Pide Fernando Mayans garantizar derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes y protegerlos contra toda forma de maltrato, abandono y explotación


Intervención en tribuna del senador Fernando Mayans Canabal, del Grupo Parlamentario del PRD, para hablar a favor del dictamen relacionado con la edad mínima del trabajo, Convenio 138 de la OIT.

 

Fernando Mayans Canabal, (FMC): Con la venia de la Sala. Señor Presidente. Compañeras, compañeros Senadores:

 

Pues les quiero comentar que no porque se apruebe este dictamen de las comisiones unidas, pues ya los niños y niñas de México ya van a dejar de trabajar.

 

Si creen que porque estamos aprueba y aprueba leyes oscuritas a las diversas leyes que tenemos en este país, las cosas van a cambiar.

 

Si no cambiamos la cultura y la educación de nuestro país, las cosas no van a cambiar. Y si no mejoramos la economía de nuestro país, pues igual.

 

¿Ustedes creen que aprobando esto las niñas y niños de México, desnutridos, llenos de lombrices que no tienen para comer, para vestir, para comprar medicina, van a dejar de trabajar?

 

Si la gente tiene en la mente, que hay que tener muchos hijos. Como decía un ex secretario de Salud: Los que Dios mande. Pues porque necesitamos la mano de obra barata, para sacar el trabajo y poder llevar aunque sea un pedazo de bolillo, de pan, de sisote, como le quieran llamar, a la casa, para que tengan algo que comer.

 

Esa es la realidad del país. Si ustedes creen, que aquí sentado, en el aire acondicionado, aprobando estas cosas van a cambiar, no.

 

Hay que meterse de fondo. Y también les quiero decir, que hay que dejar estar de estar parchando las leyes y la Constitución. Porque es muy interesante el trabajo del legislador, mientras más iniciativa meto, mejor soy.

 

Y ahí estamos parche y parche y parche y parche a todas las leyes que tenemos y nuestra Constitución, que ya deberíamos de sentarnos para hacer un trabajo serio y formal. Y de una vez hacer una nueva Constitución o una nueva Ley General de Salud, y meternos a la Ley de Educación, por la que hicimos, la que se aprobó, este es el punto de vista administrativo. Y tenemos que revisar los contenidos en educación.

 

Así, compañeras y compañeros, ojalá y lo reflexionen, porque pues luego nadie aquí presta atención, eso ya estamos acostumbrados, todo mundo anda en su celular, en el Facebook, en las redes, en su rollo.

 

Nadie presta atención, los curules vacíos, nadie baja, pero así es esto, pues. Es la simulación, la simulación de las cámaras, que deberían de ser autónomas, independientes, y sabemos que somos el ombligo y estamos con el cordón umbilical todavía con el Poder Ejecutivo. Esa es la realidad de nuestro país, nos guste o no nos guste, pero esa es la realidad y da pena.

 

El Estado mexicano, como ya se ha dicho aquí, llega tarde a la ratificación del Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la Edad Mínima de Admisión al Empleo, adoptado en Ginebra, el 26 de junio de 1973.

 

Han tenido que pasar 42 años, se dice rápido, pero han pasado 42 años para encontrarnos finalmente en la historia y en la realidad para cumplir con un compromiso internacional y con México.

 

La aprobación del Convenio 138 de la OIT, por este Senado, es ante todo un compromiso ético y de derechos humanos con las niñas y los niños de nuestro país, a quienes se les reivindica una y otra vez en los discursos oficiales como el futuro de nuestra Nación; si no préstenle atención a las campañas ahora, pura chulada.

 

Así la explotación y esclavitud laboral de niñas y niños y de adolescentes de nuestro país, como se ha demostrado una y otra vez ahora mismo en los campos agrícolas del Valle de San Quintín, de Baja California y Baja California, Sur, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Guanajuato, donde familias completas de jornaleros, incluidos sus hijos menores y adolescentes, trabajan y sobreviven en condiciones de esclavitud, de explotación, aislamiento, hacinamiento, insalubridad, precariedad extrema en la vivienda y contratación, expuestos a plaguicidas altamente tóxicos y venenosos para la salud humana.

 

Campos agrícolas prósperos exitosos con vocación exportadora, pero a costa de la explotación laboral e infantil con complicidad gubernamental en todos sus niveles y la complacencia sindical oficial durante décadas.

 

Una realidad que todos conocemos, cotidiana, que nos enfrentamos y combatimos por las ganancias millonarias que reportan a unos cuantos y que le quieren dar migajas al pueblo de México.

 

¿Cuál es el objetivo del Convenio 138 de la OIT que hoy, 43 años después de su aprobación en Ginebra, aprobamos en este Senado mexicano?

 

Más vale tarde que nunca, bueno.

 

Nada más y nada menos que la implementación de una política nacional que asegure la abolición efectiva del trabajo de los niños y eleve progresivamente la edad mínima de admisión al empleo y al trabajo a un nivel que haga posible el más completo desarrollo físico y mental de los menores.

 

Aprobar este Convenio obliga al Estado mexicano a cumplir este objetivo.

 

Obliga al Estado mexicano a satisfacer las obligaciones y derechos de las reglas que integran el Convenio.

 

Nos obligan a observar y a ser congruentes con nuestro derecho interno con la Reforma Constitucional en materia de derechos humanos.

 

Aquí tardamos 42 años para aprobar esto y nos dan tres segundos en la tribuna para poder hablar de los pendientes del país, cuando tenemos, el día es de 24 horas y podríamos sesionar muchas horas más, y aquí nos reprimen que ya deje la tribuna, deje de estar hablando, se acabó el tiempo, y los problemas nacionales siguen y crecen cada día más y más.

 

Decía que nos obligan a observar y a ser congruentes con nuestro derecho interno con la Reforma Constitucional en materia de derechos humanos en 2011, y la Reforma a la fracción III del apartado A del artículo 123 Constitucional, que establece que queda prohibida la utilización del trabajo de los menores de 15 años y que los mayores de edad y menores de 16 tendrán como jornada máxima las de 6 horas.

 

De acuerdo con la norma general del Convenio 138 que hoy haremos y que conforme a nuestro propio marco jurídico ninguno de los 29 millones de niñas, niños y adolescentes mexicanos entre 5 y 17 años de edad deberían trabajar, ya no digamos ser sujetos a contratación o explotación laboral; no obstante, la realidad es obra.

 

Cifras del INEGI, compañeros y compañeras Senadores, señalan que de los 29 millones de niñas, niños y adolescentes 2.5 millones trabajan y 2 millones no asisten a la escuela.

 

Que de los 2.5 millones menores de 17 años que trabajan, casi un millón, o sea, 914 mil no asisten a la escuela y 576 mil tienen la primaria incompleta.

 

Y que de los 2.5 millones de niñas, niños y adolescentes mexicanos que trabajan, 1.2 millones no reciben ningún salario y 720 mil perciben hasta un salario mínimo; 742 mil trabajan 35 horas y más, se parecen a los Senadores y Diputadores federales; y 495 mil no tienen horario regular de trabajo.

 

Pasaron 42 años para que llegásemos a este punto de aprobar el Convenio 138 de la OIT, no esperemos otras tantas décadas para hacer realidad lo que hoy está plasmado en nuestra norma suprema, en este Convenio 138 de la OIT y demás tratados internacionales en materia de prohibición de trabajo de explotación infantil y establecimiento de edad mínima para trabajar.

 

Ya voy a concluir, señor Presidente.

 

Ello exige al Estado mexicano y a la sociedad en su conjunto a garantizar y establecer en el orden de las prioridades nacionales, garantizar en todo momento y en todo tiempo, los derechos de las niñas, niños y adolescentes.

 

Garantizar en todo momento y en todo tiempo que toda niña, niño y adolescente de nuestro país asista a la escuela, cuente con alimentación, tiempo libre y recreación, vivienda, atención sanitaria y ser protegido contra toda forma de maltrato, abandono y explotación, la cual exige a su vez establecer las condiciones materiales y estructurales económicos, políticas y sociales en nuestro país que sienten las bases para salir del círculo endémico de la pobreza que padecen millones de mexicanos, entre ellos 16.4 millones de niños en pobreza y 4.7 millones en pobreza extrema.

 

De lo contrario, como en tantos otros aspectos de la vida nacional, como Nación habremos dado un salto en materia de derecho internacionales, pero la realidad de la niñez mexicana no cambiará, no habrá cambiado, sobre todo la de quienes son sujetos todos los días de este tipo de explotación y violencia, entre ellas la laboral.

 

Ojalá y hagamos conciencia de que tenemos que cambiar las cosas de raíz, de fondo y no estarle poniendo curitas a las leyes mexicanas.

 

Muchas gracias.