Benito Juárez / La Crónica de Hoyp


De entre todos los héroes y próceres que han conformado la nación mexicana tengo una especial predilección por Benito Juárez.

 

Mucho de este gusto por esa biografía personal se origina, en mi caso, en las lecciones de historia que uno recibe semana tras semana en las aulas escolares. Ahí del brazo y de la enseñanza de nuestros maestros comenzamos a empaparnos de la semblanza del eminente mexicano, quien con su historia excepcional, poco a poco fue formando su destino, y al forjar su propia historia, forjó la historia de México del siglo XIX y nos dio a todos los mexicanos, tanto de su generación y, en un milagro social, de la actual, la identidad que hoy nos constituye como pueblo, como patria, como nación.

 

Somos un producto histórico llamado México, y uno de esos artífices de nuestra construcción es Benito Juárez. En este inminente aniversario de su natalicio, quiero rendirle un pequeño homenaje y mis respetos como ciudadano y senador de la República.

 

A todos los niños mexicanos, (yo no fui una excepción) nos enseñan que Benito Pablo Juárez García nació en un pequeño pueblo de Oaxaca, el 21 de marzo de 1806. Que estudió derecho y llegó a ser gobernador de Oaxaca y luego el más eminente de los presidentes mexicanos del siglo XIX, y que con su inteligencia y talento político rechazó la invasión extranjera del Segundo Imperio mexicano, a cuyo frente estuvo el príncipe austriaco Maximiliano de Habsburgo, apuntalado por el ejército francés de Napoleón II.

 

Francia en esa época era una potencia imperialista que buscaba expandir su gobierno hasta América, aprovechando la Guerra Civil en los Estados Unidos, y el terrible y tan costoso desorden político en que entró nuestro país después de la terminación de la insurrección por la Independencia y la Consumación de ésta en 1821.

 

Si México sobrevive como nación soberana, mucho de ello se debe a la extraordinaria personalidad política de Benito Juárez, quien en ese difícil y aciago siglo XIX, rompió con su actuación en la vida pública con varios paradigmas. Uno de ellos, fue el de lograr, por fin, la deseada unión nacional rota por la división entre los liberales y los conservadores –grupos antagónicos-, que con sus querellas dañaron al país y dieron paso, primero a la pérdida de los territorios en la injusta guerra de 1847, y luego con la intervención de una potencia europea en nuestra patria.

 

En esos tiempos, la extraordinaria personalidad de Juárez supo aglutinar en torno suyo a lo mejor y más selecto de los liberales mexicanos para combatir a la intervención extranjera; y luego, en una gesta realmente de carácter heroico, ir llevando la representación nacional por todo el territorio nacional, a la vez que era perseguido para ser privado no sólo de su libertad sino también de su vida.

 

Niño todavía, en mi Villahermosa natal, veía con interés y emoción la teleserie El Carruaje, en la que se narró toda la epopeya del gobierno republicano de Juárez, y cuya interpretación del actor José Carlos Ruiz, en el papel del personaje histórico, me conmovía, y le ponía un rostro, una identidad, una imagen al presidente Juárez, al niño de primaria que era yo, y estoy seguro, a todos los niños del México de entonces.

 

De esa serie televisiva que sé ahora produjo don Miguel Alemán Velasco en 1972, con una emoción que me cuesta trasladar al papel. En esta serie histórica vi con preocupación infantil el episodio en que la tropa se rebelaba en Guadalajara, y los soldados desleales le apuntaban con sus armas al presidente Juárez; y en una escena real que debió ser extraordinaria, el gran liberal y hombre de cultura Guillermo Prieto, se pone frente a la soldadesca y se impone a ellos, y les grita heroico e imperativo: “!Los valientes no asesinan!”.

 

Cada vez que mis actividades me hacen ir a la bella ciudad tapatía, no dejo de darme un tiempo para visitar su hermoso Palacio de Gobierno, y subir a la planta alta y leer con emoción la placa en letras doradas que da cuenta que en esa sala estuvo a punto de terminar la República, y en un gesto de hombre superior, Guillermo Prieto, la salvó.

 

El capítulo de la serie El Carruaje se transmitió en 1972, y más de cuarenta años después, es una escena fílmica, una imagen histórica, un suceso de la historia patria, que no puedo ni deseo olvidar.

 

Más tarde, ya en mi actividad profesional en la medicina, y luego, en mi vocación política, deseoso de aprender, leí Un indio zapoteca llamado Benito Juárez, del gran Fernando Benítez, y me prendé todavía más de Benito Juárez.

 

En un espacio breve, como el que generosamente me ofrece La Crónica de Hoy, no puedo contar toda mi emoción por el personaje, pero siempre en los difíciles momentos por los que pasa nuestro país, me sirve su ejemplo, como una conducta que debemos imitar, pues Benito Juárez, sigue vivo.  Siempre lo estará, porque su historia personal se funde de una manera única con la historia de nuestra patria mexicana. XXX Twitter @SenadorMayans