El equilibrio de Poderes / El Universal


Miguel Barbosa

La Sexagésima Segunda Legislatura del Congreso de la Unión inició sus trabajos del tercer año de ejercicio. Han sido dos años de un intenso trabajo que han ratificado a la Cámara de Senadores como uno de los pilares de nuestra estructura institucional. Reconocimiento total merecen los senadores Ernesto Cordero Arroyo y Raúl Cervantes Andrade por la labor desempeñada durante sus presidencias.

El Parlamento es la casa de las leyes. Lograr la buena ley constituye el reto de todo legislador, porque implica la alta responsabilidad de garantizar el bien común entre un mar de intereses, visiones y concepciones, en muchas ocasiones contrapuestas.

Como en ningún otro de los Poderes, el Legislativo condensa las demandas y aspiraciones de la gente en su dimensión social, histórica y política. El Parlamento constituye el lugar privilegiado para el debate y el consenso. Debate, porque en toda su magnitud y libertad se expresan los diversos puntos de vista de una sociedad en permanente cambio. Consenso, porque todas las fuerzas políticas aceptan el gran acuerdo que significa la convivencia democrática, el reconocimiento a las mayorías y el respeto a las minorías.

En cualquier golpe de Estado o establecimiento de un régimen autoritario lo primero que atacan es al Parlamento, porque éste representa el corazón mismo de la democracia. No fue casual que en los momentos más oscuros para nuestro país visiones centralistas desaparecieran al Senado, y que sólo una generación de grandes estadistas como Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada lo restauraran para el bien de la República, o que Victoriano Huerta atacara con tanta furia al Congreso y que figuras como Belisario Domínguez, el héroe civil, emergieran como gigantes.

Desde el inicio de su vida independiente, México se ha fijado la meta de ser una República federal, donde exista una clara división de Poderes, tal y como lo expresa nuestra Constitución y nuestras leyes.

En las últimas dos décadas del siglo XX se produjo un cambio significativo en la organización del Estado mexicano. El sistema se transformó y hubo cambios en materia de derechos políticos y civiles, lo que posibilitó el avance de la pluralidad en los espacios del poder público.

Esta característica se expresa en varios ámbitos sociales, como la defensa de los Derechos Humanos, la transparencia, la rendición de cuentas y las reglas que regulan la competencia electoral.

A partir de 1988, el continuo avance de la pluralidad, la rendición de cuentas, la existencia de una sociedad más informada y con mayores niveles de participación, propiciaron que el Presidente de la República dejara de ser el principal legislador para convertirse en una de las partes de un proceso de generación de acuerdos.

Paulatinamente, en la Cámara de Senadores se han experimentado transformaciones que la han colocado en un lugar protagónico. No ha sido un proceso sencillo o simple, sino un paulatino avance de construcción y aplicación de las mejores prácticas del trabajo parlamentario.

Desde nuestra visión, el país necesita un Senado y un Congreso fuertes que permitan hacer efectivo el equilibrio de Poderes en beneficio de la democracia y el desarrollo político de la sociedad.

En este largo y complicado proceso el papel de la izquierda ha sido fundamental para la transformación política de nuestro país, por los ideales, acciones y pensamientos de mujeres y hombres que han luchado por la igualdad, los derechos y las libertades.

Apego irrestricto a la Ley, respeto a la pluralidad, al debate político, a las posiciones de las mayorías y las minorías, junto con un inquebrantable compromiso por México y el cumplimiento de los acuerdos, son las bases del comportamiento institucional que los integrantes de la Mesa Directiva tendremos durante el tercer año de ejercicio de la LXII Legislatura.

@MBarbosaMX

Presidente de la Mesa Directiva del Senado