A gasolinazos y sombrerazos / Excélsior


Vaya arranque de 2017. Cuando pensábamos que el evento “estelar” del mes de enero sería la toma de protesta del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el fenómeno económico y social desatado por el #Gasolinazo se ha robado por completo la atención mediática estos días.

El enojo de la población ha corrido como aceite hirviendo por las redes sociales y también en muchas manifestaciones callejeras, en su mayoría pacíficas, aunque, por desgracia, estamos observando, a la par, brotes de saqueo y vandalismo, que desvirtúan las muestras públicas del legítimo malestar de la gente de México.

El discurso oficial sigue siendo alejado del sentir ciudadano. Por más argumentos lógicos y técnicos del porqué era insostenible un precio subsidiado de las gasolinas y por más adornos retóricos y declaraciones del tipo “entendemos la situación de todos ustedes frente a medidas difíciles”, las palabras sólo incrementan la distancia entre gobernados y gobernantes y, en un contexto de múltiples brotes de violencia, abren más posibilidades a escenarios catastrofistas.

Y es que para que el pueblo esté con su gobierno, primero el gobierno tiene que estar del lado del pueblo. Como nunca antes son necesarios los actos de austeridad y de humildad de parte de los servidores públicos de todos los niveles, empezando por el Presidente de la República. Pero, dado que eso parece poco probable dada la evidencia empírica de la Administración de Peña Nieto, entonces nos toca a todos los demás inspirar al cambio en nuestro entorno más inmediato.

Con este ánimo propositivo y entendiendo que las soluciones que necesita nuestro país ya no pueden venir de acciones aisladas ni de cálculos electorales mezquinos, este fin de semana dimos inicio formalmente a los trabajos de Operación Monarca, para enfrentar una amenaza adicional al gasolinazo: Donald Trump.

Desde Los Ángeles, California, con mis compañeros senadores, el perredista Benjamín Robles, del estado de Oaxaca; el priista Jesús Casillas, de Jalisco, y el panista Juan Carlos Romero Hicks, de Guanajuato, nos reunimos con autoridades consulares mexicanas, con senadores del estado de California y con paisanos de nuestros estados para fijar una agenda de corto, mediano y largo plazos para enfrentar la incertidumbre de los migrantes. Nuestro compromiso es brindarle a cada paisano todo nuestro respaldo como representantes del Estado mexicano.

La creación de bloques unificados, con senadores de distintos partidos y la suma de esfuerzos bilaterales con autoridades y connacionales en la Unión Americana, son el tipo de metas que debemos perseguir. De otra forma, seguiremos a gasolinazos y sombrerazos y los problemas nos van a llevar entre las patas a todos.

Para la siguiente fase de Operación Monarca tenemos que articular acciones que mejoren nuestra posición negociadora frente al nuevo gobierno en Washington. Como lo he mencionado en diversos foros, podemos hacer uso de varios recursos para sentarnos en la mesa frente a Trump. Para empezar, hay que ampliar y consolidar en México y Estados Unidos sectores en favor de la integración comercial, la defensa de los derechos humanos, así como la apuesta por las energías renovables como una agenda de futuro para la región.

Por otro lado, debemos replantear la legalización de la mariguana para consumo lúdico y, como lo he dicho en otras ocasiones, revisar el mercado del cultivo y comercialización de la amapola para fines médicos.

Incluso, podemos llegar a revisar y condicionar los acuerdos vigentes en materia de seguridad fronteriza —tanto en el norte como en el sur—, otorgamiento de visas, intercambio de información y presencia de cuerpos de seguridad estadunidenses en México.

Debemos actuar con una postura digna y sólida. No vamos a mendigarle nada a nadie, es obligatorio hacer valer el respeto que nos hemos ganado como socios comerciales y naciones amigas.

A partir de ahora, la elección en México es clara. De un lado, estarán los funcionarios y ciudadanos que siguen creyendo en las actitudes soberbias, impunes y la repartición de culpas y, del otro, los que creemos que llegó el momento de poner el ejemplo de humildad, actitud constructiva y trabajo colectivo. En estos últimos recaerá la responsabilidad de construir el futuro al que todos aspiramos.