y tratar de desbloquear carreteras suponiendo que la potencia del Estado le es suficiente, o tratar de construir una alternativa creativa, negociada y política.

Pensar que los bloqueos son el problema resulta absurdo y sólo llevará a una mayor profundidad del conflicto, ya que únicamente es un síntoma. Los antecedentes nos muestran que resultará contraproducente, como fue el caso de la toma del Zócalo de Oaxaca por Ulises Ruiz. Un referente histórico importante es la reforma electoral del 78 de Reyes Heroles, con la cual se institucionalizó a los grupos de izquierda.

¿Qué se puede hacer para desescalar el conflicto? La estrategia debe considerar puntos mínimos: regresar el problema a la arena política y no entrar en un juego de vencidas policiaco-movilización. Dado que el problema es de naturaleza sistémica, no se resolverá a través de la comunicación o actividad policiaca, sólo mediante decisiones políticas.

Frente a la urgencia de presentar una ruta para la reconciliación y pacificación del país, se sugiere incluir en la negociación con la CNTE un paquete generoso y amplio de medidas sobre sus principales banderas sociales y razones de resistencia al cambio, como: equilibrar las condiciones educativas y sociales; infraestructura y mantenimiento de escuelas; becas y programas orientados a mejorar la nutrición; garantizar estabilidad laboral en la actividad docente, no en la política; capacitar y generar condiciones de “piso parejo” entre los profesores; y otorgar incentivos específicos para la evaluación en estas regiones, junto con una estrategia de comunicación pública e interna.

Es posible diseñar una evaluación específica, un ejemplo son las pruebas PISA, que si bien son estándares, pueden considerar elementos de ponderación.

La solución está en evitar la polarización del conflicto. Las declaraciones incendiarias no lo espantarán, solo sirven para arengar y motivarlo. Es como querer apagar fuego con gasolina. Sólo una decisión política puede evitar consecuencias mayores.

@LuisHFernandez

Senador de la República del Grupo

Parlamentario del PRD.