Ejes de una política de Estado en materia de Relaciones Exteriores


Por política exterior de Estado se entiende un comportamiento internacional acordado entre las distintas fuerzas políticas, con los legisladores y con el apoyo de la sociedad civil.  Una política exterior de Estado no se construye por decreto, debe definirse dentro de un contexto específico.  Prácticamente todos los temas de la relación bilateral México-Estados Unidos son al mismo tiempo de política interna y de política exterior.

 

Frente a la crisis desatada por la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y la necesidad de defender  los intereses de México y a nuestros connacionales, se debe diseñar y poner en práctica una política de Estado en materia de política exterior  con los siguientes ejes:

 

Eje uno. Política migratoria y deportaciones.

 

Se debe elaborar una ley de retorno que favorezca la integración de los connacionales deportados, en materia de trabajo, de salud, de educación, de seguridad y de vivienda.

 

Asimismo, revisar y fortalecer  conjuntamente el perfil de los cónsules en ejercicio. Acabar con los nombramientos políticos o de camarilla. Privilegiar la trayectoria, la capacidad y la experiencia.

 

Acordar un presupuesto de emergencia para financiar los esfuerzos de protección consular.

 

Eje dos.  Comercio,  tratados  y  relaciones comerciales.

 

Este eje debe desarrollarse en dos momentos. Por una parte, ante la amenaza de Trump de salirse del TLC, el Estado mexicano debe buscar a actores políticos, económicos y sociales que se benefician con el statu quo actual. Por ejemplo, se debe buscar a legisladores, gobernadores y alcaldes de Estados que se benefician del libre comercio de productos agrícolas con México.

 

El segundo momento es la diversificación de relaciones comerciales. México es uno de los países con más socios comerciales. Para hacer efectivos estos acuerdos es necesario identificar países estratégicos con los que se podría complementar la economía mexicana. Los nuevos acuerdos comerciales que se realicen deberán buscar beneficiar a las sociedades de los países participantes, y no basarse únicamente en el principio de aumentar las ganancias a unas cuantas compañías trasnacionales.

 

Eje tres.  Seguridad y justicia fronteriza.

 

Junto con la migración, el mayor problema en la frontera norte es el crimen organizado: trasiego de drogas y tráfico de armas. Si localmente en Estados Unidos la política de drogas ha cambiado en favor de un esquema menos prohibicionista y más enfocado en la salud, México debe modificar igualmente su política de drogas. El 4 de noviembre de 2015, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación  (SCJN) aprobaron el uso lúdico de la marihuana sólo para los integrantes de la asociación que impugnaron los artículos de la Ley General de Salud que prohíben su uso.  Hoy podría extenderse esa política a toda la población mexicana, como lo ha hecho el estado de California, el más poblado y con el mayor PIB de la Unión Americana.

 

Aunque a nivel federal las relaciones no sean buenas, se debe buscar alianzas con alcaldes de ciudades fronterizas. El corredor Tijuana-San Diego ha mostrados ser un buen ejemplo de integración a nivel local. En cuanto a la frontera sur, el gobierno mexicano debe seguir una política basada en derechos humanos. También, se debe condicionar la cooperación con Estados Unidos en la frontera con Centroamérica a que exista una política fronteriza basada en la colaboración mutua en contraste con imposiciones unilaterales.

 

 

Eje cuatro. Defensa de los derechos humanos.

 

Mientras que para el gobierno federal de Estados Unidos el temas de los derechos humanos se ha desplazado al margen, México debe presentarse como uno de los defensores más acérrimos de los derechos ante organismos internacionales. El poder real de México se encuentra muy limitado si se le compara con Estados Unidos. No obstante, puede convertirse en un referente internacional en la promoción de los derechos humanos.

 

Durante el siglo pasado, parte del poder de negociación de México frente a Estados Unidos era su independencia en foros internaciones y su defensa a principios clave de las relaciones entre países.

 

Eje cinco. Diversificación de relaciones.

 

Durante gran parte de su historia, México ha fracasado en diversificar sus relaciones comerciales y políticas con otros países. La órbita de gravedad de Estados Unidos ha sido muy fuerte. La diversificación ha fracasado en gran medida porque se ha hecho sin una estrategia clara más que con el propósito de diversificar por diversificar. Una estrategia bien planeada debe definir regiones y países prioritarios, cuyas economías sean complementarias con la nuestra. Políticamente, los ataques y la animadversión generada contra Trump es un buen momento para despertar la solidaridad internacional. Especialmente importantes, son los organismos e instituciones internacionales. Éstas pueden convertirse en foros adecuados para denunciar las políticas de Trump y presionarlo en el ámbito local

 

 

Eje seis. Relaciones con sectores estratégicos de Estados Unidos.

 

México requiere de aliados en Estados Unidos, por lo cual necesita desplegar una intensa campaña de relaciones con gobernadores y alcaldes, congresistas, senadores  y empresarios; con universidades, ciudades santuarios, medios de comunicación,  organizaciones civiles defensoras de los derechos de las mujeres y de los migrantes.

 

La resistencia interna a Trump y a sus políticas iniciaron en la misma noche de la elección y han ido aumentado en varias regiones de Estados Unidos, con toda esa fuerza social México debe tener interlocución, para distinguir con claridad el rechazo de nuestro país a las políticas de Trump, no a la sociedad norteamericana.

 

Eje siete. Cooperación internacional para la paz y la conservación de los recursos naturales.

 

Las acciones emprendidas por el nuevo gobierno estadunidense transforman los equilibrios geopolíticos del mundo con los consecuentes riesgos que esto implica. Razón por la cual resulta indispensable que México despliegue un mayor activismo a favor de la paz y de la resolución pacífica de las controversias.

 

El daño ecológico es otra de las consecuencias del gobierno de Donald Trump. Ante esta situación resulta relevante que el Estado mexicano se convierta en un activo promotor del cuidado de ambiente y de los recursos naturales.

 

Eje ocho. Política energética.

 

Arguyendo la incertidumbre generada por Trump, México podría posponer indefinidamente sus Rondas de licitación de contratos petroleros. Les podríamos decir a las transnacionales que «así no jugamos».  ¿Cuántos congresistas no están financiados por intereses petroleros? El propio Secretario de Estado, RexTillerson es el expresidente de Exxon. En la pasada Ronda 1.4, Pemex, en alianza con Chevron y los malayos, se llevó uno de los bloques licitados, cuyo Contrato está en proceso de firma ¿que cara pondrían en Chevron si Pemex insinúa que rompe la alianza ante los agravios a México? ¿Cuántos congresistas texanos o californianos recibieron dinero de Chevron para su campaña?

 

En todo caso, lo que urge es romper la integración asimétrica y dependiente que se ha construido en los últimos años en materia energética. México depende de las importaciones de gasolinas, Gas LP, Diesel y Gas Natural; lo que nos coloca en una situación de extrema fragilidad. Con esta crisis debemos entender que en el sector energético hay más relaciones de poder que puramente comerciales.

 

La convocatoria a la unidad nacional no puede darse en torno a una persona, sino a una estrategia que ponga por delante el interés nacional.  Debe invitarse a todos los sectores (políticos, empresariales, sindicales, movimientos y organizaciones sociales, organismos de sociedad civil, artistas, iglesias,  en la construcción de esta política de Estado.

 

 

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