La causa y lo causado: Ejes de una política exterior de estado / Milenio


  • La convocatoria a la unidad nacional no puede darse en torno a una persona, sino a una estrategia que ponga por delante el interés nacional.

Frente a la crisis desatada por la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y la necesidad de defender los intereses de México y a nuestros connacionales, se debe diseñar y poner en práctica una política de Estado en materia de relaciones exteriores.

 

Dicha política debería integrar, por los menos, los siguientes ejes: el primer eje se refiere a aprobar una ley de retorno que favorezca la integración de los connacionales deportados, en materia de trabajo, de salud, de educación, de seguridad y de vivienda; así como revisar y fortalecer conjuntamente el perfil de nuestros representantes consulares. El segundo eje es el concerniente al comercio, los tratados y las relaciones comerciales, el cual tiene dos momentos. Primero, ante las posibilidades de que Trump retire a Estados Unidos del TLC, el Estado mexicano debe buscar a actores y sectores políticos, económicos y sociales que se benefician con el statu quo actual. En el segundo momento, debe impulsarse la diversificación de relaciones comerciales.

 

El tercer eje está relacionado con la seguridad y la justicia fronteriza. Junto con la migración, el mayor problema en la frontera norte es el crimen organizado: trasiego de estupefacientes y tráfico de armas. Si localmente en Estados Unidos la política de drogas ha cambiado en favor de un esquema menos prohibicionista y más enfocado en la salud, México debe modificar igualmente su estrategia antidrogas.

 

El cuarto eje se concentra en la defensa de los derechos humanos. Mientras que para el gobierno de Trump el tema de las garantías individuales se ha desplazado al margen, México debe presentarse como uno de los defensores más acérrimos de estos ante organismos internacionales.

 

El quinto eje tiene que ver con la diversificación de relaciones. Una estrategia bien planeada debe definir regiones y países prioritarios, cuyas economías sean complementarias con la nuestra. Especialmente importantes son los organismos e instituciones internacionales, éstas pueden convertirse en foros adecuados para denunciar las políticas de Trump y presionarlo en el ámbito local.

 

El sexto eje incluye las relaciones de México con sectores estratégicos de Estados Unidos. Nuestro país requiere desplegar una intensa campaña de vinculación con gobernadores y alcaldes, congresistas, senadores y empresarios; con universidades, ciudades santuarios, medios de comunicación, organizaciones civiles defensoras de los derechos de los migrantes.

 

El séptimo eje es el relacionado con la cooperación internacional para la paz y la conservación de los recursos naturales. Las acciones emprendidas por el nuevo gobierno estadounidense transforman los equilibrios geopolíticos del mundo con los consecuentes riesgos que esto implica, razón por la cual resulta indispensable que México despliegue un mayor activismo a favor de la concordia y de la resolución pacífica de las controversias. El daño ecológico es otra de las consecuencias del gobierno de Donald Trump. Ante esta situación, resulta relevante que México se convierta en un activo promotor del cuidado de ambiente y de los recursos naturales.

 

El octavo eje está relacionado con una nueva política  energética. Urge romper la integración asimétrica y dependiente que se ha construido en los últimos años en esta materia. México depende de las importaciones de gasolinas, gas LP, diésel y gas natural, lo que nos coloca en una situación de extrema fragilidad. Con esta crisis debemos entender que en el sector energético hay más relaciones de poder que puramente comerciales.

 

La convocatoria a la unidad nacional no puede darse en torno a una persona, sino a una estrategia que ponga por delante el interés nacional. XXX TWITTER: @MBarbosaMX