Como te ves me vi, como me ves te verás


Dice y dice bien un popular refrán

Durante la mayor parte de la existencia de la humanidad, en todos los rincones del mundo, los adultos mayores han sido valorados y considerados, incluso venerados, como las y los poseedores del conocimiento necesario para sobrevivir, el puente generacional que permite transmitir valores y tradiciones que otorgan identidad a un pueblo y que dan vida a las culturas.

Para los romanos, la senex (senectud) era la edad del juicio y la opinión, el buen sentimiento y la sensatez; no por nada para ser electo senador un requisito obligatorio era tener 55 años de edad como mínimo.

Cabe mencionar que no sólo los seres humanos valoran la sabiduría proveniente de los años y la experiencia; por ejemplo, los elefantes respetan al macho o la hembra líder porque que saben dónde y cuándo encontrar alimento y agua, cómo organizar la defensa, cómo educar a las crías, y las rutas de tránsito y sus peligros.

Lamentablemente, hoy día el ritmo vertiginoso de vida y el acceso a raudales de información han modificado a nuestra sociedad y colocado a las personas de la tercera edad en un rincón, cosificándolas, convirtiéndolas en una pesada carga de la que todos huyen, incluidas sus familias; la Casa Hogar Nuevo Atardecer, que se ubicaba en Mexicali, es una muestra de lo anterior.

Este asilo para personas mayores operó durante casi 12 años fuera de toda norma, sin supervisión de las autoridades municipales ni de la Secretaría de Salud; no estaba inscrito en el Directorio Nacional de Instituciones de Asistencia Social del DIF Nacional.

La administradora de este sitio era la asociación civil “Sociedad Cultural Impulsora de Bienestar Social”, pero lo hacía con una razón social que la definía como una organización destinada a gestionar centros de rehabilitación.

Vivían, o como denunció una extrabajadora, sobrevivían 44 adultos mayores, muchos de ellos enfermos o con algún tipo de discapacidad, sin la debida atención, además de que eran castigados con encierros o privándolos de alimentación. Las instalaciones eran inadecuadas y construidas con materiales altamente inflamables. La madrugada en la que ocurrió el incendio solamente había tres personas encargadas de su cuidado.

Murieron 18 personas como consecuencia del descuido y olvido de las autoridades.

La acelerada transición demográfica tendiente al envejecimiento de la población representa un reto para México con profundas repercusiones en los ámbitos económico, político y social, particularmente en relación con los derechos de las personas adultas mayores y la obligación del Estado Mexicano de protegerlos.

El pasado 15 de junio, durante la Asamblea de la Organización de Estados Americanos, se aprobó la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.

El punto de partida de la convención es el reconocimiento de que todos los derechos humanos y las libertades fundamentales existentes se aplican a las personas mayores y que deben gozar plenamente de ellos en igualdad de condiciones con los demás, para contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad.

La coyuntura actual en materia de derechos humanos generada por la reforma del artículo 1 constitucional aprobada en 2011, reconoce que toda persona “goza” de los derechos y de los mecanismos de garantía reconocidos tanto por la Constitución como por los tratados internacionales, por lo que es necesario que nuestro país sea uno de los primeros en firmar y aprobar la mencionada Convención, con lo que adquirirá la obligación de implementar políticas públicas integrales.

“Como te ves me vi, como me ves te verás”, dice y dice bien un popular refrán, es hora de que reforcemos las obligaciones jurídicas para respetar, promover y reconocer los derechos humanos de las personas mayores. Es hora de reconocer que fueron ellas y ellos los que construyeron con mucho esfuerzo nuestro presente, la deuda es enorme, el futuro nos juzgará.