Retos de los Embajadores mexicanos


La reorientación de la política exterior mexicana ha resultado sólo una promesa que no ha logrado expresarse en la realidad porque nació constreñida, artificialmente limitada, para privilegiar los acuerdos de intercambio comercial y no las complejas relaciones de México con el mundo.

 

La política exterior del gobierno de Enrique Peña Nieto da señales de vida sólo frente a determinadas coyunturas, en el peor de los casos sólo frente a las que pueden ofrecer algún rédito político, como en el caso de Venezuela. Es la expresión de lo que el mismo Peña Nieto definió como una “agenda equilibrada, oportuna y pragmática”.

 

En su esencia, esta política otorga primacía al árbol de los acuerdos de cooperación económica y no al bosque de los grandes problemas en el Orden Global (las tendencias críticas de la economía planetaria, los conflictos regionales como Siria y su impacto en el resto del mundo, así como muchos otros temas). Estamos frente al resultado de un diseño destinado a no molestar al poderoso vecino del norte, a continuar el alineamiento estratégico con Estados Unidos como si el escenario mundial no estuviera cambiando aceleradamente.

 

La diplomacia mexicana actúa para un escenario que ya no existe, si consideramos fenómenos como la llegada de Donald Trump al poder y el Brexit, sólo por citar dos de los que han sacudido el escenario mundial en los últimos tiempos.

 

Ese escenario exige abandonar el bajo perfil global que ha marcado nuestra política exterior y sustituirlo por acciones estratégicas que tengan mayor impacto y configuren una defensa activa de los intereses nacionales.

 

La lista de 19 embajadores propuestos cuenta con seis personas que no son integrantes del Servicio Exterior Mexicano. En algunas de las propuestas se vuelve a incurrir en el error de nombrar ex líderes políticos. En otros casos, los perfiles que privilegian la experiencia en el ámbito económico-financiero nos indican las prioridades del gobierno en representaciones clave, como Canadá, Brasil y la OCDE.

Sen. Dolores Padierna Luna

Coordinadora del Grupo Parlamentario PRD