El gobierno que se quedó corto / El Financiero


“Nos quedamos cortos”, reconoció, a fines de 2014, el entonces arrogante secretario particular del presidente de la República, Aurelio Nuño Mayer, en una entrevista con el diario El País. Nuño se refería, a propósito de la tragedia de Iguala, al fracaso del gobierno en materia de seguridad y Estado de derecho. Añadió entonces: “No vimos la dimensión del problema y la prioridad que debería haber tenido”.

El gobierno de Enrique Peña Nieto se sigue quedando corto, pero no sólo en materia de seguridad, sino prácticamente en todas las esferas de la vida nacional. En Los Pinos no alcanza a verse, como lo prueban el reciente ataque de un grupo de la delincuencia organizada al Ejército mexicano en Culiacán, la caída del peso o los resultados tangibles de la reforma energética, la dimensión de ningún problema.

En materia económica, el gobierno quiere presumir una actuación responsable y por ello anuncia recortes a áreas muy sensibles del presupuesto público.

Los programas que son banderas de la reforma educativa –ahora la más importante del sexenio según la Presidencia, luego del fracaso de la energética– van a sufrir un recorte de 30 por ciento. Se trata de un recorte selectivo que deja fuera programas relacionados con la inclusión educativa y la capacitación de los docentes, pero no los destinados a la evaluación. Naturalmente, los objetivos declarados de la reforma (evaluar para capacitar) no podrán ser cumplidos con este esquema de restricciones presupuestales.

Al anunciar nuevos recortes, el gobierno pretende presentarse como cuidadoso del dinero público. Pero, ¿se pueden presentar como ahorro recortes que nacen de una pésima planeación, del dispendio y el saqueo?

En la entrevista ya citada, Nuño también quiso poner en su lugar a los críticos: “No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo ni a saciar el gusto de los articulistas. Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas”.

Curioso que lo dijera quien más tarde, ya como titular de Educación, dedicara buena parte de su tiempo a las bravatas contra los maestros disidentes. Y terrible que hablara de “sangre y espectáculo” uno de los personajes más poderosos del gobierno que, al seguir la brutalmente fallida estrategia de combate a la delincuencia, ha convertido a nuestro país en alimento cotidiano de la nota roja.

Pero en algo tenía razón el poderoso integrante del grupo íntimo de Peña Nieto. El gobierno se ha quedado corto, y recorta, como mágica solución a todos los problemas.

Así, mientras reparte culpas en materia de corrupción y anuncia acciones en contra del más impresentable de sus gobernadores, condena al fracaso a un Sistema Nacional Anticorrupción que requiere, para funcionar, de al menos mil 500 millones de pesos. Sin recursos, la pretendida lucha contra la corrupción se convierte en una mascarada, en una simulación más que contribuye al hundimiento del sexenio del “salvador” que no lo fue.

El nuevo secretario de Hacienda, José Antonio Meade, habla de un presupuesto “serio y responsable” que responde a “señales de alerta” muy visibles. El problema es que tales señales no son nuevas. Pese a que existen desde hace tiempo –unas derivadas del entorno internacional y otras del pésimo manejo de este gobierno–, la administración de Peña Nieto optó por dar curso a proyectos faraónicos y regalar televisores con afanes puramente clientelares, entre muchas otras decisiones que no atendieron los preocupantes llamados de alerta.

La receta de los recortes no funcionará esta vez como no ha funcionado en el pasado reciente. La negativa dogmática de quienes manejan la economía, que les impide ver la necesidad de que las finanzas públicas tengan un papel en el desarrollo del país, nos lleva a prever que el crecimiento será de menos de la mitad del que este gobierno previó en el arranque sexenal.

Mientras el gobierno se niegue a una reforma fiscal verdadera, que elimine exenciones y aumente la progresividad del ISR, podremos decir que en todo, menos en recortes, este gobierno se quedó corto.

La autora es senadora de la República.

Twitter:@Dolores_PL