7 de junio / Revista Siempre


La democracia que queremos

 

Miguel Barbosa Huerta

Empezaron las campañas electorales. El próximo 7 de junio, se renovará la Cámara de Diputados y nueve gubernaturas, Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora; en 17 entidades federales se elegirán ayuntamientos y congresos locales. Así como delegados políticos y diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Siguen dos meses de una gran intensidad política.

 

Partidos, candidatos, autoridades electorales y ciudadanos debemos contribuir para que estas elecciones se desarrollen con normalidad y que ejerzamos nuestro derecho al voto libremente como parte del movimiento social pacífico más importante de nuestra transformación social: la participación social.

 

Todos queremos que las elecciones salgan bien, que participe el mayor número de ciudadanos, que sean electos los mejores candidatos. Sin embargo, resultan preocupantes las declaraciones de algunos grupos sociales de Guerrero, que han expresado sus intensiones de impedir la realización de las elecciones en esa entidad.

 

No es un dato menor que la situación de violencia y de inseguridad que se vive en algunas regiones del país pueda afectar el desarrollo del proceso, particularmente en entidades como Michoacán y Tamaulipas.

 

Preocupa que un partido político haya decidido quebrantar sistemáticamente las normas electorales como parte de su estrategia electoral. No es bueno para la democracia que una fuerza política nacional envíe el mensaje de que para obtener votos deba violarse la ley.

 

Tampoco favorece al proceso que los integrantes del Instituto Nacional Electoral, incluido su presidente, mantengan el silencio ante hechos que dañan el proceso electoral.

 

La democracia se erosiona cuando las campañas otorgan más relevancia a la propaganda que a las propuestas que los candidatos pretenden llevar al Congreso o aplicar por medio de políticas en sus respectivos estados y municipios o cuando la frivolidad se impone como norma de actuación entre la clase política.

 

Mucho menos favorece a nuestra convivencia política el despliegue de campañas de desprestigio o el inicio de guerra sucia, a las que son tan afectos algunos partidos y estrategas publicitarios. Al final, cuando se prioriza la confrontación frente a la firme discusión de las ideas, todos pierden.

 

Debe quedar claro que en esta elección se disputan mucho más que votos o una correlación de fuerzas específica en la Cámara de Diputados. El 7 de junio la clase política se juega su credibilidad y el tipo de democracia que somos o que aspiramos a construir.

 

Esta elección no debe caracterizarse por la inercia. El resultado no puede reducirse a algunas modificaciones en la correlación de fuerzas para que al final prevalezcan las mismas propuestas, los mismos candidatos y los mismos vicios, que han desprestigiado a nuestra democracia mexicana.

 

Si bien los años de transición democrática no han servido para disminuir la desigualdad, ni para terminar con la pobreza, éstos han significado avances sustanciales en la pluralidad, el ejercicio de derechos y la libertad de expresión.

 

En medio de este frenesí electoral, exhorto a los partidos políticos, al mío y al resto de las fuerzas cuyas candidatas y candidatos a un puesto de elección y representación popular, para realizar una campaña que contribuya a la consolidación de nuestra democracia.

 

Exhorto para que los candidatos y los partidos se ciñan a las normas electorales. No podemos ser un país en donde las leyes se hacen para violarse.

 

Los ciudadanos queremos ver a candidatos realizar campañas transparentes, en donde se informe detalladamente sobre los gastos de campaña.

 

Queremos ver a candidatos que defiendan sus propuestas y que demuestren poseer la capacidad suficiente para llevar dichas iniciativas a la práctica en la arena del Poder Legislativo o al ámbito del Poder Ejecutivo.

 

El debate fortalece la democracia, las propuestas de cada partido y candidato deben exponerse de cara a los ciudadanos. Ese debate puede ser fuerte y apasionado, pero no caer en la difamación o la injuria.

 

En democracia, gobernar es comunicar, los políticos deben utilizar adecuadamente el lenguaje para poder comunicarse con la sociedad. Varios expertos han considerado que uno de los motivos por los cuales los ciudadanos y los votantes consideran a los políticos como distantes es por su forma de hablar y de expresarse.

 

Ante un mundo globalizado, a partir de los medios de comunicación masiva y electrónica, debe existir un cuidado de nuestro lenguaje. En el contenido de las leyes, en la forma de dirigirnos a la sociedad y entre los propios políticos.

 

Queremos representantes populares que tengan la fuerza para rechazar losmoches y el tráfico de influencias; con la dignidad suficiente para combatir la corrupción y la impunidad y que sean aliados de la rendición de cuentas.

 

En este proceso electoral debemos romper inercias y vicios que han impedido la consolidación de nuestra democracia.

 

No basta la pluralidad, es necesario que nuestro régimen democrático sirva para acabar con la desigualdad y combatir la pobreza que padecen millones de mexicanos.

@MBarbosaMX

Presidente de la Mesa Directiva

del Senado de la República.