Una economía corrupta no funciona / Excelsior


El día de mañana recibiremos de la Secretaría de Hacienda el paquete fiscal para 2016. Esto ocu-rre en un momento nada alentador para la economía mexicana: el pronóstico de crecimiento del PIB en 2015 es de tan sólo 2.34% según Banxico y para analistas privados la cifra es más baja todavía: 2.2%. El Indicador de Confianza del Consumidor del INEGI está en apenas 37.19 puntos (en una escala de 0 a 100).

El precio y la producción de petróleo siguen cayendo y continúa la debilidad del peso en el mercado internacional. La inestabilidad financiera mundial, la debilidad del mercado externo y los problemas persistentes de inseguridad pública, se suman también a los obstáculos para el crecimiento.

En medio de este panorama, el gobierno está obligado a recortar su gasto en cerca de 1% del PIB, según análisis privados, para que las finanzas públicas se mantengan en equilibrio frente a la caída del precio del petróleo. Este recorte al gasto tiene que hacerse de manera tal que no afecte programas sociales y de infraestructura prioritarios. También hay que evitar cualquier incremento en los niveles de endeudamiento.

Hoy más que nunca, se necesita que el gobierno gaste bien, de forma eficiente y transparente y, por ello, alejado de las dinámicas de corrupción que tanto daño nos han hecho. Tan sólo unas cifras para ilustrar el problema: de acuerdo al Centro de Estudios Económicos del Sector Privado la corrupción equivale al 10% del PIB mexicano (2015); por su parte, Transparencia Mexicana refirió en 2007 que el costo para acceder o facilitar trámites y servicios públicos fue de alrededor de 27 mil millones de pesos y, en 2010, se destinaron más de 32 mil millones de pesos a las mordidas.

El mal desempeño económico se da en medio de repetidos casos de conflicto de interés y escándalos de corrupción en la clase política mexicana al más alto nivel. Casos como Ayotzinapa, la Casa Blanca, los Moches, la Línea 12 del Metro y la fuga de El Chapo, entre otros, han ocasionado una profunda crisis de confianza en los políticos y la política, una ruptura de representatividad que alimenta el desencanto por la democracia.

En paralelo a lo anterior, se dan ejemplos regionales que deben servirnos de guía en el combate a la corrupción y la impunidad. En Chile, la presidenta Michelle Bachelet instruyó la creación de un consejo asesor presidencial contra el tráfico de influencias y la corrupción. En Brasil, frente al escándalo de corrupción denominado Petrolão, se han tomado una serie de medidas para combatir este flagelo, inclyendo el nombramiento de fiscales con tal autonomía que no se han detenido incluso para abrir líneas de investigación que involucran a la presidenta Dilma Rousseff.

Por último, en días pasados Guatemala llevó hasta sus últimas consecuencias la implicación del Presidente en una amplia red de corrupción. Se demostró la efectividad de conjuntar y coordinar cuatro componentes fundamentales: el involucramiento de una agencia internacional de investigación en contra de la impunidad; la voluntad política para investigar el caso de corrupción con plena autonomía; la participación y presión de diversos sectores de la ciudadanía en las calles y en redes sociales; y una efectiva división de Poderes.

Frente a este panorama, el día de mañana presentaré, junto con mi grupo parlamentario, una iniciativa de Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción cuyo planteamiento se centrará en tres ejes: 1. La ciudadanía como elemento central y protagonista del sistema; 2. Un secretariado como instancia de coordinación, con autonomía y alta capacidad técnica para analizar redes de corrupción; y 3. Sólidos incentivos para el desempeño eficaz e independiente de todos los funcionarios del sistema.

El debate debe quedar claro. Una economía corrupta no sirve, genera incertidumbre y desánimo: jamás va a generar el crecimiento, los empleos y la mejoría en distribución del ingreso que necesitamos. Primero ataquemos la corrupción en serio, generemos las condiciones de respeto al dinero público, y después discutamos el uso de estos dineros para el año 2016. En esta discusión, claramente, el orden de los factores sí altera el producto.

Twitter:@RiosPiterJaguar