Intervención en tribuna de Dolores Padierna sobre ratificación de Alberto Torres, Jefe de la Unidad de Crédito Público


VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN EN TRIBUNA DE LA VICECOORDINADORA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD EN EL SENADO, DOLORES PADIERNA LUNA, RATIFICACIÓN DE ALBERTO TORRES GARCIA, JEFE DE LA UNIDAD DE CRÉDITO PÚBLICO

Sen. Dolores Padierna Luna: Con su venia presidente.

La Unidad de Crédito, dependiente de la Subsecretaría de Hacienda y Crédito Público, tiene múltiples atribuciones en materia de deuda y financiamiento público, establecidas en el reglamento interior de la Secretaria de Hacienda.

Además de las atribuciones vinculadas con el manejo de la deuda pública, tiene la de formular las políticas y los programas globales de la banca de desarrollo y de los fideicomisos públicos de fomento a cargo de la Secretaria de Hacienda.

Sus funciones y responsabilidades son de enorme trascendencia tanto para las finanzas públicas como para el financiamiento del desarrollo.

Los resultados de la gestión de esta Unidad, durante lo que va de la presente administración han dejado mucho que desear, por lo que sí es indispensable modificar radicalmente su actuación.

Sólo baste señalar que la deuda pública ha crecido de manera desproporcionada. En diciembre del 2012 ascendió a 5.3 billones de pesos, equivalentes al 33% del PIB. A octubre de 2015 ya es de 7.8 billones de pesos, el 43% del PIB.

Si se agregan los otros requerimientos financieros del sector público, la cifra llega a 8.3 billones de pesos, el 46% del PIB.

La Secretaria de Hacienda siempre dice que la deuda es manejable y que no representa ningún problema para las finanzas públicas; sin embargo, en los hechos ya ha mostrado preocupación al ponerse como objetivo ir reduciendo el déficit, que por cierto es un concepto que maneja con malabares retóricos. Primero, eliminó la inversión de Pemex. Después le quitó la inversión de CFE y otros proyectos de infraestructura. Ahora ya no se quiere considerar como deuda los bonos para la infraestructura educativa que están por lanzar.

La realidad es que todos los recursos que se obtengan por financiamientos, tarde o temprano se tendrán que pagar, independientemente si se consideran o no como deuda. Lo mismo ocurre con los pasivos laborales a cargo del Gobierno Federal.

Al mes de octubre de este año, cerca del 40% de los ingresos presupuestario se destinaron al pago al costo financiero, es decir, al pago de los intereses de la deuda, sin incluir amortizaciones y a las pensiones. Todos estos son gastos ineludibles y crecientes. En 2012 se les destinó el 35% de los ingresos y en sólo 3 años costaron 5% más de los ingresos.

En contraste con lo que dice la Secretaria de Hacienda, en las reuniones de trabajo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en la primavera de este año, el director adjunto del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, advirtió que la deuda pública de México está llegando a un nivel preocupante. La deuda sigue creciendo en relación al PIB. Una proporción cercana al 50% del producto como la que hoy se considera alta para un país emergente como México. Así que considero que es un desafío cambiar esta tendencia. Sin embargo, para este año el Paquete Económico enviado por el Ejecutivo ha propuesto que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) siga aumentando para llegar al 48% del PIB.

 

Nos preocupa que las autoridades hacendarias se resistan a aceptar los desafíos que enfrentan la hacienda pública y, particularmente, los desafíos que representa la deuda pública. Una autoridad que no ve o no quiere ver los problemas que hay que enfrentar no es responsable ni ofrece confianza.

 

Necesitamos una autoridad responsable que reconozca los desafíos y que proponga alternativas para enfrentarlos. Los problemas no se resuelven ocultando con redefiniciones de déficit y la deuda. En un informe de este año, el FMI señala explícitamente que haber excluido de la cuenta pública el capital de inversión de PEMEX y CFE no permite reflejar adecuadamente la dinámica de la deuda pública. Tampoco se puede enfrentar los desafíosdiseñando instrumentos financieros que comprometen recursos públicos, pero no se hacen explícitos los riesgos y las presiones que estos tienen sobre las finanzas públicas y el nivel de endeudamiento.

 

La deuda pública por sí misma no es mala. Todo depende para qué y cómo se use. En lo que va de la presente administración del Gobierno Federal actual  ha contratado 2.5 billones de pesos, pero no todo ha sido destinado, no toda la deuda se ha aplicado a proyectos de inversión, al menos  300 mil millones de pesos de acuerdo a los datos de la Secretaria de Hacienda se aplicaron en gasto corriente y una parte se utiliza para el pago de los intereses.

Por otra parte, hay que señalar que la reforma energética que otorgó a Pemex una supuesta autonomía presupuestal. La Secretaria de Hacienda sólo le impondría el monto del déficit, equivalente al endeudamiento que puede contratar y el límite de gasto en servicios personales, pero para 2014 se le estableció un determinado monto y después se le bajó, con el pretexto de la caída de los precios del petróleo y de la producción.

Así esta situación está ocasionando un círculo vicioso. Pemex no tiene recursos suficientes para inversión, lo que a su vez ocasiona la caída de  producción. Y se van deteriorando sus recursos y así sucesivamente, hasta que se extinga esta empresa.

Bajo estas circunstancias, la deuda financiera de Pemex que ya asciende a 1.5 billones de pesos es un problema grave, lo que se demuestra por la baja en la calificación crediticia de la empresa, por parte de las calificadoras internacionales.

Esto sin considerar el enorme pasivo laboral de Pemex y CFE, parte del cual será asumido por el Gobierno Federal, conforme a lo establecido en la reforma energética, mismo, que, aunque no quiera reconocerse como deuda, son compromisos ineludibles que se tienen que pagar año con año y cuyo crecimiento significa un riesgo adicional para las finanzas públicas.

En este contexto, algunos expertos coinciden en señalar que la deuda pública se ha agotado como herramienta de financiamiento. Quizás, por ello, se han propuesto otras formas encubiertas de endeudamiento, como la bursatilización de recursos públicos mediante la creación de fideicomisos que no están en control del sector público, pero que dependen de la garantía del sector público para poder funcionar , es el caso de los llamados bonos educativos y recientemente las creadas Fibras E.

Todos estos mecanismos, que no quieren que se les llame deuda, tienen un impacto en las finanzas públicas.

La Unidad de Crédito Público también tiene una participación importante en los programas de la banca de desarrollo y en este aspecto les corresponde de la mejor utilización de estas importantes entidades para el financiamiento de infraestructura.

En síntesis, la Unidad de Crédito Público de la Secretaría de Hacienda no sólo tiene el desafío de revertir el crecimiento del endeudamiento público en un contexto en el que se espera un aumento en la tasa interés de referencia, lo cual no sólo implica un aumento del costo del financiamiento sino también la posibilidad de que los bonos gubernamentales a manos de extranjeros causen un desbalance inesperado. Además tiene la obligación de transparentar la información para que las y los legisladores tomadores de decisiones y otros tomadores de decisiones tengamos una idea clara del estado que guarda la hacienda pública, en particular, necesitamos estimaciones que ofrezcan comparativos del costo de financiar proyectos de infraestructura con certificados de bursatilización e instrumentos tradicionales; necesitamos estimaciones que nos permitan ver reflejado el impacto de esos nuevos instrumentos de financiamiento en el endeudamiento público.

En suma, el desafío principal del nuevo titular de la Unidad de Crédito Público es contribuir a hacer una hacienda pública comprometida con la transparencia y tomar decisiones más eficientes y eficaces que permitan detener este problema de endeudamiento acelerado. Esperamos que la ratificación que logra de este Senado sea correspondida con una gestión eficaz en los retos que le planteamos por el bien del país y por el bien de las y los mexicanos.

Es cuanto presidente, gracias.

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